Artículo publicado en Rojo y Negro nº 388 de abril.

La autobesidad es un término acuñado recientemente para definir a aquellos automóviles que están creciendo en tamaño y potencia, a pesar de que, en promedio, circulan con menos pasajeros.

El tamaño medio de los coches en la Unión Europea ha experimentado un crecimiento constante en las últimas tres décadas. Este aumento no sólo ha contribuido a la ocupación desmesurada del espacio público, sino que también ha intensificado los riesgos para personas peatonas y ciclistas. Un fenómeno que acelera la invasión de los espacios públicos por «estos tanques, de casi dos toneladas de masa, y una altura que les hace peligrosísimos, especialmente para niños y niñas» como señala Carmen Duce, coordinadora de la campaña Clean Cities en España.
En el Estado español, este fenómeno se traduce en un aumento exponencial de las ventas de SUV (Vehículos Deportivos Utilitarios), que en 2023 representaron el 70% de todos los coches vendidos en el país, cuadriplicando su presencia en la última década. La organización Red de Ciudades que Caminan pone cifras, en su estudio Callegrafías, a esta tendencia: las vías urbanas dedican más del doble de espacio a los coches —el 68%— que a los peatones —el 32%— que tienen que convivir con mobiliario, árboles y vehículos mal aparcados. Los SUV ocupan más espacio público, lo que reduce la disponibilidad de plazas de aparcamiento y contribuye a un entorno urbano menos amigable.
Un aspecto adicional a considerar es el impacto ambiental. A pesar de los avances en la eficiencia de los motores, la introducción de vehículos más pesados y potentes en el mercado ha llevado a un aumento en las emisiones totales de vehículos nuevos, incluyendo partículas nocivas producidas por la fricción y el frenado. “Estos vehículos requieren un mayor consumo energético, para transportar la misma cantidad de personas que un turismo convencional. Por lo tanto, los SUV incrementan de manera innecesaria las emisiones de gases tóxicos y de efecto invernadero en las ciudades ya saturadas de contaminación”, nos explica Dídac Navarro, portavoz de Ecologistes en Acció de Catalunya.
«El giro hacia vehículos más pesados y menos eficientes está detrás del aumento del consumo de petróleo y de las emisiones», advirtió la Agencia Internacional de la Energía en un demoledor informe hecho público en 2023. Si los más de 330 millones de SUV en circulación fueran un país, ocuparían el sexto lugar del mundo por las emisiones cercanas a 1.000 millones de toneladas de CO2 en un año.
Los SUV son más caros y los compran sobre todo las empresas y los ciudadanos más pudientes, el precio medio de venta al público de un SUV es un 59% más alto que el de un utilitario en Europa. La Agencia Tributaria aporta otro enfoque a tener en cuenta: en 2023, en España se adquirieron casi 20.000 coches de lujo con un valor superior a los 60.000 euros, una cifra récord que supera cualquier otro año anterior. Sorprendentemente, a pesar del aumento en la compra, los contribuyentes abonaron, en promedio, la menor cantidad de impuestos hasta la fecha para poner estos vehículos en circulación, 115 millones de euros. Sin embargo, al analizar cada caso individualmente, la cuota media de impuestos por automóvil descendió a niveles nunca antes vistos, llegando apenas a los 5.800 euros. Una vez más, quien cuenta con más recursos y más contamina paga menos impuestos, mientras que las consecuencias de la crisis climática las sufrirán más quienes menos han contribuido a ella y tienen menos recursos para enfrentarla.
El pasado 4 de febrero los vecinos y vecinas de París votaron en un referéndum en el que con un 54,5% de los votos se decidió triplicar las tarifas de estacionamiento de estos coches. A partir de septiembre, los visitantes que entren a la ciudad con un coche que supere las 1,6 toneladas tendrán que pagar 18 euros por hora para aparcar en París y 12 euros en caso de hacerlo en los distritos periféricos. Según el ayuntamiento, esta tasa suplementaria afectará a un 10% de los vehículos y aportará unos 35 millones de euros de ingresos extra para las arcas municipales. El Ayuntamiento de Lyon será el siguiente a someterlo a consulta y el de Londres comprobará la «efectividad» de la medida de París y estaría dispuesto a copiarla si funciona.
En el Estado español solo la red Clean Cities, en consonancia con su compromiso con la ciudadanía y la salud pública, ha instado a las autoridades españolas a implementar medidas concretas. Fijándose en el ejemplo parisino, sugiere un aumento en las tarifas de estacionamiento en la vía pública como una forma de desincentivar el uso de SUV en entornos urbanos. Carmen Duce explica que «hay que poner límites a este tipo de vehículos, por el bien de todas las personas”. La introducción de distintos tramos tarifarios, algo así como «aparcamiento al peso», ayudaría a recuperar el espacio público para el disfrute de la ciudadanía. Otras medidas podrían ser las de establecer tarifas que varíen en función de la eficiencia energética o multas para vehículos que sobresalgan de las plazas de aparcamiento.
Cristian Quílez, responsable de políticas públicas de ECODES —otra de las organizaciones que se articula en Clean Cities—, afirma que “ojalá las ganas de proteger la salud de las personas y del Planeta que tiene París y otras ciudades europeas se vieran más en España. Esta medida es sólo una de otras muchas que con interés pueden ponerse en marcha para cambiar la forma en la que nos movemos y recuperar para las personas el espacio público de nuestros municipios. Menos vehículo privado, menos asfalto y más transporte público, caminar, ir en bicicleta y naturalización urbana”.
El grupo Tyre Extinguisers ha actuado ya en algunas ciudades españolas, con acciones radicales de «desinflado» de los SUV, en protesta por su impacto ambiental y por el espacio que ocupan en las calles.

A.R. Amayuelas


Fuente: Rojo y Negro