Manuel Buenacasa y el sueño libertario
El Centro de Estudios Comarcales del Bajo Aragón-Caspe acaba de publicar una biografía de Manuel Buenacasa, un líder poco conocido y valorado del anarquismo español. El estudio de Jesús Cirac y José Luis Ledesma revela una figura apasionada y apasionante del siglo XX.
Manuel Buenacasa y el sueño libertario


El Centro de Estudios Comarcales del Bajo Aragón-Caspe acaba de publicar una biografía de Manuel Buenacasa, un líder poco conocido y valorado del anarquismo español. El estudio de Jesús Cirac y José Luis Ledesma revela una figura apasionada y apasionante del siglo XX.

MARIANO GARCÍA. Zaragoza | El 10 de diciembre de 1919 la CNT inauguró su segundo Congreso, en el que prácticamente se «refundaba» tras una etapa de clandestinidad. En aquel momento la organización representaba a 700.000 obreros de todo el país, y se enfrentaba a un debate interno entre quienes creían que debía ocuparse únicamente de labores sindicales, y quienes defendían que el fin de la CNT era, antes que nada, el comunismo libertario. En la mesa inaugural de las sesiones, que se celebraron en el Teatro de la Comedia de Madrid, se sentaron algunos de los grandes nombres del anarquismo español. Y, entre ellos, un aragonés, Manuel Buenacasa Tomeo. Pero, ¿quién era en realidad aquel carpintero de Caspe que llegó a ser secretario general de la CNT ?.

Cuarenta años después de su muerte en el exilio, Buenacasa seguía siendo un enigma. Para sus paisanos, para los militantes y simpatizantes libertarios, y para los historiadores, que lo citaban mucho pero que apenas tenían datos biográficos de él.

El caspolino Jesús Cirac vislumbró hace tres años el calado del personaje y empezó a investigar. Con el trabajo avanzado, y después de localizar a la única hija del anarquista, se encontró en su camino con el historiador José Luis Ledesma. Empezaron a colaborar y, según iluminaban la biografía de Buenacasa, el personaje se iba agrandando, cobraba tintes poéticos y románticos, ganaba envergadura histórica.

Cirac y Ledesma acaban de publicar el libro «Manuel Buenacasa Tomeo. Militancia, cultura y acción libertarias», un volumen apadrinado por el Centro de Estudios Comarcales del Bajo Aragón-Caspe, que nos descubre una apasionante figura del torbellino español de principios del siglo XX.

«Era un hombre muy listo, muy brillante, y destacó en la escuela desde niño -asegura Jesús Cirac-. En una época muy rígida y compartimentada, él se saltó todas las reglas». Quizá ello explique que entrara en el seminario, y que saliera de él, y que regresara a Zaragoza con 20 años y la firme decisión de cambiar el mundo. Se inició como carpintero y entró en la Federación Local de Sociedades Obreras. «Su paso por el seminario le dio una sólida formación intelectual -añade José Luis Ledesma-, y eso le hizo destacar muy pronto. En 1910 ya participa en el congreso fundacional de la CNT en Barcelona». Al año siguiente, el mismo día de su boda, se ve obligado a plantar a su esposa y huir a Francia, donde vive dos años exiliado. Regresa a Barcelona y en 1915 tiene que volver a abandonar el país. «A su regreso, y durante unos años, que fueron los decisivos en la historia de la CNT en España, se convirtió en una figura señera, indiscutible -señala Ledesma-. En 1918 fue elegido secretario del Comité Nacional de la CNT y al año siguiente organizó el congreso de Madrid. Son años clave». Era ya una figura ciclópea, casi inabarcable, un intelectual de largo recorrido, un autodidacta que había estado con Costa en sus últimas horas, y que había conocido a Lenin en Lausana. En 1922, de vuelta a Zaragoza.

«Era un organizador nato -relata Jesús Cirac-, y aunque necesitaba la carpintería para seguir viviendo, «trabajaba» para la CNT. Todo lo que hacía, lo hacía bien». Hizo giras propagandísticas por todo Aragón, montó el periódico «Solidaridad Obrera» en Bilbao y Gijón, y participó en todas las movilizaciones. Parece probable que estuviera implicado en la protección de Escartín y Ascaso, los asesinos del cardenal Soldevilla. Llegó la dictadura de Primo de Rivera, un nuevo exilio, la II República, la vuelta a España, la Guerra Civil…

«Participó de lo mejor del sueño libertario -subraya Ledesma-. Colectivizó su taller de carpintero y creó la Escuela de Militantes, una especie de universidad popular de la CNT. Fue uno de los últimos en abandonar Barcelona». Más exilio y desgarro : campo de refugiados, confinamiento nazi, huida, soledad ideológica en una CNT muy distinta de la que él había soñado… Y su taller de carpintero. Murió en 1964 y, desde entonces, la desmemoria.

«Fue un militante y toda su vida fue la CNT -concluye Cirac-. Pero siempre mantuvo una posición independiente y autocrítica, lo que hizo que fuera defenestrado cuando la FAI tomó el control de la CNT. Y eso le acabó llevando al olvido».


Fuente: Heraldo de Aragón