El sindicalismo como tal, se conduce entre las reivindicaciones más inmediatas (reformistas) y el cambio estructural de la sociedad capitalista, que suponga una emancipación total de la clase trabajadora (perspectiva transformadora)

Las reestructuraciones capitalistas que han llevado al sindicalismo a su mínima expresión, debe ir acompañada de un proceso de contrapoder real, que se presente como eficaz, que redifina las estrategias sindicales, situándolas a la altura de la tremenda desigualdad que genera el actual modelo económico, y que debe estar al mismo tiempo necesariamente, presente en los programas de los sindicatos de clase, como aspecto ineludible de transformación social. 

La nacionalización, concepto histórico dentro del pensamiento de la izquierda, no supone cuestionar directamente el régimen de la propiedad privada capitalista, es más ha servido para enjugar los enormes déficits que presentaban dichas empresas privadas, indemnizando a los directivos con cifras astronómicas, antes de que las ganancias volvieran a generarse en el sector privado, lo cual se traduce en una socialización de las pérdidas a manos de los Estados, tal y como lo estamos viendo en la actualidad.

Y cuando, estas empresas entran en quiebra, los estados las sacan a flote, sin contrapartidas, y le pasan la cuenta a los pueblos, destruyendo el sector publico, como hoy es el caso con las políticas de austeridad instauradas en Europa inmediatamente después de la crisis económica y financiera del 2008

Con los procesos de privatización, y el giro de la socialdemocracia a las posiciones liberales, las reconversiones industriales, y la brutal ofensiva contra los servicios públicos de lo que se ha venido en llamar Estado del Bienestar, el coste social está siendo altísimo.

En este artículo de miembros del Secretariado nacional de la Unión sindical Solidaires se plantean los desafíos del sindicalismo en la actualidad, los caminos posibles que se les plantean, partiendo de la idea de la autogestión de los medios de producción, como piedra filosofal de su alternativa social.

Afortunadamente y a pesar de todo, todavía existe el anarcosindicalismo. 

El sindicalismo no puede hacer la economía de profundizar estos puntos porque están en el corazón de todo proyecto de transformación social radical. Mas allá de posiciones de principio de lucha contra el sistema capitalista, las respuestas y las estrategias alternativas por construir deben tomar la medida de la evolución del capitalismo y de las condiciones concretas en las cuales se conduce la lucha de clases.

El sindicalismo no puede hacer la economía de profundizar estos puntos porque están en el corazón de todo proyecto de transformación social radical. Mas allá de posiciones de principio de lucha contra el sistema capitalista, las respuestas y las estrategias alternativas por construir deben tomar la medida de la evolución del capitalismo y de las condiciones concretas en las cuales se conduce la lucha de clases. Ellas se apoyan sobre la necesaria articulación entre reivindicaciones inmediatas y cambios estructurales, entre reivindicaciones y construcción de la relación de fuerza para lograrlas, entre proyecto alternativo y formas de acción (democracia obrera, democracia en las luchas, huelgas de masa, huelgas re conductibles, autonomía de los movimientos sociales, consecuencias políticas concretas de las luchas , etc.)

El presente texto no pretende ser exhaustivo, no pretende fijar ninguna linea política fuera de los cuadros de debates y decisiones de nuestra organización sindical. Es una contribución cuyo objetivo es de reactivar la reflexión e intercambios sobre estos temas. Se basa sobre los logros históricos1 del movimiento obrero, el análisis de la sociedad en la cual vivimos, tomar en cuenta las relaciones de fuerza necesarias a una organización diferente de la sociedad que pasa por una ruptura con el capitalismo. Es una, muy parcial y modesta, herramienta para las-los militantes que quieran reanudar con ese necesario trabajo , individual y colectivo de la elaboración de una estrategia emancipadora.

 

Nacionalización, socialización, autogestión, estos conceptos han impregnado años de debates dentro del movimiento sindical. No son discusiones “en el vacío” ; experiencias fueron llevadas a cabo, balances hechos. La gestión de las herramientas de producción2 directamente por aquellas y aquellos que trabajan es posible. Un primer punto importante porque nos hace recordar que alternativas son posibles de verdad, no solamente en forma de eslogan. Reapropiemosnos nuestra historia, no nos dejemos imponer la visión de la clase dominante cuyo, uno de sus objetivos es de conducirnos a aceptar como dado por hecho que « el capitalismo es el final de la historia3» !

En el marco del sistema capitalista, la administración directa de empresas o servicios es posible como lo muestran algunas experiencias ; en cambio no la autogestión pues se trata de un proyecto de transformación social de la sociedad en su conjunto, con modificaciones fundamentales en términos de poder de decisión, de relación entre clases sociales, nociones de jerarquía y de responsabilidad, etc. Por lo tanto, debemos construir nuestra reflexión integrando esta ruptura necesaria con el sistema capitalista. Una vez mas, para que sea útil, debemos encontrar e inventar reivindicaciones, formas de acción, organizaciones, eslóganes, ejemplos de luchas, que tornan creíbles para nuestros colegas esos cambios fundamentales.

A través de ciertas resistencias y luchas sociales actuales, aparece a veces la pregunta de la organización del trabajo en todas sus dimensiones : quien decide en la empresa y en cada colectivo de trabajo ? Que producir ? En que condiciones ? Que utilidad social ? … Son solo preguntas, raramente tentativas concretas, en absoluto un movimiento de fondo. Pero no somos nosotros que tenemos que crear las condiciones para que este exista ?

Respuestas alternativas, movimiento de masa, cambios concretos

El balance de las políticas de nacionalización y de privatización llevadas a cabo desde hace cincuenta años y lo que se aprende de las luchas para una apropiación social colectiva, son tantas referencias como para esbozar respuestas alternativas para la construcción de un movimiento de masa permitiendo la ruptura con el sistema capitalista.

Las crisis económicas y financieras sucesivas y sus consecuencias sociales devastadoras han puesto a luz el punto muerto en el cual se encuentra el capitalismo financiero, fase actual de este sistema económico. Ellas doblan la necesidad de una utopía transformadora. Pero los efectos del liberalismo en términos de desempleo de masa, de precarización, de individualización de la relación salarial descapacitan toda veleidad de dinámica de emancipación, sin olvidar el balance desastroso de las experiencias del « socialismo » dicho real, por ejemplo en los ex-países del este que aun pesa en el inconsciente colectivo.

En este contexto contradictorio y paradójico, el sindicalismo no puede limitarse en la defensa de los intereses inmediatos de lo-as trabajadores-ras pero se debe de elaborar un proyecto de transformación social a la altura de los trastornos del capitalismo contemporáneo y conforme a nuestra voluntad de emancipación de los trabajadores y de las trabajadoras.

Demasiadas fuerzas sindicales, francesas y mundiales, han abandonado esta tarea esencial y solo apuntan a condicionar, incluso a acompañar los efectos de liberalismo. Nada sorprendente entonces que sus estrategias y sus reivindicaciones no aspiren mas a poner en tela de juicio el sistema ni a esbozar los contornos de otra organización social.

Crear las condiciones de nuevas relaciones de fuerza ideológicas y sociales implica luchar sobre orientaciones sindicales invirtiendo la propria lógica del sistema de explotación capitalista y relacionándolo con la situación y les reivindicaciones cotidianas de lo-as asalariados-as, desempleados-as , jóvenes en formación y jubilados-as.

Entre otras problemáticas a las cuales trabaja, aun in suficientemente, la Unión sindical Solidaires, citemos el reparto de las riquezas, la socialización de los medios de producción, la transición ecológica, las desigualdades mujeres/hombres, las formas de organización social y los procesos de decisión sobre las opciones económicas y sociales que lleva especialmente la temática de la auto-gestión.

Del pasado, antes de hacer añicos4, aprendamos !

 

La propiedad es siempre un punto revelador del estado en el cual se encuentran las relaciones de fuerza entre las clases sociales, y del estado del debate social y político del momento. Sin reconstituir siglos de debate sobre este punto, retomemos algunos periodos decisivos , entre los mas recientes.

Después de la crisis de 1929, el debate sobre las nacionalizaciones vuelve a surgir en Europa entre los partidarios de una política de nacionalización de las infraestructuras y de los sectores claves de la economía y aquellos preconizando un régimen de economía mixta en el cual el régimen de propriedad capitalista queda dominante. En Francia, una división existe en el movimiento sindical (en particular entre CGT y CGT-U luego en la CGT re-unificada) entre los « reformistas » y los « sindicalistas revolucionarios », estos últimos considerando que estatalizar una parte de la economía sin romper con el régimen de la ganancia y las desigualdades entre las clases, es un engaño. La nacionalización de los ferrocarriles a través de la creación de la SNCF en 1937 ilustra esta situación, puesto que se trata antes de todo de borrar las deudas de los grandes accionistas de las compañías privadas, sin tocar los beneficios acumulados desde hace decenas de años, y indemnizandolos con mucha generosidad : « socializar las perdidas, privatizar los beneficios », es una vieja reivindicación patronal …

En escala internacional, las colectivizaciones en España, entre 1936 y 1938, son una experiencia particularmente interesante ; sin mitificarlas, estas muestran que « es posible » en gran escala , sin recurrir a las nacionalizaciones estatales pero federando iniciativas efectuadas a la base. Varios millones de personas participaron a realizaciones sin precedente : las colectividades agrícolas de Aragon y la socialización de empresas y de servicios públicos en Cataluña por ejemplo, se hicieron sin recurrir al Estado. Aquellas y aquellos que producían tomaron las fabricas, los escritorios, los campos. Ellos y ellas han administrado directamente la producción, su reparto, los canjes, pero también los medios puestos en común para la educación, la salud, etc. En ciertas colectividades, un salario único fue establecido, en otras bonos de canje no capitalizables y útiles solamente para las necesidades familiares sustituyeron el dinero que había sido abolido. Por supuesto, el contexto político, económico y social5 de la España de 1936 no es el de nuestro mundo contemporáneo, pero estas experiencias merecen toda nuestra atención.

 

El debate sobre el poder, y en realidad sobre la autogestión, atravesó el movimiento obrero en todos los países y en periodos bien diferentes. Sabemos lo que pasó con la revolución rusa de 1917 y lo que fueron los regímenes autoritarios de los países dichos “comunistas”. Pero, en Rusia de 1917 al comienzo de los años, la critica del poder por los consejos obreros (los soviets6) fue cuestionado incluso por el partido bolchevique al poder7.

En 1945, después de la segunda guerra mundial , donde todo esta por reconstruir y con el fin de alejar toda veleidad de poner en tela de juicio el sistema, varios gobiernos europeos ponen en marcha políticas llamadas keynesianas8 basadas en un intervencionismo fuerte del estado. En Francia, en el marco del Consejo nacional de la resistencia (CNR) que incluye corrientes políticas de derecha e izquierda, el proyecto era « el retorno a la nación de todos los grandes medios de producción monopolizada, fruto del trabajo común, de las fuentes de energía, de las riquezas del subsuelo, de las compañías de seguros et de los grandes bancos » ; el preámbulo de la constitución de 1946 retoma esos principios. Un gran parte de los patrones ne se opone, no solamente porque los accionistas indemnizados-as podrán invertir en sectores mas jugosos a corto plazo, pero también inversiones muy importantes asumidas por el Estado serán aprovechadas por el capitalismo. Ademas, la administración de los sectores nacionalizados no estando bajo control obrero9, el cambio jurídico de la propiedad no pone en tela de juicio, ni la lógica de rentabilidad, ni el poder de decisión y de gestión de los-as dirigentes-as. No es nada sorprendente, como lo decía el sociólogo Bourdieu, mientras que la porosidad entre « la nobleza de estado » tecnócrata10 y los poderes económicos, contradice la noción « del Estado garante del interés general ».

El importante trabajo de investigación, de confrontación de ideas, llevada durante los años 60 en las organizaciones obreras (incluso sindical, también en la CFTC/CFDT) y la dinámica de Mayo 68, colocan la autogestion al centro de muchos debates. Con la perspectiva de hoy, ciertos « ejemplos » de entonces merecen considerablemente ser discutidos nuevamente11.

Es en ese contexto en el cual se mezclan debates teóricos y fuerte voluntad de « cambiar las cosas desde ya » que nace el conflicto de los LIP12 en 1973 en Besançon. Contra los despidos, los-las asalariados-das, afiliado-das masivamente, proceden a la requicisión del stock de relojes y se apoderan de los planes de fabricación. Se desprende de esto un periodo innovador, que cristaliza esperanzas y apoyo popular, durante el cual es puesto en practica el eslogan « es posible, producimos, vendemos, nos pagamos ».

Las nacionalizaciones de 1982, bajo Mitterrand, representaron 17 % del PIB, y afectaran varias decenas de sociedades industriales (Compañía general de electricidad, St Gobain, Pechiney, Rhône Poulenc, Thomson-Brandt) y financieras, pero seguirán la misma lógica que los procesos anteriores, con 47 billones de francos de indemnizaciones para los accionistas. No había ninguna voluntad política de permitir una denuncia de las estrategias de producción elegidas, del poder de decisión y de la gestión de los-las asalariados-as en las empresas. Quedaran a la cabeza los mismos equipos dirigentes inclusive en el sector bancario donde la carrera a la especulación terminara por con una cuenta salada para los contribuyentes (cf. los 100 billones de deuda del Crédit Lyonnais). El gobierno del PS/PCF se aleja hasta del programa común de la izquierda de los años 70 que preconizaba los consejos de talleres y de servicios por un controle obrero de las empresas. Les liberales como los social demócratas utilizan la socialización de las perdidas como una transición antes que vuelva cuando lleguen las ganancias al sector privado. A semejanza de las políticas ultraliberales anglo-norteamericanas de Thatcher y Reagan cuya doctrina es restaurar « el orden espontaneo del Mercado », ele gobierno « socialista » hará su giro liberal en 1983.

Las privatizaciones no van a para de encadenarse bajo los gobiernos de derecha como de izquierda, inclusive bajo el gobierno de Jospin (PS/PCF/Verts, de 1997 a 2002). El drama de la siderurgia francesa privatizada en 1996 es un de los símbolos. Otros sectores verán la participación del Estado bajar sin cesar et para que al final circunscripta a la energía, los transportes, el audiovisual publico, las telecomunicaciones, el Correo… a menudo cada vez mas parcialmente.

Esta contra revolución conservadora empezada en los años 1980, tomará en los 90 formas nuevas de dominación de la finanza sobre la esfera económica en su conjunto cuya búsqueda de máxima rentabilidad a corto plazo, conjugada a una creciente concentración de las empresas, lleva a una extensión de las privatizaciones y contra los servicios públicos una brutal ofensiva.

Tenemos que constatar que el balance de las privatizaciones es un costo social altísimo. A menudo, los Estados han “dado” las empresas publicas al sector privado. Este ultimo, guiado por la caza al beneficio inmediato, no le importa si son producciones nocivas para el medio ambiente y socialmente desastrosas para los-as asalariados-as. Y cuando, esta en quiebra, los estados lo sacan a flote, sin contrapartidas, y le pasan la cuenta a los pueblos, destruyendo el sector publico, como hoy es el caso con las políticas de austeridad instauradas en Europa inmediatamente después de la crisis económica y financiera del 2008. No son las medidas de B. Hamon sobre la economía social y solidaria, ni el proyecto de Hollande sobre la posibilidad, por les asalariados-as de la toma de las empresas beneficiarias, que cambiaran la dominación de la ley de mercado y la captación de los poderes de decisión por una oligarquía minoritaria.

Socialización, autogestión : otro camino posible

Las preguntas que tenemos que hacernos son las del reparto de los frutos de las riquezas producidas y de la organización de la producción (lo que implica aquellas sobre su contenido, su utilidad social, sus implicaciones ecológicas, etc.)

La nacionalización de tal o cual sector, en la cual solo la forma jurídica de la propiedad cambia volviéndose estatal , no trastorna la lógica del sistema en su conjunto. En ciertos momentos, estas pueden permitir salvar los intereses de los-as asalariados-as ; pero una verdadera transformación social del sistema supone la socialización del conjunto de los medios de producción y de canje es decir el cuestionamiento de la propiedad privada, y del poder de decisión de los-as trabajadores-as, en el seno de las empresas pero también de manera mas amplia para « la administración de la sociedad ». Esto también implica un marco nacional de planificación de las futuras necesidades sociales, de los recursos dados para satisfacerlos, teniendo en cuenta imperativos ecológicos. La articulación de estas orientaciones, a escala nacional e internacional, con las necesidades locales, el de las empresas y de los sectores de actividad, plantea la pregunta del conjunto de la « cadena democrática » para asegurar la coherencia de lo que se elige para que sea en beneficio a la colectividad en su conjunto.

Mas allá de las diferentes palabras (autogestión, colectivización, socialización, …), lo que entendemos por autogestión es que las clases sociales que producen la riqueza colectiva13, hoy sin poder, pueden administrar la economía (por lo tanto las empresas, los servicios, etc.) y la sociedad en general. Esto supone la apropiación colectiva directa de las herramientas de producción y de los medios de canje. Con esto, no queremos describir un modelo ideal para « después de la revolución », pero por una parte « construir a través de nuestras luchas de hoy la sociedad de mañana », y por otra parte crear las condiciones para que las luchas que realmente mueven las cosas se desarrollen.

Planteados estos principios, la evolución del capitalismo y sus efectos sobre la estructuración del asalariado, nos obligan a repensar los términos del debate sobre estos temáticas. No estamos mas en los años 70 frente a un capitalismo aun en su mayoría patrimonial, familiar, con un poder de decisión único e identificado. La internacionalización del capital, les centros de poder opacos e incapturables, la interdependencia económica a escala planetaria, la dominación de las multinacionales sobre el conjunto de los sectores, de las PME14, y del mercado de las materias primas, implican redefinir el contenido de las respuestas alternativas y las estrategias sindicales y políticas.

 

La perspectiva de socialización de los sectores claves de la economía y autogestionados por los-as asalariados-as supone anticipar la cadena de condiciones económicas de producción y de repensarla mas allá de los muros de una sola empresa. En otros términos, la autogestión no es concebible organizándola empresa por empresa, sin perder en cuenta las interacciones entre numerosas entidades a lo largo de la producción de un producto o de un servicio. Es sin duda una de las razones que explica que « la aventura » autogestionaria surja raramente de las luchas de empresas, los-as asalariados-as ellos-as mismos-as evaluando las condiciones necesarias a su éxito. El carácter ultrajante, en su mayoría, reformista del movimiento sindical contemporáneo, el cual ya fue evocado, también es una explicación..

Esto no quiere decir que espacios de experiencias autogestionarias son imposibles, mismo bajo formas inacabadas como las SCOP15 en Francia o mas finalizadas y mas numerosas como por ejemplo en Argentina (las empresas « recuperadas ») o la cooperativa obrera Mondragon del País Vasco del sur , de cualquier manera son en sectores y segmentos de mercado limitados. El modo de organización en SCOP permite rupturas importantes con el esquema dominante en la economía capitalista : sobre la propiedad, la jerarquía , el reparto de las tareas, etc. En otro registro, pero con la misma aspiración, el desarrollo de las AMAP (Asociación para mantener una agricultura campesina) plantea los temas de los circuitos cortos entre campesinos-as y consumidores-as, de la inutilidad de los grandes grupos predadores de la distribución pero también la calidad de los alimentos producidos y del apoyo a una agricultura que no sea de alta productividad.

En cuanto a « la economía social y solidaria », también llamada « tercer sector », si a veces traduce una aspiración a salir de las leyes del mercado, tiene sus contradicciones ; la gestión de estas entidades, como varios Comités de Empresa o de asociaciones, ya que están lejos de romper con el modelo dominante ! Ubicándose al margen del sistema y sin visión de conjunto, previa a la instrumentalización en un proceso de privatización de los servicios públicos, y en la recuperación mercante por las grandes cadenas de distribución como para el «comercio justo» .

Las experiencias que a través de los CE (algunas pocas !) o de las SCOP puedan ser realizadas mismo si útiles e interesantes , no son la autogestión en el sentido de un proyecto en su conjunto que tiene consecuencias en la totalidad de la sociedad, y pone en tela de juicio las relaciones entre clases sociales que conocemos. El proyecto autogestionario del cual nos reivindicamos rompe necesariamente con el sistema capitalista.

Un sindicalismo internacionalista, en concreto

Para el sindicalismo el desafío es global : imponer un cambio sistemático, a escala nacional e internacional. Con respecto a eso, la construcción de luchas conjuntas entre asalariados-as de los grandes grupos funcionando en varios países, inclusive a nivel europeo, se tiene que convertir en un objetivo prioritario ; el desarrollo de redes sindicales « lucha de clases » a escala internacional, o aun la perennidad de los foros sociales europeos y mundiales, ellos también son decisivos.

Existen herramientas, como la Red sindical internacional de solidaridad y de luchas, redes que se organizan en varios sectores profesionales ; pero solo nos serán útiles para construir las rupturas políticas y sociales que queremos, si nuestros colectivos sindicales de base (sindicatos, secciones sindicales) se adueñan de ellas, las hacen vivir, las banalizan junto a la masa de asalariados-as. Sino, solo sirven para no tener cargo de conciencia internacionalista, sin real efecto sobre la lucha de clases, por tanto sin consecuencia sobre las relaciones sociales y el sistema capitalista !

Trabajadores-as, usuarios, consumidores-as, ciudadanos-as…

Otra desafío para el sindicalismo es el de la concepción del sujeto social, actor de esta perspectiva de transformación social : es este, en su visión mas restrictiva, la clase obrera ? Es este los asalariados-as (que tengan un empleo, estén desempleados-as, en formación o jubilados-as) ? Cuales son las relaciones con los campesinos-as ? Con los artesanos-as ? La gran mayoría del sindicalismo aun esta impregnada de una concepción restrictiva de las bases sociales de la democracia económica y social. El sindicalismo no debe seguir pensando que las fuerzas dinámicas de la transformación social solo son aquellas que juegan un rol de productores-as y desde el sitio cerrado de la empresa, pero bien aprehender este tema de manera transversal, a su vez en toda su dimensión interprofesional sino que también por la articulación y el empalme entre los momentos en los cuales somos usuarios, asalariados-as, ciudadanos-as ; aquí este ultimo se refiere al lugar de los-as trabajadores-as en « la ciudad », sin referencia a una definición que se limitaría a la heredada de la república burguesa de 1789.

La coherencia de lo que es elegido para la economía, de las finalidades de producción de bienes comunes, necesita una visión global que supera los intereses de una sola comunidad de producción o de servicio. Transformar el conjunto de las relaciones sociales supone de ir mas allá de la cuestión de la apropiación social de los medios de producción y de desarrollar una reflexión sobre los temas de la democracia social, la ciudadanía y la igualdad para salir de la figura única del productor emancipado. Claro que con modestia y con todas sus insuficiencias, las campañas de boicot de los productos (como Danone en el 200116), del « voto ciudadano » contra la privatización del Correo, o aun las luchas sindicales internacionales para el derecho a la salud, para la defensa del servicio publico ferroviario, son unas tantas ilustraciones de alianzas necesarias de fuerzas sociales complementarias.

 

Hace poco, la pertinencia de la propiedad de las empresas fue planteada de nuevo. Los sindicatos CGT y CGC de Fralib, en Géménos tiene un proyecto de retomar la producción del té Elephant/Lipton. La multinacional Unilever bloquea, negándose a ceder la marca Elephant. Mas allá de la voluntad de quebrar el colectivo de trabajadores-as que luchan contra la decisión patronal, lo que esta en juego para la multinacional es impedir de dejar vivir un proyecto que responde a temas de fondo tales como el de las delocalizaciones, del desarrollo de la producción local, de los métodos de producción, en fin, de la transición ecológica.

En Florange, es otra multinacional, Arcelor-Mittal, que renegó sus compromisos e hizo que el gobierno renunciara enseguida después de haber anunciado tímidamente una posible nacionalización parcial y temporaria…

Sobre PSA, escribíamos en agosto del 2012 en un panfleto nacional Solidaires : « Se tiene que abrir un debate con los-as asalariados-as concernidos pero también con la población en su conjunto planteando los temas de la socialización, del control hecho por los asalariados-as sobre lo que ellos-as producen, sobre la utilización de la plusvalía conseguida, sobre las inversiones útiles a la sociedad… Estos puntos se plantean para el sector automóvil como para los otros sectores productivos ». En realidad, los huelguistas de PSA jamas han considerado de forma colectiva retomar la producción, mismo siendo acompañada por una propuesta de reconvertirse ; un tal proceso supone un trabajo sindical previo, durante un periodo largo.

La ausencia de reflexión colectiva sobre una gestión distinta, y mas preciso sobre una posible autogestión, debilita las perspectivas emancipadoras de los movimientos.

Contra-poderes a anclar en el cotidiano

El tema de los contra-poderes en la empresa, pero no solo en la empresa17, es esencial. Es uno de los ejercicios de « gimnasia revolucionaria » del cual hablaban los sindicalistas revolucionarios del comienzo del siglo XX. Ya que no se trata de limitarse a los contra-poderes pero de construir por ahi , inclusive , una dinámica que llegue a plantear el tema del poder, de su forma, de su ejercicio, de su realidad, de su utilidad … y estamos de vuelta en el debate de la autogestión.

Nuestras consignas y reivindicaciones sobre la redistribución de las riquezas producidas, la disminución masiva del tiempo de trabajo, el derecho al veto de los-as representantes de los-as trabajadores-as en los Comités de Empresas, la requisición de los empleos, de la apropiación colectiva de las empresas que cierran, etc., se articulan plenamente con estas reflexiones. Aplicables en la situación presente, por consiguiente en el marco del sistema capitalista, todo esto puede ser acusado de « reformismo ». Pero es la relación dialéctica18 con las luchas que puede darle un carácter revolucionario. La construcción de la relación de fuerzas y de los movimientos de masa que de frente se oponen al sistema que rige, por lo tanto el fortalecimiento de las herramientas sindicales que llevan esta dinámica, son inevitables para pasar de debates abstractos a la practica concreta.

 

De la misma manera, la autogestión no tiene que ser una noción que quede abstracto para la mayoría de los-as trabajadores-as. En un proceso de credibilidad de nuestras aspiraciones autogestionarias, seria útil que los colectivos sindicales trabajen sobre lo que podría significar en su propio sector (como ya fue indicado, no se trata de autarquía)

Se puede concebir esto relativamente fácil para una empresa con una mono-actividad, mismo si esto lleva a cuestionarse sobre temas como la utilidad o no de la jerarquía, las modalidades de decisión colectiva, las relaciones entre los servicios, la no-oposición entre autogestión y a veces « comando » técnico, etc. Siendo que en empresas mas importantes, en servicios en red (transportes, energía, etc.), es bien mas complejo ; razón de mas para trabajarlo desde ya.

No queremos construir « un esquema ideal cortado de todas las realidades » pero aprender juntos, construir juntos, tornar creíble la perspectiva de la autogestión por lo tanto de cambio fundamental de la organización de la sociedad.

Lo hemos dicho : tal como entendemos la autogestión, ella no se resume a la gestión directa por los-as asalariados-as de cada uno de su lugar de trabajo. Al contrario, tiene que anclarse en ese nivel. Estamos « en casa» en nuestras empresas, nuestros servicios, nuestros lugares de trabajo ! Esta afirmación puede parecer ingenua e apolítica ; esta lejos de serlo. Es teniendo confianza en que están en su « buen derecho » (no en el sentido de derecho legal burgués) decidiendo juntos lo que ellos y ellas hacen en el laburo que los-as trabajadores-as osaran acciones mas radicales en el sentido que pondrán en tela de juicio principios presentados hasta ahí como evidencias : la jerarquía, las diferencias de remuneración, las directivas que no corresponden al trabajo real, etc. Re-apropiarse colectiva mente de nuestros lugares de trabajo es une acción sindical a primera vista reformista que tiene un alcance radical y revolucionario.

Autogestión de las luchas

La puesta en practica de una concepción auto gestionaría de la sociedad también concierne las practicas sindicales en el seno de los sindicatos y en las luchas. Toda concepción piramidal de las tomas de decisiones esta a las antípodas de un proyecto autogestionario. Varias organizaciones sindicales se consideran como la plana mayor, las cabezas pensantes, a las cuales los actores y las actrices de los movimientos sociales se tienen que someter.

Romper con esta concepción y favorecer las formas de democracia directa (asambleas generales de toma de decisiones lo mas cerca posible de los colectivos de trabajo, comités de huelga, asambleas generales interprofesionales, coordinaciones…), es obrar al aprendizaje de la autogestión en una perspectiva mas global, también es elegir la democracia en las luchas, favoreciendo así su autonomía con relación a todas las fuerzas exteriores (políticas, estatales, gubernamentales…) que pretendan dirigirlas.

La autogestión de las luchas es exigente : para que las reivindicaciones, las formas y el periodo de una huelga, la eventual coordinación con otros sectores, el controle de las negociaciones, etc., se inscriben realmente en la democracia obrera de la cual nos reivindicamos , por ejemplo las asambleas generales (o comités de huelga etc.) tienen que ser realmente representativas de los-as asalariados-as en lucha. Apoyarse sobre la experiencia colectiva , estar disponibles a lo inesperado

La historia del sindicalismo es atravesada por procesos de recomposición a prueba de la lucha de clases y de acontecimientos políticos y sociales que le da ritmo. Estos son procesos largos pero la unión sindical Solidaires debe jugar un rol central en la recomposición sindical de mañana para que esta ofrezca al conjunto del asalariado una alternativa al « sindicalismo de acompañamiento ».

No concebirse mas como un simple contra-poder, pero colocarse como una fuerza que lleva un proyecto de sociedad frente al capitalismo es una de las condiciones para invertir la relación de fuerzas y volver a dar la posibilidad de que haya otro mundo. El internacionalismo es parte integrante de este proceso.

Como conclusión, si nadie puede pretender ni tener un modelo de un proceso de transformación social llave en mano, ni el marco acabado de una organización social autogestionaria, empezar a hacerse algunas preguntas fundamentales es tratar de contestarlas. Y sobretodo, la historia nos enseña que los movimientos sociales producen ellos mismos las nuevas herramientas de la transformación social.

Estar atentos a las nuevas formas de organización colectiva y disponible a lo inesperado , es ser fiel a la lucha de la emancipación social.

El 30 de agosto del 2013

Catherine Lebrun

Christian Mahieux

1 Se trata aquí de logros en materia de enseñanza de las luchas y experiencias pasadas ; no « logros sociales », cuya defensa es por otra parte necesaria pues articulando la doble tarea de defensa de los intereses inmediatos de los trabajadores y de las trabajadoras y de construcción del movimiento emancipador.

2 Es decir la administración directa de las empresas y de los servicios. No abordamos aquí el tema de la gestión directa en el mundo agrícola, por falta de practicas y de reflexiones.

3 « There is no alternative » es un eslogan atribuido a Margaret Thatcher, que fue Primer ministro del Reino-Unido de 1979 a 1990, adoradora del ultra liberalismo que conduzco una guerra social intensa contra los sindicatos. Simboliza el combate ideológico dirigido para hacernos creer que el capitalismo, el mercado, la mundialización son, no opciones políticas de organización de la sociedad y su economía, pero de alguna manera fenómenos naturales.

4 « …Del pasado hay que hacer añicos… », en la primer estrofa de « La Internacional ».

5 Esta pagina de historia social se escribe entre el golpe de Estado militar y fascista de Franco (19 julio de 1936) y la segunda guerra mundial. Había dos organizaciones sindicales en España, juntaban cada una dos millones de afiliados-as : la CNT anarcosindicalista, la UGT socialista ; salvo en Cataluña donde la UGT bajo influencia del Partido Comunista lucho contra las colectivizaciones, las dos organizaciones participaron al proceso de la autogestión.

6 Curiosamente, es en 1922 que la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas fue creada, en un momento en el cual el poder que ejercían directamente los trabajadores y las trabajadoras en las fabricas, a través de los Soviets, fue definitivamente confiscado por el Partido Comunista.

7 Es el caso de los « comunistas de izquierda », luego de « la oposición obrera ». Ver « Moscou 1918, la revue Kommunist » – ed. Smolny, 2011 y « La oposición obrera » de Aleksandra Kollontaï – ed. Seuil, 1974.

8 Keynes es un economista británico. Su teoría, puesta en practica durante la segunda mitad del siglo XX es que los mercados precisan de una intervención del Estado para encontrar su equilibrio. No pone para nada en tela de juicio la explotación capitalista.

9 Ninguna organización del CNR lo revindica ; al contrario, el PCF y la CGT denuncian esas reivindicaciones.

10 La Escuela Nacional de la Administración (ENA) es el arquetipo de la institución que forma ese tipo de « servidores del Estado », que son antes de todo servidores de ellos-mismos y de su clase social.

11 Varios textos de la CFDT de la época pero también de organizaciones políticas (PSU, trotskistas, libertarios) tratan de lo que es presentado entonces como « experiencias autogestionarias » en Yugoslavia o en Argelia. Por supuesto, las criticas apunten, con razón, muchas insuficiencias.

12 Ver la película « Les Lip, la imaginación al poder » : www.filmsduparadoxe.com/les-lip.html

13 Es decir aquellas y aquellos que viven de su trabajo y no de la explotación del trabajo de los demás. Por otra parte, como fue indicado antes, aquí no tratamos el tema campesino …

14 PME : Pequeñas y Medias Empresas.

15 SCOP : Sociedades cooperativas y participativas. La denominación oficial hasta el 2010 era « sociedad cooperativa obrera de producción ». 16 Acción hecha para apoyar los-as asalariados-as de LU-Danone en lucha contra los despidos.

17 Recuperación y liquidación judicial son el origen de la mayor parte de los despidos aun mas que los « planes sociales ». No tendría el sindicalismo interprofesional que preguntarse sobre la latitud que deja a los patrones, a través de los tribunales de comercio, de así decidir solos del destino de los-as trabajadores-as ?

18 Las reivindicaciones tienen su propio alcance. Las luchas tienen su dinámica. Pero las dos se influencian recíprocamente y crean una situación nueva que conviene de nuevo analizar para actuar de la manera mas eficaz posible.

Bibliografía (muy somera…)

 Obra colectiva « Autogestion, hier, aujourd’hui, demain » – ed. Syllepse, 2010.

 Pierre Bourdieu « La noblesse d’état. Grandes écoles et esprit de corps » – ed. de Minuit, 1989.

 Contre Temps « Propriété et pouvoirs » – ed.Textuel, 2002.

 Fondation Copernic « L’appropriation sociale » – ed. Syllepse, 2001.

 Franck Mintz « L’autogestion dans l’Espagne révolutionnaire » – ed. Maspéro 1976

 « Moscou 1918, la revue Kommunist » – ed. Smolny, 2011.

 Thomas Coutrot « Démocratie contre capitalisme » – ed. La Dispute, 2005.

Otras bibliografías disponibles (muy completas…)

http://alterautogestion.blogspot.fr/p/bibliographies-autogestion.html

http://www.autogestion.asso.fr/wp-content/uploads/2012/05/bibliographie-20120523.pdf

Sitios web :

 Association pour l’autogestion : www.autogestion.asso.fr

 Foire à l’autogestion : www.foire-autogestion.org

 Alter autogestion : http://alterautogestion.blogspot.fr

 Autogestion.coop : www.autogestion.coop

Texto publicado en: http://iceautogestion.org


Fuente: Catherine Lebrun y Christian Mahieux