En eso de la “herencia recibida” hay bastante de cinismo y mucho de complejo de Edipo. Es un tic freudiano importado a la política del “y tú más”. El comportamiento gangoso del gobierno de Mariano Rajoy, echando mierda para atrás a medida que se hace más cuesta arriba  arrostrar a pecho descubierto el programa (oculto) de barbarie social impuesto por los mercados, es todo un déjà vu.

Lo ensayó el PSOE de Zapatero cuando se vio entre tinieblas, largando la carga de la prueba de la burbuja hipotecaria ad calendas grecas (Aznar y sus FAES) y calificando de antipatriota a la oposición. Y ahora lo reproduce el Partido Popular denunciando a su vez al PSOE por falta de colaboración (“remar juntos”), sin que los contendientes quieran reconocer la ingratitud que ambos cometen. 

Lo ensayó el PSOE de Zapatero cuando se vio entre tinieblas, largando la carga de la prueba de la burbuja hipotecaria ad calendas grecas (Aznar y sus FAES) y calificando de antipatriota a la oposición. Y ahora lo reproduce el Partido Popular denunciando a su vez al PSOE por falta de colaboración (“remar juntos”), sin que los contendientes quieran reconocer la ingratitud que ambos cometen. 

Porque ellos, la derecha sin paliativos, han llegado a poder de nuevo, con mayoría absoluta, porque la gente castigó al PSOE por su descomunal traición. O sea, por la “herencia recibida”. A ellos y sólo a ellos debe el PP que se votara contra Zapatero y sus social-liberales, o se quedarán en casa fumando en pipa. Así que agradézcanselo. No las píen tanto. Pocas veces se han visto en una igual. Llevados en volandas al gobierno por el desencanto y el resentimiento de la izquierda nominal.

Es cierto que también el PP ha recibido lastres, como ese déficit tahúr que en vez del pregonado 6% del PIB trepaba hasta el escandalosos 8,5%, y que pulverizó la mandanga de los “brotes verdes” entonada como mantra para catecúmenos por la señora Elena Salgado antes de entrar al servicio doméstico de la Endesa   chilena. Pero no hay rosas sin espinas. Por eso, calma, no saquen los pies del tiesto, señores de la caverna. Aprendan del dicho escatológico argentino, “no comas donde cagues, ni cagues donde comas”. 

Además esto de la “herencia recibida” forma parte de una ley universal del eterno retorno de la política en las democracias sin demócratas, por la cual siempre prevalece el statu quo gobierne quien gobierne. Por ejemplo, la “herencia recibida” ahora por al PP es la garantía de la vuelta triunfal del fatídico PSOE. Íncubos y súcubos. La derecha recién aterrizada con armas y pertrechos va a arrasar lo poco que los socialistas mantuvieron, respondiendo a esa llamada de la selva que prescribe las mayores tropelías cuando el triunfador está que se sale. Y eso, eso precisamente, es la que hará, ala viceversa,  el regreso a medio plazo de los últimos destronados, gracias  de nuevo al voto de castigo de los que han padecido la barbarie de los conservadores. Retorno inestable, porque cuando de nuevo madure la decepción, cuando hallan agotado las mini-reformas que la derecha conculcó arteramente se abrirá otra vez el nicho lampedusiano para el penúltimo recambio. Y así, burla burlando, girando la noria, pasan los días, las estaciones y las generaciones, y todo sigue igual. De victoria en victoria hasta al derrota final. 

Sinceramente, hay un método en esta locura. El Rey es el único líder político que nunca ha renegado de  la “herencia recibida”. Juan Carlos siempre ha mantenido su lealtad a Franco y a los Principios Fundamentales del Movimiento que juró en su día. Coherencia obliga. Ese es el secreto del atado y bien atado: no dejar ningún cabo suelto. Esto explica que en los 37 años transcurridos desde la muerte de Franco haya cambiado todo sin cambiar nada de verdad. Es el triunfo de la “democracia orgánica”. Sístole-diástole; inspiración-expiración; tic-tac…pero todo sobre un cuerpo zombí, el pueblo, n un entorno de consumo depredador como principal referente, que por su propia dinámica expulsa del organismo social la auténtica democracia, la cultura  transformadora, la libertad emancipatoria y la responsabilidad ecológico-productiva.  

La “herencia recibida”, ese trofeo caníbal que se pasan de mano en mano eternamente derecha-izquierda, izquierda-derecha, por nuestro propio bien (en nombre del interés general). La gran paradoja es que, llegados a este punto, la única posibilidad de “resurrección” consiste en confiar en el milagro de que exista vida después de la muerte. Y tiro porque me toca.

Rafael Cid


Fuente: Rafael Cid