Artículo publicado en Rojo y Negro nº 377, abril 2023

Diariamente escuchamos y vemos la grave crisis que supone el que personas de todo el mundo se vean obligadas a dejar sus casas y emigrar de sus países por múltiples razones: las guerras, las hambrunas, la persecución, el desplazamiento forzado, por proyectos extractivistas o la falta de empleos… Sin embargo, la idea de estas líneas es más compartir algunas experiencias sobre cómo se vive un proceso para solicitar asilo político o ser refugiade en un país del norte de Europa, Alemania específicamente. En esta ocasión, se abordará cómo es la llegada al país y el primer día en el que se llega al Centro de Registro.

Tomar la decisión de salir de tu lugar de origen no es nada fácil, dejas atrás a tu familia, tus actividades, lo que te gustaba hacer, tus alimentos, el trabajo y todos esos lugares con los que tienes algún apego, pero al saber que no tienes más salidas, que irte es la única opción que te queda cuando tu vida correo riesgo, después de tomar la decisión, hay que dar los pasos siguientes para el largo camino que es la petición de asilo político.

El lugar donde tendrás que hacer el registro como solicitante depende mucho de la ciudad por la que se ingrese al país, de cuál sea tu lugar de origen —debido a las posibilidades, restricciones y limitaciones de acuerdo con la nacionalidad que se tiene— y, claro, de todas las dificultades que se encuentren en el trayecto de tránsito.

Sin la pretensión de generalizar, para les migrantes de Medio Oriente, por ejemplo, aquellos que llegan de Siria, Afganistán o Irán, que por lo regular hacen un trayecto de 60 días caminando y viajando en auto o en bus de vez en cuando, suele ser menos complicado llegar a Berlín o Hamburgo. Para quienes llegan de África, por decir, de Angola, que tuvieron la gran oportunidad de viajar en avión, es en el momento en que aterrizan y salen del avión cuando hacen la petición de asilo en el aeropuerto y desde ese instante les envían al centro más cercano para su registro; allí les piden infinidad de datos personales y documentos para comprobar tu identidad. ¿Pero cómo cargar con todo ello cuando sales huyendo en condiciones de inseguridad extremas? ¿Cómo afrontar todas esas trabas después de las dificultades en el tránsito para llegar y entrar al país?

Otras personas que viajan desde África llegan por Italia cruzando el mar Mediterráneo en balsas, botes o buques, otras más lo hacen ingresando por Melilla, España, y continúan sus recorridos en autos y a pie hasta llegar a su destino final. Me encuentro con que, al pasar por España, hay quienes aprenden a hablar algunas palabras en español ante la necesidad de comunicarse y leer las señales para la ruta a seguir. Es el caso de muchas personas procedentes de Marruecos que se comunican en otras lenguas.

Para les refugiades de América Latina o Asia lo más probable es que su viaje lo hayan hecho en avión, aunque el transporte que se utiliza para llegar hasta el destino dependerá de qué redes de apoyo se hayan construido anticipadamente para ir trazando el camino, de si ya tenían familiares viviendo en el país, de si es la primera vez que lo intentan o si ya se conocen algunas rutas, de si eres mujer u hombre, si viajas sola/solo o si vas en compañía.

Al final, la forma en la que llegas al país de destino es relevante para las autoridades migratorias, especialmente si queda registro en otro país de la Unión Europea de que hayan pasado por ahí. El Al final, el Estado alemán clasifica a todes por su nacionalidad y son enviades a lugares que estén menos poblados, ciudades o pequeñas poblaciones del este de Alemania por ejemplo. Cabe señalar que, en estos lugares de acogida para refugiades, existe hoy en día un racismo que puede pasar invisibilizado, te puedes encontrar con personas con actitudes e ideología neonazi que te tratan con rechazo.

Retomando. Uno de los centros para solicitantes de refugio o asilo se localiza en Bochum, una ciudad del oeste de Alemania. Llegar hasta allí depende de si la persona tiene redes o va completamente sola, ya que esas redes pueden ayudarla para indicarle su ubicación, no demasiado clara. Otra limitación es la lengua, uno más de los muros que les refugiades se encuentran porque la mayoría que llega no habla ni alemán ni inglés y deben de enfrentarse a una serie de requisitos que, si no se entiende el idioma, vuelve aún más complicado el proceso ya que, aunque uno de los derechos es contar con traductor o intérprete, en los centros no suele haber de todas las lenguas con lo que se retrasa aún más el proceso de la solicitud.

Una de las primeras impresiones al llegar al centro de registro es que se percibe un ambiente poco común, todo es nuevo, se ven demasiades policías desde la entrada, edificios del mismo color, autobuses formados dispuestos a salir, filas de carpas y personas de diferentes naciones, de lugares que nunca te imaginaste conocer. La mayor parte del tiempo se respira un aire tenso, suelen ser los niños y niñas quienes intentan buscar amigues, juegan y se desplazan por los pasillos, elles son de las pocas personas que interactúan entre sí y que tratan de socializar, a les adultes se les ve tristeza en sus rostros, desesperación, angustia, desconcierto, ansiedad y nervios ante la incertidumbre. Algunes niñes llevan sus juguetes consigo, otres a sus mascotas, por lo regular un perro pequeño o un gato, si la familia es grande y tuvieron la oportunidad de cargar con cosas y resguardarlas durante su trayecto, llevan consigo muchas maletas, pero si van solas/solos usualmente llevan una mochila o un bolso de mano, no hay mayores objetos dentro de las carpas.

En cuanto se llega al centro, se canaliza a todas las personas a la carpa de registro donde hay muchas bancas y sillas negras acomodadas para que vayan tomando lugar e iniciar la solicitud. También se encuentra una mesa con galletas y agua por si les apetece tomar o comer algo ya que el día será duro: hay que esperar turno y acomodarse en un lugar completamente desconocido, con personas de todas partes del mundo con quienes de inicio sólo compartes la falta de certeza de qué pasará con ellas.

En el interior de la carpa, después de estar en la fila esperando por varias horas, al llegar tu turno, hay un pequeño stand con una persona que se encarga de hacer las primeras preguntas, tomar una foto y hacer el registro. Al salir de esa carpa, con la continuación de la pandemia de COVID, se implementó la aplicación obligatoria de un test para detectar el bicho. Después de eso, se les envía a otra sala de recepción para seguir con la larga espera para que les asignen un lugar en el campamento.

Hay personas que comienzan a platicar entre sí y puedes darte cuenta de la gran diversidad de lenguas: árabe, farsi, kurdo, ucraniano, chino… En la clasificación de las nacionalidades, primero llaman a quienes provienen de Ucrania y se las llevan inmediatamente a otro lugar. A todas las demás, les trasladan a otro auditorio donde les toman sus datos y piden alguna identificación, el pasaporte o el Documento de Identidad. Les ofrecen algo de comer, comida rápida, sopas, té, jugos, café, sándwich y galletas. Así van pasado las más de diez horas que dura el proceso y, finalmente, en la madrugada van llamándoles, persona por persona, para subirles a un bus con rumbo desconocido, con la duda de cuál será su destino…

NÓMADA SIN RUMBO


Fuente: Rojo y Negro