Antonio Pérez Collado / Secretario General de CGT-PV
Ante la celebración del 9 d´octubre de 2007, y si miramos el tratamiento que a esta histórica fecha se le da desde los distintos sectores de la sociedad valenciana, se nos ocurren muchas reflexiones. La primera y la más evidente es que, para una gran mayoría, se trata de una fiesta más que, en años como el actual, permite “construirse” un puente y abandonar la ciudad y sus agobios, en busca de lugares más tranquilos y relajantes ; otra cosa es que luego, el punto de destino, suele resultar tan saturado y ruidoso como nuestra amada Valencia.
Antonio Pérez Collado / Secretario General de CGT-PV

Ante la celebración del 9 d´octubre de 2007, y si miramos el tratamiento que a esta histórica fecha se le da desde los distintos sectores de la sociedad valenciana, se nos ocurren muchas reflexiones. La primera y la más evidente es que, para una gran mayoría, se trata de una fiesta más que, en años como el actual, permite “construirse” un puente y abandonar la ciudad y sus agobios, en busca de lugares más tranquilos y relajantes ; otra cosa es que luego, el punto de destino, suele resultar tan saturado y ruidoso como nuestra amada Valencia.

Publicado en LEVANTE
Gabinete de Prensa de CGT-PV
Otra postura bastante previsible es la de nuestras autoridades locales y autonómicas. Para ellas el 9 d´octubre es una fiesta institucional en la que celebrar lo bien que van las cosas y lo mucho que el pueblo valenciano, sus derechos y su cultura, están avanzando bajo su certera dirección. Lógicamente se han de convocar actos para el realce y lucimiento de los organismos públicos y ágapes para satisfacción del organismo privado de sus señorías ; a juzgar por lo que les (nos) va costar el aperitivo oficial de tan señalada conmemoración. El PSOE (también PSPV) intentará navegar entre dos aguas para no molestar a la derecha más intransigente en cuestiones tan innegociables como las señas de identidad : seguirá lamentando la deleznable programación de TVV, pero se peleará con quien sea para demostrar que “ellos” (desde el gobierno central) ponen tanto interés y tanto dinero como las administraciones gobernadas por el PP en eventos y obras que, como el AVE, el «agua para todos (los campos de golf)», la Copa América o el circuito de Fórmula I, representan un despilfarro del dinero público para negocio y lucimientos privados.

Luego quedan las posturas de los sectores políticos sin representación parlamentaria. Los más a la izquierda (pero sin pasarse) tendrán que denunciar las agresiones constantes que sufre la lengua valenciana (que son ciertas y denunciables) y la degradación galopante del territorio a manos de especuladores que no tienen más patria que su cuenta corriente. Por su parte, los situados en el otro extremo (aunque ellos dicen que no son de derechas, lo que pasa es que son los auténticos valencianos) dedicarán esta fiesta a denunciar que ZP se olvida siempre de estas tierras y a alertarnos sobre el peligro que acecha más arriba del Ebro.
Después, el día 10 y el resto del año, cada uno a lo suyo : los políticos a vendernos la moto, los empresarios a engordar a su cuenta de resultados y la gente a intentar llegar a fin de mes, en un esfuerzo inútil por estirar el sueldo tanto como le agrandan la hipoteca.

En todo caso es un buen momento para recordar algunos de los aspectos más preocupantes de la realidad que vivimos en estos tiempos de pugna entre globalización e integrismo (o entre Guatemala y guatepeor). Para la CGT-PV, de tradición libertaria y federalista, lo primero a señalar sería nuestro respeto y compromiso con la lengua, las costumbres y libertades de todos los pueblos (empezando por el propio) ; pero al mismo tiempo y con la misma fuerza, nuestro apoyo al derecho de todas las personas que, libre o forzosamente emigran, a establecerse y ser admitidas y respetadas en el lugar de acogida.

También nos preocupa la simplificación, cuando no clara manipulación, del noble amor a la tierra que nos ve nacer, que supone identificar con la cultura y la tradición valencianas cosas que poco tienen que ver o, más grave todavía, que son absolutas y aberrantes agresiones a ese sentimiento. Reducir el valencianismo a sobrevalorar todo lo de aquí y despreciar lo de fuera es de un provincianismo anacrónico. Ni nuestra cultura se basa exclusivamente en la paella y las fallas ; ni otros pueblos dejan de tener costumbres y fiestas de gran interés cultural y humano.

Lo que hoy representa Valencia (país, reino o comunidad) es fruto del trabajo y la convivencia -no exenta de conflictos- de romanos e iberos ; de árabes, cristianos y judíos ; de valencianos, aragoneses y catalanes ; de manchegos y andaluces ; de sudamericanos, eslavos y africanos. A lo largo de los tiempos ésta ha sido tierra de acogida para muchas gentes ; por sus puertos y caminos han arribado influencias culturales y artísticas ; nuevas costumbres, nuevos cultivos. Así es como se forman las sociedades avanzadas y tolerantes.
No podemos entender, ni mucho menos compartir, determinadas opiniones que se van extendiendo como un peligroso virus, según las cuales los inmigrantes serían los responsables de todos nuestros males, mientras los empresarios y banqueros nativos (que cierran empresas, suben las hipotecas, deslocalizan industrias y se llevan los beneficios a paraísos fiscales) seguirían siendo acreedores de distinciones y admiración.

Desde CGT no podemos dejar de señalar que algunos personajes a los que se les llena la boca de “valencianía” son los auténticos responsables de las amenazas que se ciernen sobre el futuro de algo tan entrañable y valioso para nuestra historia y nuestro patrimonio como la huerta de Valencia, la Albufera, El Cabanyal y un largo número de espacios naturales en los que se trama y tramita la construcción de puertos deportivos y urbanizaciones.

Nosotros, que vivimos y trabajamos en esta tierra que es de todos, apostamos por una sociedad plural, libre, abierta, tolerante, solidaria con aquellos que lo necesiten y, al mismo tiempo, capaz de salvaguardar su vasto patrimonio humano y cultural, sin que ello suponga blindarnos contra las ricas aportaciones que seguirán llegando por encima de las fronteras, ni aferrarnos a tradiciones que supongan discriminación o malos tratos para personas o animales.

Antonio Pérez Collado

Secretario General de CGT-PV


Fuente: Antonio Pérez Collado / Secretario General de CGT-PV