“Tenemos que seguir formulando políticas y para eso hay que tener formas de organización y movimiento”, señala el sociólogo portugués Boaventura de Souza Santos en entrevista con Desinformémonos.

Entrevista de Jaime Quintana Guerrero e Isabel Sanginés Franco.
Fotos: Isabel Sanginés.

El movimiento Ocupa y los indignados

El movimiento Ocupa y los indignados

Los sociólogos son muy buenos para ver
el pasado y muy malos para prever el futuro, así que no sé lo que va a
pasar, pero lo que los ocupas y los indignados manifiestan es que esta
institucionalidad está podrida, piden democracia verdadera y democracia
real. Estamos vislumbrando lo que yo llamo una sociología de las
emergencias, de nuevos movimientos que apuntan a otras formas de
democracia más robustas y que puedan evitar lo que yo llamo el fascismo
social.

Estoy seguro de que tendremos que
mantener junto con estas formas más radicales la democracia
representativa, pero nunca sola. Democracias participativas junto con
democracias directas y democracias comunitarias.

Hoy las tecnologías de la información
permiten una participación mucho más grande de los ciudadanos en la
política y otra percepción de ella. Ahora mismo, por ejemplo, vengo de
Bogotá donde la alcaldía es una alcaldía de izquierda, dirigida por
Gustavo Petra, y están intentando trabajar con procesos como el
presupuesto participativo y la intervención ciudadana.

Entonces, los movimientos de indignados
nos dicen que es posible luchar. Nosotros no podemos quedarnos como
estudiantes separados de las luchas, tenemos que estar dentro de ellas,
es decir permanecer en la universidad y en la lucha simultáneamente, y
ese a mi juicio es el aprendizaje.

Lo que es nuevo en relación al siglo
XIX, es que a los jóvenes de entonces no les pasaba por la cabeza luchar
por la democracia porque en esa época la democracia era elitista y
totalmente oligárquica y hoy existen grandes diferencias. Tenemos que
mantener este imaginario actual de una democracia radical participativa,
directa y comunitaria, me parece que es lo que nos enseñan los
movimientos de ahora.

Pero hay que ir más lejos, porque en la
calle no se formulan políticas, la calle es un detonador muy importante
para mostrar la resistencia, la inconformidad, la indignación, pero
tenemos que seguir formulando políticas y para eso hay que tener formas
de organización y movimiento.

Para la detonación llevar el movimiento al límite

Los límites, no. Si estamos en la
práctica no podemos hacer preguntas teóricas sobre las restricciones del
movimiento, porque en la práctica todo tiene límites. Es decir, todas
las luchas están acotadas, el problema es llevar los límites al límite, o
sea todas las oportunidades de lucha que tenemos debemos de
radicalizarlas.

Los límites son decididos por la
correlación de fuerzas. Sin correlación de fuerza no vas a ir a ningún
lado, y tu trabajo es trascender las murallas, pero no las trasciendes
de una manera romántica como si no existieran porque te desplomas,
tienes que saber cuáles son estos límites y forzarlos más allá de sí
mismos.

La guerra en México

Actualmente México vive un momento muy
difícil en la medida en que hay una situación de criminalidad que nos
recuerda la Colombia de los años noventa. Es una criminalidad que viene
de diferentes ejes y direcciones, y a veces se confunde. Llega desde el
propio Estado que colabora con los grupos de criminales, llega desde el
narcotráfico y el crimen organizado.

Se vive en una especie de anomia, es
decir con los vínculos sociales rotos y debilitados. Hay un sentimiento
de que no vale la pena respaldar a la ley ya que esta no castiga a quien
debe; existe la sensación de que las normas no conducen nuestra vida y
este imaginario de ilegalidad o de trivialización de la legalidad es
quizás lo que existe hoy en México. Pero hay que distinguir entre
diferentes tipos de criminalidad porque hay que los grupos afectados por
estos no son los mismos.

Si se compara lo que pasa en el Distrito
Federal con lo que pasa en Guerrero o en Chiapas, no estás en el mismo
país, pues son estados con una desigualdad social brutal. En este
sentido, podemos decir que el federalismo mexicano ha fracasado
totalmente ya que el federalismo fue creado para generar una solidaridad
nacional entre diferentes estados y ese fenómeno no existe. Aquí hay
una fragmentación nacional y se da también bajo la forma de guerra civil
o, como yo la llamo, de guerra incivil, porque parece que es
sin ley. Es una guerra en la operan simultáneamente, en varias partes
del país, grupos armados, ya sea para defenderse o para atacar.

En este momento el Estado ha perdido el
control de la violencia legítima, que es su prerrogativa, y es la que
mantiene el orden dentro de los Estados liberales. Ahora se practica una
violencia ilegítima sobre la cual no tiene control el Estado, aunque él
mismo la ejerce también, junto con otros poderes fácticos que están
dominando este país y que se hayan creando una situación real de
liberalización de la criminalidad.

Por ejemplo, el día de hoy, me encuentro
muy impactado por el asesinato de un profesor del departamento de
sociología, cinco minutos antes de que comenzara mi charla en la
Universidad Autónoma Metropolitana, esto nos da una idea de cómo la
violencia está próxima a nosotros. Hoy fue él, mañana puedes ser tú o
puedo ser yo. La violencia tiene una presencia existencial, y esto
genera que ya no te sientas protegido en ningún momento, ni de ninguna
manera por nadie. El resultado es que la gente empiece a buscar formas
alternativas de protección, las cuales pueden ser rondas campesinas,
pero también comprar armas del crimen organizado.

Entonces, la primera parte de mi
respuesta es que en este país tenemos una multitud de criminalidades, de
anomias, y es muy difícil comprender todas sus articulaciones.

Ahora bien ¿hasta qué punto el Estado
participa en esto por acción y hasta qué punto participa por omisión? Y
por otro lado, ¿cómo podemos salir de esta situación? Yo pienso que lo
primero es no desistir, y después encontrar formas de rebelión en contra
de este Estado.

La lucha de las ideas y la acción política

Lo que necesitamos hoy, es una reforma,
una refundación profunda del Estado, de la democracia y de la justicia. A
través de los movimientos sociales constituidos en la alternativa a una
política de Estado corrupta e ineficiente.

La batalla tiene que darse y no podemos
desistir. Las personas que se encuentran permanentemente bajo amenaza de
muerte, o del hambre por esta violencia desatada, no pueden pensar como
nosotros, los que estamos en las universidades o relativamente más
seguros. Ellos, los continuamente amenazados tiene que pensar en
soluciones y nosotros por respeto a ellos debemos de encontrarlas junto
con ellos, esa es la única dignidad de los intelectuales y de los
activistas: trabajar directamente con la gente y mantener la esperanza,
pero no una esperanza romántica.

La organización de la lucha social en México

Durante mi estancia en México hablé con
personas de diferentes movimientos sociales y con gente que está
involucrada en la lucha social y cada vez más me parece que, en la
situación actual, la batalla por la paz podría ser una línea de
articulación para todo el movimiento, una línea agregadora, no me parece
que sea socialismo, no sé si es justicia social, tal vez. Eso sí, para
los indígenas tienen que ser una justicia histórica, no basta con
hacerles una justicia social, pero es la paz la que nos dará la
posibilidad de hacer otras cosas. Y para esto hay que manejar algunos
instrumentos jurídicos, instrumentos del derecho que el Estado creó en
una tradición que viene desde lejos y que puede ser emancipadora. Pero
no es sólo el derecho, lo que hace falta es la movilización política.

En México lo que falta es una
movilización política fuerte, y creo que se puede generar ahora
alrededor de la consigna por una paz ciudadana, pero no la paz de los
vencedores, sino la paz de los vencidos. Es por lo que hay que luchar
hoy.

¿Con qué instrumentos? Con instrumentos
jurídicos, pero también con instrumentos ilegales. Mi frontera es la
lucha armada, no estoy a favor de la lucha armada, pero luchas ilegales
por supuesto que sí. Y es que se tienen que producir luchas ilegales
porque desde el poder van a criminalizar la protesta, van a hacer todo
para que ustedes no puedan salir a la calle, van a considerarlos
terroristas, así lo hacen en Chile, así lo hacen en Perú, así lo han
hecho ya en México.


Fuente: Boaventura de Souza Santos