Artículo de opinión de Rafael Cid

<<Somos enanos a hombros de gigantes>>

(Juan de Salisbury)

<<Somos enanos a hombros de gigantes>>

(Juan de Salisbury)

Como primera providencia, parece obligado ofrecer una explicación sobre el posiblemente chocante encabezamiento de este texto. No tanto por lo obvio de la frase, que anticipa una presunta relación de ascendencia intelectual del revolucionario ruso sobre el padre de la sociología comprensiva. Eso será lo que habrá que explorar en determinados aspectos y temas concretos a lo largo del artículo. Me refiero más bien a los motivos que han llevado a emparentar a dos personalidades con trayectorias tan diferentes y, en teoría, tan enfrentadas en el terreno de las ideas. Resultando cierto, por lo demás, que apenas existe un pensamiento original que carezca de antecedentes. Ese sinequismo (en la terminología del filósofo Charles. S. Pierce; el helenista Jacob Burkhardt lo denomina sinoiquismo y Weber emplea la grafía synoikismo), o principio de continuidad que preside toda la realidad, influjo del que solo los auténticos genios, en cuanto creadores ex novo, pueden zafarse. Aquel <<nuestro herencia no proviene de ningún testamento>> de René Char.

Pero no es el caso. Aquí, semejante especulación trae causa de un acto impropio, no intencionado. El que propició los meses de confinamiento obligatorio durante la primera etapa de la pandemia. Tiempo dado a la lectura y la reflexión. Por un lado a bucear en las <<Obras Completas>> de Bakunin, en concreto los cinco tomos que en 1982 sacó aquí ediciones La Piqueta, que están lejos de reflejar toda su producción. Siempre he tenido la impresión que a muchos de los que nos reclamamos de la estela libertaria nos pasa como esos cervantistas de pro que de El Quijote solo conocen los pasajes más socorridos. Simultáneamente abordé el estudio de Economía y sociedad, la obra más emblemática de Weber, en la versión aportada por la segunda edición publicada en 1964 por el Fondo Cultura Económica, un <<tocho>> de 1245 páginas. Dos experiencias que descubrieron trazas de complicidad respecto a la visión que sobre las fuentes y el ejercicio del poder tenían ambos pensadores.

Ciertamente no tengo la menor evidencia de que Max Weber (1864-1920) estuviera al tanto de los trabajos de Mijail Bakunin (1814-1876), medio siglo mayor que el sociólogo aleman. Pero si la sospecha, después de comparar lo que uno y otro dejaron dicho sobre conceptos cruciales en la dinámica social, en tantos puntos coincidentes. El único asidero para especular a contracorriente es la presencia de Weber junto a otros artistas, escritores y librepensadores en la Cooperativa Vegetariana Monte Verita. Una comuna contracultural situada en la mutualidad suiza de Ascona, del distrito de Locarno, ciudad donde Bakunin residió largas temporadas a lo largo de su agitada y nómada existencia. La colonia era frecuentada por al psicoanalista anarquista Otto Gross, amigo de Weber y pionero de la izquierda freudiana, aparte de seguidor de las tesis de Max Stirner y Piotr Kropotkin. Algunos autores, como Guillermo Rendueles recientemente, sitúan también a Bakunin en la colonia, pero parece improbable dado que en 1900, cuando Henry Oedenkoven compró los terrenos donde se instalaría la comunidad, el coloso ruso hacia veinticuatro años que había desaparecido.

Así que nos remitiremos a los hechos constatados en sus respectivos textos. Y lo haremos sobre la base del criterio expuesto en torno a temas como el Estado, la dominación, la violencia, la utopía y la burocracia. Veamos.

Sostiene Weber en lo que ya es una definición canónica del concepto Estado contraponiéndolo al de Anarquía: << […] sociológicamente el Estado moderno solo puede definirse en última instancia a partir de un medio específico que, lo mismo que a toda asociación política, le es propio, a saber: el de la coacción física […] Si solo subsistieran construcciones sociales que ignoraran la coacción como medio, el concepto de Estado hubiera desaparecido; entonces se hubiera producido lo que se designaría, con este sentido particular del vocablo. como “anarquía” […] el Estado es aquella comunidad humana que en el interior de un determinado territorio –el concepto de “territorio” es esencial a la definición- reclama para sí (con éxito) el monopolio de la coacción física legítima […] Este se considera, pues, como la fuente única del “derecho” de coacción […] El estado, lo mismo que las demás asociaciones políticas que lo han precedido, es una relación de dominio de hombres sobre hombres basada en el medio de la coacción legítima (es decir: considerada legítima) […] El desarrollo de éste se inicia por doquiera a partir del momento en que se empieza a expropiar por parte del príncipe a aquellos portadores de poder administrativo que figuran a su lado>> (Economía y sociedad. Año 1921-1922. Págs. 1056-1057).

Por su parte, en lo que, en la perspectiva histórica podría considerarse una precuela de lo dicho a posteriori por Weber, Bakunin había afirmado: <<Saben muy bien que ningún estado histórico ha tenido jamás un contrato por base y que todos han sido fundados por la violencia, por la conquista. Pero esa ficción del contrato libre, base del Estado, le es necesaria y se la conceden sin más ceremonias>> (Tomo 4. Dios y el Estado. Año 1882. Pág. 147). <<El Estado no es la sociedad, es una de sus formas históricas, tan brutal como abstracta. Ha nacido históricamente en todos los países del matrimonio de la violencia, de la rapiña, del saqueo, en una palabra de la guerra y de la conquista, con los dioses creados sucesivamente por la fantasía teológica de las naciones>> (Ídem. Pág.159). <<La violencia de Estado, el Estado simplemente, porque Estado significa precisamente violencia, la dominación por la violencia, enmascarada, si es posible y, si es preciso, franca y descarada>> (Tomo 5. Estatismo y anarquía. Año 1873. Págs. 79-80). << […] la sumisión, esa virtud fundamental del Estado>> (ídem. Pág.84).

Hasta aquí el trenzado Estado, dominación y violencia con que ambos caracterizan a la institución política por excelencia. Pero donde las posturas se acercan hasta casi confundirse es a la hora de referirse a la <<utopía>>. Por orden de aparición cronológica. Mantiene Bakunin: <<Es al buscar lo imposible como el hombre ha realizado siempre y reconocido lo posible, y los que están prudentemente limitados a lo que les parece posible no han avanzado nunca un solo paso. Por lo demás, en presencia de la inmensa carrera recorrida por el espíritu humano durante los tres mil años, poco más o menos conocidos por la Historia, ¿quién se atreverá a decir lo que dentro de tres, cinco, diez mil otros años será posible e imposible?>> (Tomo 3. Consideraciones filosóficas sobre el fantasma divino, sobre el mundo real y sobre el hombre. Año 1870. Pág. 250.). Y décadas después Weber casi reproduce: <<Es completamente cierto, y así lo prueba la Historia, que en este mundo no se consigue nunca lo posible si no se intenta lo imposible una y otra vez. […] Solo quien está segura de no quebrarse cuando, desde su punto de vista, el mundo se muestra demasiado estúpido o demasiado abyecto para lo que él le ofrece; solo quien frente a todo esto es capaz de responder con un “sin embargo””; solo un hombre de esta forma construido tiene ”vocación” para la política>> (El político y el científico. Año 1919. Págs. 178-179).

El optimismo del último Weber, aupando confianza en las capacidades de las personas para superar las adversidades y avanzar en el progreso civilizatorio, contrasta con el pesimismo que esbozaba quince años atrás con la expresión <<jaula de hierro>>. La acuñó en La ética protestante y el espíritu del capitalismo para significar la opresión inherente al desencantamiento mundo real, dominado por la racionalización, la burocratización, la deshumanización y la hegemonía del mercado: <<En la sociedad capitalista, la vivencia del agobio temporal, de exigencia a movilizar todas las energías a favor del trabajo, junto a la postergación de las satisfacciones inmediatas, ahogadas por el deber profesional, generan esa sensación de “reptar en una jaula de hierro”>>. El resultado, siguiendo a Weber, es <<una noche polar de oscuridad helada>>, en la que el creciente disciplinamiento de la vida humana atrapa a los individuos dentro de un Estado de control basado en reglas. A destacar que los calificativos <<gélidos>> aplicados para diseccionar la nueva normalidad casan con la metáfora a la que recurrió Nietzsche a través de su alter ego Zaratustra para identificar al Estado: <<el monstruo más frío de todos los monstruos fríos>>.

En este terreno nuevamente se observan paralelismos asintomáticos en la pareja. Admite Weber: <<[…] El desarrollo de éste se inicia por doquiera a partir del momento en que se empieza a expropiar por parte del príncipe a aquellos a aquellos portadores de poder administrativo que figuran a su lado […] El proceso conjunto forma un paralelo completo con el desarrollo de la empresa capitalista, con su expropiación paulatina de los productores independientes […] En el Estado moderno, el verdadero dominio, que no consiste ni en los discursos parlamentarios ni en las proclamas de monarcas sino en el manejo diario de la administración, se encuentra necesariamente en manos de la burocracia […] Desde el punto de vista de la sociología, el Estado moderno es una “empresa” con el mismo título que una fábrica: en esto consiste precisamente su rasgo histórico específico [..] “Socialización” creciente significa hoy, inexorablemente, burocratización creciente>> (Economía y sociedad. Págs. 1059-1060-1061).

Exponía antes Bakunin con parecidos registros: << […] Cuanto más vasto es el Estado, más complejo es su organismo y más lejos está del pueblo; por esa razón sus intereses se vuelven cada vez más adversos a los intereses de las masas del pueblo y su Estado pesa crecientemente sobre ellos como un yugo opresor; toda intervención en él por parte del pueblo, se hace cada día más imposible; la administración del Estado se aleja progresivamente de la administración por el pueblo>> (Tomo 5. Estatismo y anarquía. Año 1873. Pág. 114). << […] El pueblo no es sabio, por tanto será enteramente eximido de las preocupaciones gubernamentales y será globalmente incluido en el rebaño administrado. ¡Hermosa liberación!>> (Ídem. Pág. 259).

En el centenario del fallecimiento de Max Weber, año de la última pandemia.

(Nota. Este artículo se ha publicado en el número de diciembre de Rojo y Negro)

Rafael Cid


Fuente: Rafael Cid