Artículo publicado en Rojo y Negro nº 377, abril 2023

Un genocidio silencioso se está produciendo en el mundo, aunque en este artículo citemos a nuestro país, España. Los datos estadísticos provenientes de diversas fuentes, entre ellas el Centro de Investigaciones Sociológicas, dicen que los suicidios aumentan año tras año.

Cuando se proporcionan datos anuales sobre las causas principales de muerte, una de las más significativas es la derivada de los accidentes de tráfico; hace diez años la primera causa de muerte extrema eran estos mismos. Hoy en día es el suicidio. Comparando nuestras cifras con las de la Organización Mundial de la Salud (OMS) constatamos que el promedio nacional de suicidios por cien mil habitantes se encuentra levemente por debajo de la media mundial, pero si analizamos esos mismos datos por provincias se descubre que la mitad de las provincias españolas están situadas por encima.

Un informe titulado Evolución del suicidio en España en este milenio (2000-2021), realizado por Alejandro de la Torre Luque (Universidad Complutense de Madrid) revela cifras aterradoras que exponemos a continuación.

“Desde 2018 observamos una tendencia creciente de mortalidad por suicidio año tras año. La pandemia de COVID ha supuesto un incremento de las tasas de mortalidad por suicidio”.

En 2020 crecieron en España un 3,6% los suicidios. En 2021 el crecimiento ha sido de un 0,8%. Se puede decir que en 2021 fallecieron once personas al día en nuestro país. El 75% de los fallecidos en 2021 eran hombres. El 50% del total (hombres y mujeres) tenían una edad entre 40-64 años; el 31% tenía igual o más de 65 años, y un 13,8% entre 25 y 39 años; un 5% entre 10 y 24 años.

El 87% de las personas fallecidas habían nacido en España y el resto procedían de otras naciones. Con respecto a estas últimas se ha producido un aumento de un año a otro de un 3,1%. Otro dato a considerar es que el 32% de las personas fallecidas vivían en capitales de provincia, un 24% en ciudades pequeñas entre diez mil y cincuenta mil habitantes; el resto residían en ciudades de más de cincuenta mil habitantes, sin ser capitales de provincia.

El informe destaca “un claro aumento de la mortalidad por suicidio en los meses de verano”. Ha sido en el mes de julio donde se produjo el mayor número de fallecidos en el año 2021.

“En relación a distribución geográfica se observan las tasas más altas de mortalidad por suicido (tasas superiores a 10 por cien mil habitantes) en Galicia, en Asturias, Castilla y León (Zamora, León, Palencia, Burgos y Ávila), Aragón (Teruel y Huesca), Cataluña (Gerona y Tarragona) y Andalucía (Córdoba, Jaén, Málaga y Granada). Jaén, Zamora y Lugo tienen las tasas de suicidios más altas. Las provincias de Guadalajara y la Comunidad de Madrid tienen las tasas más bajas del Estado”.

En lo que llevamos de sigo XXI han existido dos circunstancias que se han relacionado con un empeoramiento de la salud mental, y de manera directa con el aumento de la tasa de suicidios: la crisis económica de los años 2008-2014 y la pandemia por COVID-19.

En cuanto al país de origen de las personas fallecidas, se verifica un incremento anual del 6,5% en personas nacidas en España, entre 2018-2021; y del 24,3% en personas nacidas fuera de España. Es obvio que el grupo social más afectado por la pandemia es el de las personas residentes en España procedentes de otras naciones.

Según el informe consultado “las expectativas no son nada prometedoras, dado que se espera que la tendencia creciente se mantenga también en el año 2022, a juzgar por los datos preliminares que ha liberado el Instituto Nacional de Estadística”.

Todo lo anterior son datos fríos, descarnados, cifras insuficientes que no proporcionan información sobre la clase social de las personas fallecidas ni sobre la situación de precariedad, material e inmaterial, en la que se encontraban en los momentos previos a su fatal decisión. Tampoco se ofrecen referencias sobre los intentos fallidos que se han producido en los años citados. Este último dato nos podría presentar la verdadera magnitud del problema. Hay que tener presente que a finales de los años 90 España tenía una tasa de suicidios del 8% por cien mil habitantes. En veinte años nos hemos aproximado al 10%, a la media europea, existiendo provincias como Lugo que han alcanzado en 2021 una tasa del 15,6% por cien mil habitantes.

Desde nuestro punto de vista, el anarcosindicalista y anarquista, las organizaciones que se manifiestan en estos ámbitos ideológico-filosóficos tienen un trabajo pendiente sobre la masa social depauperada y carente de horizontes transformadores, es decir, sin esperanza de cambio. Decía una canción “me matan si no trabajo y si trabajo me matan, me matan, siempre me matan”. Hoy la relevancia del problema se sitúa en que nos estamos matando nosotras, ya no hace falta que el Estado y el Capital nos torturen y ejecuten sumariamente, su labor pedagógica es más sutil: nos alienan y destruyen en nuestras bases psicológicas para convertirnos en seres sumisos y vulnerables, para desecharnos sin escrúpulos cuando ya no le servimos. Esta mecánica genocida degrada necesariamente nuestra “salud mental” y nos conduce inexorablemente a acabar con nuestras vidas para poner punto y final a un sufrimiento emocional que en un momento dado nos llega a resultar insoportable.

El sistema de creencias neoliberal nos ha penetrado hasta lo más profundo de nuestras conciencias. A esa forma de procesamiento, de procesar el mundo, individualista e insolidaria, debemos oponerle nuestra rica forma de construir las relaciones sin dominación, nuestra moral libertaria. Tenemos que hacer ver a las personas que nos observan y escuchan que el futuro está en nuestras manos y que dicho futuro se construye en el ahora, a partir de concepciones diferentes de las formas de relacionarnos; nuestro enemigo no es nuestra vecina o nuestra compañera de tajo, sino la clase dominante, el Estado y sus advenedizos colaboradores. Empecemos por sustituir el sistema de creencias del Capital por el nuestro, el de la utopía siempre en construcción, “La idea”, ese es el camino.

“No teniendo una idea del futuro, tampoco tenemos una idea de hoy, porque el hoy para el hombre [y la mujer] de acción, no es sino un prólogo del futuro” (Fernando Pessoa).

Ángel E. Lejarriaga


Fuente: Rojo y Negro