Francia : CPE y huelga general
Es peligroso dejar que los estudiantes bloqueen la universidad demasiado tiempo. La gente se tranquiliza diciéndose que en ello no hay pérdidas importantes para la economía. Con todo, no hay peor calamidad para los gobiernos que esta buena noticia que, nosotros huelguistas, anunciamos a quien aún la ignora : le estamos tomando gusto a esta situación de excepción que es la huelga.
Francia : CPE y huelga general

Es peligroso dejar que los estudiantes bloqueen la universidad demasiado tiempo. La gente se tranquiliza diciéndose que en ello no hay pérdidas importantes para la economía. Con todo, no hay peor calamidad para los gobiernos que esta buena noticia que, nosotros huelguistas, anunciamos a quien aún la ignora : le estamos tomando gusto a esta situación de excepción que es la huelga.

Para nosotros no hay mejor alegría común, mayor libertad política. La interrupción ilimitada de la producción ha hecho nacer el deseo de no detenerse nunca, de extender esta libertad y acabar con lo que la impide. El movimiento nos ha enseñado que ningún modo de vida es en sí una forma de lucha, que ningún compromiso político individual es capaz por sí sólo de superar la mediocridad de la existencia liberal contemporánea. Hoy, para la mayoría de los huelguistas, vivir y luchar son ya la misma cosa.

El movimiento ha dejado de ser una explosión de cólera sin futuro, es un camino tomado colectivamente por miles de personas, en Rennes y en otros lugares. Desde la urgencia construimos un frente común contra la CPE-CNE, la ley sobre la igualdad de oportunidades, y de la solidaridad en bruto de este frente se ha separado, precisada, una comunidad de lucha aún más decidida. Una comunidad política poco sensible a los rumores ministeriales sobre «la adaptación» de la CPE, indiferente a los pactos y maniobras presentes y futuras entre el gobierno y los dirigentes sindicales, que hace ya tanto tiempo que no representan a nadie. Los que pretendan desconvocar la huelga sin que obtengamos al menos lo que pide la Asamblea General, quedarán marcados como traidores. Ya no es posible seguir negociando impunemente.

Semana tras semana, las facultades se han convertido en nuestras casas. Los anti-huelga han perdido la esperanza de continuar con el curso. Los conservadores, el partido «del orden», todos los que intentan mantener a cualquier precio la normalidad, han huido del campus o se esconden ; sus aliados en el movimiento intentan casi siempre pasar desapercibidos. A día de hoy casi todas las facultades tienen su claustro B, una asamblea soberana que ya no va a disolverse excepto en caso de una intervención policial. Esta comuna surge del proceso de disolución de las instituciones político-económicas, y a decir verdad, esto ya no es ninguna «facultad», ni tan sólo una universidad «libre», «popular», o «autogestionada», sino tan sólo una comunidad de estudiantes en lucha que reflexionan sobre su situación, apresurándose no para retomar los cursos, sino para luchar al lado de los parados, de los precarios, de los obreros. La comuna es el abandono colectivo de la legalidad y los derechos de propiedad del capitalismo, es la puesta en común de bienes, ideas y afectos : la constitución de un mundo común. La comuna está ya en marcha, es decir : se halla en proceso de construcción.

El movimiento por el cual, antes de la huelga, íbamos del claustro a la estación, a Colombier, a los barracones de Henri Fréville, era causado por una presión subjetiva permanente por parte del capital : era la movilidad de una fuerza de trabajo ocupada en entrevistarse, optimizarse, autoexplotarse. Hoy los piquetes de huelga de la comuna lo paran todo : la circulación de las mercancías, la sociabilidad pacífica y descarnada del centro y sus espectáculos culturales corolarios, la trágica trivialidad del control social y de la explotación.

Así se hace completamente evidente que la comuna es la insurrección misma, que no hay otra comuna que la insurreccional, encontrando su alimento en el hogar que la vio nacer, insatisfecha con los límites de su territorio, con las manifestaciones simbólicas que no molestan a nadie, y siguiendo, bajo formas variadas, una ofensiva ininterrumpida contra los recursos del enemigo. Entre éstos se encuentra la clásica operación de división entre «camorristas» y «manifestantes pacíficos». En un momento en que el Gobierno no oculta ya su voluntad de apagar el movimiento a base de olas masivas de detenciones y encarcelamientos, como en noviembre, es necesario más que nunca recordar -a través de la clara heterogeneidad de sus expresiones- la necesidad de la unidad del movimiento contra los que quieren destruirlo.

El movimiento, desde hace siete semanas, va cruzando umbrales : rechaza la mediación de la Presidencia, y niega el dogmatismo de la no violencia absoluta, dándose cuenta que tal «posición» podría contribuir al éxito de las tentativas gubernamentales de romper la movilización. Se preparan estrategias para un próximo bloqueo de la economía de Rennes ; la Asamblea General, en sucesivas ocasiones, se ha pronunciado a favor de una ruptura con el capitalismo. Después de siete semanas de bloqueo, muchos días y noches de confrontaciones y una determinación intacta, no hay ninguna duda sobre que debemos continuar con la insurrección.

Sepamos desde ahora que no habrá huelga general sino a pesar de las direcciones sindicales. Éstas no la quieren porque la huelga general es la insurrección, es decir, el final de las negociaciones, y en consecuencia de los negociadores. Dejemos de creer en los interprofesionales que no son más que intersindicales, en la distribución a las puertas de las fábricas de prospectos que se limitan informar sobre nuestro movimiento, y llaman abstractamente a una «movilización» sin contenido ni perspectivas. Lo que esperan muchos precarios y asalariados para unirse a nosotros es que nos demos los medios para provocar una crisis principal del régimen, y más allá de la retirada o no del CPE, renovar la potencia revolucionaria del movimiento obrero, que le permitía imponer retrocesos sucesivos y duraderos a la burguesía. Esta vez el bloqueo de la economía, la interrupción de los flujos de mercancías, no van a ser la consecuencia sino el preludio de la huelga general. Se trata para nosotros de mostrar -mediante la generalización del bloqueo- la posibilidad de cada uno de detenerse, de no ir a trabajar. Volver tangible la posibilidad revolucionaria contenida en el movimiento, como una alternativa de participación dirigida a todo el mundo.

La huelga general no es un desfile de dos o tres millones una vez por semana, es esa situación donde por todas partes, como aquí en Villejean, se destituye a los patronos de su autoridad, donde por todas partes se afirma la comuna como proceso de indistinción entre vida y lucha colectiva, sustituyendo la continuación de la actividad económica. El movimiento, todos nos damos cuenta, va mucho más allá de impugnar un determinado tipo de contrato, de exigir la creación de empleo o defender tal o cual sector amenazado de desaparición, por la simple razón que los que lo componen se dedican a invertir un orden que limita el horizonte existencial de cada uno a esta triste suerte : «encontrar un empleo».

Sea cual sea el porvenir del movimiento, habremos aprendido que la primera condición para quien quiere constituir una fuerza política es tomar la cuestión de la subsistencia material y emocional como una tarea colectiva, y no como un punto de debilidad por el cual estaríamos perpetuamente condenados, cada uno, aisladamente, a venderse a un patrono, a volver a su vida privada. Deberemos esforzarnos también para que el trabajo, el dinero, los bienes y productos circulen dentro del movimiento de tal modo que estemos plenamente disponibles para que la situación exige nosotros. No hay nada mejor que hacer, sin duda, que organizarse para resistir confrontaciones de mayor envergadura.

Por fin, a los que quieren distraernos con cuestiones del tipo «¿y con qué váis a sustituir este capitalismo que tanto odiáis ?» «, comminémosles a mirar mejor, a darse cuenta de que lo disolvemos desde ahora como realidad ética, en nosotros, entre nosotros, y que no cejaremos hasta que así sea en todas partes.» La alternativa está aquí mismo, en el devenir insurreccional del movimiento.

Rennes, 27 de marzo de 2006


Traducido por : Revista Polémica

Texto original : http://marseille.indymedia.org/news/2006/03/5294.php


Par : Revista Polémica



Fuente: Revista Polémica