Desde los comienzos de la informática, han sido muchos los esfuerzos a nivel mundial para que se estandaricen las formas de comunicación. Los lenguajes informáticos que crean las páginas web, los formatos de los documentos de texto, los formatos multimedia, etc.

Desde los comienzos de la informática, han sido muchos los esfuerzos a nivel mundial para que se estandaricen las formas de comunicación. Los lenguajes informáticos que crean las páginas web, los formatos de los documentos de texto, los formatos multimedia, etc.

Estos esfuerzos por parte de organizaciones sin animo de lucro, con el apoyo de algunos gobiernos menos corruptos, siempre se han topado con un obstáculo : grandes multinacionales, que por su posición de dominio, han forzado al gran público a utilizar sus formatos, convirtiéndolos en estándares de facto. Es de destacar el pésimo ejemplo de Microsoft.

Cuando internet explorer (IE.) dominaba con más del 90% de usuarios, su navegador interpretaba el código de las paginas web (html y demás) de una forma particular, no como el estándar internacional de html (w3c), de modo que los programadores de las paginas debían realizar su trabajo con el «lenguaje web» de Microsoft, si querían que el 90% de sus usuarios pudieran ver bien sus páginas.

Algo similar ocurre con los documentos de texto (entre otros muchos ejemplos). El famoso formato .doc es propiedad de Microsoft y ha llegado a dominar tanto el panorama internacional, que se ha convertido en estándar de facto. Pero no lo es. Es un formato propiedad de Microsoft. Así que cuando se nos obliga a escribir o leer estos documentos, se nos trata de obligar a usar (y pagar) un producto de esa compañía. Esto es especialmente grave cuando se trata de asuntos relacionados con las administraciones públicas, sanidad, gestiones varias de los ciudadanos, etc.

Hace pocos años ha cuajado un estándar para la realización de documentos.
El Formato de Documento Abierto para Aplicaciones Ofimáticas de OASIS, en inglés acrónimo de «Open Document Format for Office Applications»).
Bien realizado y adoptado cada vez por más aplicaciones ofimáticas (p.e. OpenOffice), supone una amenaza para Microsoft.

La respuesta del gigante ha sido contraatacar con su propio formato (.docx) para seguir siendo el estándar de facto. Pero esta vez se han encontrado un gran contratiempo.

i4i, una pequeña compañía canadiense, acusa a Microsoft de apropiarse de la patente del formato XML (Extensible Markup Language). El asunto ha sido llevado a los tribunales y un juez del Distrito Federal de Texas ha condenado a Microsoft a parar en las ventas del conocido procesador de textos Word en EE.UU. y al pago de una multa de 290 millones de dólares.

El tribunal estadounidense asegura que el gigante informático ha violado los derechos de propiedad del estándar XML. La sentencia especifica que el fabricante deberá detener la producción de cualquier producto de la gama Word que posibilite la apertura de archivos con extensión .xml, .docx y .docm. La compañía canadiense i4i acusa a Microsoft de que su programa utiliza el procesador patentado por ellos en 1998. El «gigante» del software comenzó con el uso del XML en la versión de Word 2003, y lo aplicó de manera generalizada para todo el paquete Office 2007. Claro que desde Microsoft aseguran que van a recurrir la sentencia.

El futuro de la ofimática, se decide dependiendo lo que ocurra en la próximas fechas. Es un tema complicado, que no interesa al gran público, pero que tiene grandes repercusiones en nuestra vida aunque no nos demos cuenta.


Fuente: Carlos Bahillo