La vida de Félix Carrasquer -su pensar y su hacer- es más o menos conocida, pero la de Matilde está por hacer y no puede resumirse en una breve nota necrológica, los avatares de una vida tan intensa y agitada como fue la suya merecen investigación y reivindicación.
Toda vida tiene un término, y este momento doloroso llegó para Matilde Escuder el pasado 8 de mayo, a sus 92 años. Llegó a ellos perfectamente lúcida, asumiendo su muerte serenamente, como el fin natural que ha de tener toda vida y confortando a su hija Etna -que no la abandonó un momento - para esta despedida definitiva.
La vida de Félix Carrasquer -su pensar y su hacer- es más o menos conocida, pero la de Matilde está por hacer y no puede resumirse en una breve nota necrológica, los avatares de una vida tan intensa y agitada como fue la suya merecen investigación y reivindicación.

Toda vida tiene un término, y este momento doloroso llegó para Matilde Escuder el pasado 8 de mayo, a sus 92 años. Llegó a ellos perfectamente lúcida, asumiendo su muerte serenamente, como el fin natural que ha de tener toda vida y confortando a su hija Etna -que no la abandonó un momento – para esta despedida definitiva.

Sus últimos años han transcurrido apacibles en Thil, pueblecito cercano a Toulouse, donde su compañero Félix Carrasquer, quiso repetir la experiencia que realizará en Monzón durante la Guerra Civil, creando una Escuela de Militantes. La finca quedó en manos de Etna y su compañero Toni, cuando Félix y Mati decidieron volver a Barcelona en 1971. Allí, con su hermana Gúdula adquirieron una casita en el Tibidabo, donde su presencia y su labor fue incalculable y provechosa para toda una generación joven que se abría a las ideas, ávida de saber.

Esa época, y lo que Mati fue para Félix, su personalidad, su inteligencia, la refleja tan maravillosamente Ignacio Llorens que, pese a su extensión, quiero citar un párrafo :

“Matilde era el contrapeso ideal de Félix. Convivir con alguien de una personalidad tan fuerte no debía resultar nada fácil, pero Mati había sabido acoplarse sin perder su propia personalidad. Maestra de profesión, le unía a Félix la preocupación por una pedagogía libre y la ilusión por transformar la sociedad. Se notaba que Mati lo quería y lo admiraba mucho, pero ello no era óbice para que discutiera con él, le llevara la contraria, a veces apasionadamente, pero siempre con respeto. Mati era quien, mayormente, le leía, así es que estudiaban juntos muchos temas, con lo cual podía discutir con conocimiento de causa. Mati fue su lazarillo y su colega de estudios y luchas, pero también su oponente y crítica. Invirtiendo lo que sucedía en el ámbito de la vida real y concreta, a la hora de discutir Félix lo veía enseguida todo claro y Mati era quien planteaba las sombras de las dudas ; Félix iba directo al grano orillando zarandajas, y Mati planteaba las necesarias consideraciones adyacentes, siempre con vigor y haciéndose escuchar ; Félix era tan duro consigo mismo como con los demás y Mati aportaba un contrapunto de simpatía y de mayor condescendencia. Ahora, en la distancia del recuerdo se me aparecen como una pareja ideal y entrañable.”

La vida de Félix Carrasquer -su pensar y su hacer- es más o menos conocida, pero la de Matilde está por hacer y no puede resumirse en una breve nota necrológica, los avatares de una vida tan intensa y agitada como fue la suya merecen investigación y reivindicación.

En una de mis visitas al Tibidabo empecé a grabar su relato. Matilde Escuder nació en Villafranca del Cid, provincia de Castellón, el 12 de diciembre de 1913. Gracias al interés y sacrificio de sus padres y abuela, como a su propio esfuerzo, pudo seguir estudios y terminar su carrera de Magisterio, siendo afectada como maestra a una escuela de Ibiza, donde entró en relación con un grupo de jóvenes libertarios. Poco después marcha a Barcelona en busca de otros horizontes pedagógicos ; visita escuelas racionalistas y encuentra plaza en la que dirige José Berruezo, sostenida por el Ateneo de Cultura Social de San Adrián de Besós. Según este compañero, la inteligente labor de Matilde, contribuyó mucho al desarrollo de esta escuela. Pero la inquietud pedagógica de Matilde buscaba algo más. Un joven compañero le indica la que dirigen en la calle Vallespir los hermanos Carrasquer. Cuando la visita queda impresionada, aquel método de enseñanza la seduce… peo es preciso ganarse el pan, atender a tantas cosas.

Estalla la sublevación fascista. Matilde con su novio, marchan voluntarios al frente con la Columna Durruti donde ella atiende el almacén de ropa. Allí se une con Enrique Ferrero y viven toda una odisea imposible de contar. Hasta el pueblecito de Mirambel llega el vandalismo comunista destrozando las colectividades. Matilde huye hacia Játiva, llevando en brazos a su hijita Etna que tiene apenas quince días. Ignora donde ha ido a parar su compañero que, finalmente, cae prisionero de los fascistas y es fusilado en la cárcel de Torrente.

En 1944 Matilde siempre con su hermana Gúdula, el bebé de ésta, más su nena Etna viven en Barcelona, trabajando duramente en la confección. Se entera de que Félix Carrasquer está también allí y consigue localizarlo, subyugada siempre por la experiencia pedagógica que viera en la Escuela de la calle Vallespir. Ese reencuentro será fundamental para la vida de los dos, que a partir de entonces corrió paralela, volcados en actividades clandestinas de la CNT que les acarrearon unos meses de cárcel en Barcelona y, finalmente, enviado Félix a Madrid para constituir el nuevo Comité Nacional, junto con Manuel Villar y Monfort, su abnegada labor y reiterado militantismo, fue coronado por otra caída colectiva, en la que Mati sufrió tres años de cárcel y Félix doce. Hay que imaginar sus condiciones de vida y lo que esta separación forzosa significaría para ambos hasta que, se vinieron a Francia en 1960, reemprendiendo la marcha, ya siempre juntos, en bien del ideal.


Fuente: Antonia Fontanillas