La memoria de la Libertaria . La ubicación de un hotel en Benalup reaviva el recuerdo de los trágicos sucesos de Casas Viejas
Un marco de acero rodeando un césped de cuatro por tres metros y una placa serán el sencillo recuerdo que permanecerá en Benalup-Casas Viejas (Cádiz) de los sucesos que allí ocurrieron hace 70 años, una herida nunca cerrada en el pueblo. Ninguna iniciativa pública o privada había conseguido hasta ahora recuperar ese lugar descrito en la historia y perdido en el presente. Un hotel está a punto de abrir cerca del sitio donde se cree que ocurrió todo y los promotores han anunciado una fundación privada para proteger ese espacio. El proyecto no gusta a todos. Los herederos de aquel espíritu libertario rechazan que sea una iniciativa turística la que encabece la promoción de su ideario.
La memoria de la Libertaria . La ubicación de un hotel en Benalup reaviva el recuerdo de los trágicos sucesos de Casas Viejas

Un marco de acero rodeando un césped de cuatro por tres metros y una placa serán el sencillo recuerdo que permanecerá en Benalup-Casas Viejas (Cádiz) de los sucesos que allí ocurrieron hace 70 años, una herida nunca cerrada en el pueblo. Ninguna iniciativa pública o privada había conseguido hasta ahora recuperar ese lugar descrito en la historia y perdido en el presente. Un hotel está a punto de abrir cerca del sitio donde se cree que ocurrió todo y los promotores han anunciado una fundación privada para proteger ese espacio. El proyecto no gusta a todos. Los herederos de aquel espíritu libertario rechazan que sea una iniciativa turística la que encabece la promoción de su ideario.

Fue una noche de enero de 1933 cuando la Guardia de Asalto de la República quemó la choza de Francisco Cruz Seisdedos en plena sublevación campesina. María Silva, su nieta, pudo escapar. No así la veintena de personas que murió aquella madrugada. A la mujer, que sería asesinada tres años más tarde, la conocen como la Libertaria. El mismo nombre que la empresa Huertas de Casas Viejas, SA, pensó para su hotel.

El promotor, Miguel Ángel Fernández, un leonés de 57 años, relata que el proyecto llegó de casualidad. Se compró casa en Benalup y se enteró de que en esa manzana se encontraba la choza quemada. De ella ya no quedaba nada. «Era una huerta hecha un estercolero». Fernández había decidido abrir un hotel pero tuvo claro que aquella zona marcada por su pasado quedaría al margen. «No hay atractivo turístico en el morbo», mantiene. Logró varios inversores amigos y cuantiosas ayudas europeas para un proyecto, de unos 300 millones de euros, con 16 habitaciones, cada una evocando una imagen bucólica de la década de los treinta. Habrá también un museo y un café-teatro con veladas temáticas.

El hotel es independiente a su otra idea, la de levantar, justo al lado, aunque separado por un muro y con entradas diferentes, la sede de una fundación privada con tres fines : preservar el sitio, instar a las administraciones a protegerlo, y premiar la labor de luchadores por la libertad. Será junto a esa sede donde se colocará, al aire libre, el marco de acero rodeando un césped de cuatro por tres metros y una placa.

Pero hay quien no cree en las buenas intenciones del empresario, quien le ve tratando de «mercantilizar» con la memoria. Lo que más indignación ha causado fue el nombre Libertaria, una decisión ya modificada, aunque el espacio cultural del hotel seguirá denominándose así. Con la polémica abierta, la Confederación General del Trabajo (CGT) reunió ayer en Benalup a unas 50 personas en un acto en el que se reclamó la creación de una fundación pública y la conversión del lugar en Bien de Interés Cultural. Hubo quien preguntó por qué esos suelos no estaban protegidos desde antes. La misma pregunta que se hizo el empresario hotelero cuando descubrió que toda la zona era urbanizable. «Yo podría haber construido perfectamente sobre el lugar y no lo hice porque quiero que se conserve», asegura.

En el acto de la CGT estaba Juan Pérez, de 70 años, el hijo de la Libertaria. De ella no tiene recuerdos. «Sólo los 24 dedos». Dedos de más que le quitaron antes de hacer el servicio militar. No quiere que se haga negocio con el sobrenombre de su madre. Ayer lloró al oír un poema de su padre, el periodista Miguel Pérez Cordón, que también murió en la guerra. De él sí guarda muchos documentos que ahora quiere recuperar. Se ha enterado de que en el hotel se expondrán más de 1.000 objetos. «Yo tengo 15.000», compara a modo de propuesta dialogante.

El empresario desveló ayer que el hotel se llamará finalmente Utopía. La misma utopía que conserva el hijo de la Libertaria. La que usa para sugerir que la choza, de la que ya no quedan ni cenizas, resurja como una universidad o, incluso, como una estación del AVE que dé progreso a la comarca.


Fuente: PEDRO ESPINOSA / EL PAIS