La vida es una gran obra de teatro y las manifestaciones de los trabajadores son una pequeña parte de esa farsa. En este 1º de Mayo nuevamente los trabajadores aceptamos la ficción de manifestarnos unidos y conmemorar el aniversario de los mártires de Chicago. Aparentamos, unos más que otros, que es una jornada de lucha por los derechos de los trabajadores y de los ciudadanos. Pero no es así. Pensamos que de esta manera también nos solidarizamos con todas aquellas personas que actualmente son perseguidas, torturadas y asesinadas por luchar contra la explotación en cualquiera de sus formas. Pero es mera apariencia.

La vida es una gran obra de teatro y las manifestaciones de los trabajadores son una pequeña parte de esa farsa. En este 1º de Mayo nuevamente los trabajadores aceptamos la ficción de manifestarnos unidos y conmemorar el aniversario de los mártires de Chicago. Aparentamos, unos más que otros, que es una jornada de lucha por los derechos de los trabajadores y de los ciudadanos. Pero no es así. Pensamos que de esta manera también nos solidarizamos con todas aquellas personas que actualmente son perseguidas, torturadas y asesinadas por luchar contra la explotación en cualquiera de sus formas. Pero es mera apariencia.

Lo que no es apariencia es la resistencia al Imperio de los insurgentes iraquíes y de todos los insumisos al poder del dinero y de las armas. Lo que no es apariencia es el hambre, la pobreza, la enfermedad, la violencia y la falta de servicios básicos que padecen millones de personas de los países del sur, causados fundamentalmente por las políticas neoliberales originadas en los países e instituciones occidentales. Esto es el verdadero caldo de cultivo de la violencia fundamentalista, que retroalimenta al otro gran fundamentalismo, el capitalista.

Lo que es real es que el capitalismo ha sabido hipnotizar a la mayoría de los trabajadores y ciudadanos occidentales. Los ha convertido a sus ideas, al individualismo, a la competitividad, al consumismo, a la sumisión al poder, con la inestimable ayuda de sus medios de comunicación.

El masivo e indiscriminado atentado criminal del 11-M nos ha recordado que la Guerra Global también existe en Europa, que no es patrimonio exclusivo de los esquilmados países del sur. A diario mueren cientos de personas inocentes en países como Irak, Palestina, Afganistán, Colombia, Zaire, etc., en guerras patrocinadas por las transnacionales y perpetradas por los EEUU y/o sus países acólitos, pero nadie habla de las víctimas en la misma medida que lo hacemos con “nuestros muertos”. Ahora parece que sólo nos importa que las tropas españolas vayan a volver, cuando los invasores van a seguir en Irak durante mucho tiempo.

Y a la Unión Europea llegan diez nuevos países, la mayoría procedentes del bloque del Este, un nuevo mercado para las insaciables ansias de poder del capitalismo europeo. Creen que van a mejorar su situación social y económica por efecto de la deslocalización de empresas cuando únicamente van a cambiar un amo (URSS) por otro (UE y/o EEUU). Y además se pretende aprobar una Constitución sin la más mínima participación de los ciudadanos y de claro talante neoliberal. Esa será la esencia de una Europa que se prepara para la lucha fratricida por espacios de poder con su mayor adversario económico, Estados Unidos.

Sin embargo, todavía hay motivos para la esperanza. Las movilizaciones antiglobalización, aunque utilizadas mediáticamente para otros intereses, fueron el inicio de la toma de la calle por el pueblo que se concretó durante los primeros meses del 2003 en las más grandes manifestaciones en el mundo desde la II Guerra Mundial. Las manifestaciones contra la guerra, sobre todo, y contra la manipulación informativa parece que pueden haber servido de algo a corto plazo. Aunque para ello una gran parte del pueblo español haya tenido que votar con la nariz tapada a un partido como el PSOE y así impedir que los neo-franquistas siguieran gobernando. Los resultados de las elecciones del 14-M han sido un aviso para navegantes. No todo vale, incluso para partidos con una clientela electoral tan estable como el PP. Y que a pesar del aparente y mediático crecimiento económico, que por otra parte ha favorecido fundamentalmente a los de siempre, todavía hay un lugar para la ética. Sobre todo si tenemos en cuenta que España sigue sufriendo endémicamente la plaga de la especulación inmobiliaria, con el consiguiente endeudamiento familiar, el deterioro de los servicios públicos y la mayor precariedad en el empleo y siniestralidad laboral de la UE.

En Cantabria la Asamblea de Colectivos contra la Guerra impulsó asimismo las más grandes movilizaciones que se recuerdan en la ciudad de Santander. Aunque a cambio hayamos recibido una represión indiscriminada por parte del blue bloc y de su jefe, el delegado del gobierno ; con el resultado de 15 compañeros multados y otros 9 compañeros detenidos, de los cuales 6 deberán cumplir pena de cárcel, por participar en una cacerolada contra la visita de Aznar y en la ocupación pacífica de la sede del PP de Torrelavega. Y en el año 2003 también experimentamos un cambio de gobierno en la región que, sin embargo, no creemos que vaya a acabar con el caciquismo imperante y con la progresiva terciarización de la mano de obra que en Cantabria cobra extremos inusitados. El entreguismo de la mayoría de los agentes sociales, la desestructuración social y el pasotismo de la población han convertido a Cantabria en la reserva espiritual de occidente con respecto a las políticas más recalcitrantemente capitalistas, es decir, las que tienen como fin la especulación (financiera, suelo, vivienda). Las consecuencias medioambientales y en empleo (como el caso de Trefilerías Quijano) ceden ante el extraordinario negocio que supone a corto plazo para constructoras y empresas privadas de servicios.

Desde la CGT vamos a seguir luchando por la unión de todas las fuerzas políticas, sindicales y sociales antagonistas al sistema. Después de la resaca de las movilizaciones contra la guerra parece tomar cuerpo una cierta tendencia al aislamiento por parte de los colectivos y movimientos sociales. En este sentido, queremos retomar el trabajo del Movimiento Antiglobal, pero desde unas nuevas bases y cimientos. La lucha contra la globalización capitalista debe continuar y debemos impulsarla más ahora que parecen querer matarla antes siquiera de haber comenzado a andar por su propio pie. Desde la CGT también reivindicamos otra forma de hacer sindicalismo, sin evitar la autocrítica o nuestras propias contradicciones y denunciando un modelo sindical que emana directamente del sistema parlamentario de los Pactos de la Moncloa.

En este 1º de Mayo no queremos plantear reformas más o menos razonables. Lo que reivindicamos es la transformación de la realidad, aportando nuestra experiencia y participando en las nuevas ideas que se vienen formando. En este sentido la CGT no cejará en su empeño de acabar con los dos grandes bloques de poder jerárquico y autoritario de la sociedad, la gran empresa y el Estado ; para lo cual es necesario revitalizar el valor de la democracia. No estamos hablando de la gran engañifa que nos venden, la estancada democracia parlamentaria que sirve a los intereses de la oligarquía dominante ; sino de una democracia desde abajo, una democracia directa para y con el ciudadano, es decir, una democratización integral de la sociedad. Creemos, sin lugar a dudas, que la democratización del Estado y del Capital conducirá a su desaparición.

 CONTRA LA PRECARIEDAD Y LA SINIESTRALIDAD LABORAL

 CONTRA LA OCUPACIÓN DE IRAK

 CONTRA EL ESTADO REPRESOR Y EL CAPITAL

 POR LA DEMOCRATIZACIÓN DE LA SOCIEDAD

Secretariado Permanente del Sindicato de Oficios Varios de la CGT de Cantabria