Editorial del último número del semanario anarquista "La Campana" (Pontevedra), correspondiente al núm. 17 (III Época), del 28 de marzo. A la criminal política de extranjería a pie de frontera promovida por el gobierno español, se le suma la política des(informativa) de los grandes medios de comunicación. Esta última en calidad de colaboradora necesaria en el crimen.

"Silencio que naufraga en el silencio", dijo el poeta Miguel Hernández, muerto en una cárcel franquista en 1942.

Silencio del mar y silencio de los 30 cadáveres de inmigrantes muertos, entre el 12 y 13 de marzo, al naufragar las pateras sobre las que se dirigían a Fuerteventura desde El Aiún (Sáhara Occidental, actualmente ocupado por Marruecos). Silencio de los abismos de sal y agua y silencio del África mísera, que en silencio, encarcelada en su pobreza, es asesinada. Silencio del gobierno y de la clase política española, y más silencio de los "medios de comunicación", confabulados para silenciar las muertes que a todos nos conciernen.

De los primeros, del gobierno y la clase política, cabe señalar que son directos responsables de esta tragedia. Los segundos -las grandes cadenas de prensa, radio y televisión- al ocultarla, es decir, al construir alevosa y deliberadamente la ignorancia de la población europea y española, están manifestando su lastimosa connivencia con las políticas causantes de este infortunio.

Textos aparecidos en la prensa sobre las movilizaciones en el Día Europeo de los/as Trabajadores/as Inmigrantes

Editorial del último número del semanario anarquista «La Campana» (Pontevedra), correspondiente al núm. 17 (III Época), del 28 de marzo. A la criminal política de extranjería a pie de frontera promovida por el gobierno español, se le suma la política des(informativa) de los grandes medios de comunicación. Esta última en calidad de colaboradora necesaria en el crimen.

«Silencio que naufraga en el silencio», dijo el poeta Miguel Hernández, muerto en una cárcel franquista en 1942.

Silencio del mar y silencio de los 30 cadáveres de inmigrantes muertos, entre el 12 y 13 de marzo, al naufragar las pateras sobre las que se dirigían a Fuerteventura desde El Aiún (Sáhara Occidental, actualmente ocupado por Marruecos). Silencio de los abismos de sal y agua y silencio del África mísera, que en silencio, encarcelada en su pobreza, es asesinada. Silencio del gobierno y de la clase política española, y más silencio de los «medios de comunicación», confabulados para silenciar las muertes que a todos nos conciernen.

De los primeros, del gobierno y la clase política, cabe señalar que son directos responsables de esta tragedia. Los segundos -las grandes cadenas de prensa, radio y televisión- al ocultarla, es decir, al construir alevosa y deliberadamente la ignorancia de la población europea y española, están manifestando su lastimosa connivencia con las políticas causantes de este infortunio.

Textos aparecidos en la prensa sobre las movilizaciones en el Día Europeo de los/as Trabajadores/as Inmigrantes

Como viene ocurriendo desde hace meses y aún años, también en esta oportunidad los consejos de administración, y por supuesto de redacción, de los grandes medios de comunicación, optaron por relegar a páginas interiores la «noticia» o sencillamente por ignorarla. Por ejemplo, en el periódico El País aparece una sola vez -el 17 de marzo-, impresa en la página 25, en medio de otras «noticias» : «Detenido en Marbella uno de los narcos británicos más buscados» y «La nueva casa del alcalde coruñés lleva a la oposición a pedir su dimisión». Después de ese día …

… ¿Después ? Nada. Ni un comentario. Ni una reseña. Ni un indagar si el mar seguía arrojando cadáveres, por más que las autoridades marroquíes, basándose en el relato de 61 sobrevivientes que llegaron a ser rescatados, asegurasen que entre el 12 y el 13 de marzo, el naufragio había afectado al menos a dos pateras, ambas completamente cargadas de inmigrantes.

Así es que, a estas alturas, a quince días no más del desventurado suceso, dada la amnesia y narcosis social producido por el barullo (des)informativo diario y el espectáculo mediático, son Nadie los muertos. Es Nadie que muere por centenares cada año ante las costas canaria y andaluza, desde Bojador hasta Orán. Tan Nadie son, que el lamentable cronista de El País llegó a escribir en esta ocasión «El wali [gobernador] de El Aaiún, Mohamed Rharrabi, tuvo la desagradable sorpresa de ver como el mar devolvía los cuerpos sin vida de subsaharianos en una playa situada a escasos metros de su residencia oficial».

Resulta difícil para La Campana -no por supuesto para los Estados y gobiernos español y marroquí, ni para la oficial mafia mediática- conocer con certeza la magnitud del drama humano que se está produciendo producto de la inmigración clandestina forzada. Con todo, no ignoramos que durante el año pasado, en 2004, han muerto no menos de 500 personas en su intento de alcanzar las costas españolas, siendo 289 los cadáveres finalmente recuperados o las víctimas reconocidas oficialmente.

Por más que la política de extranjería, española y de la Unión Europea, sea la responsable de esta incesante mortandad, ningún gobierno, sea del color político que sea, está dispuesto a modificarla, ni tampoco se lo permitirían sus amos y compinches. Cada año que pasa los opulentos lobys empresariales europeos -y, en consecuencia la personajería política que les sirve, esto es, la Europa fortaleza del Capital y la Guerra- se reafirman en la idoneidad para sus intereses de la política de extranjería e inmigración vigentes, pues les asegura un cierto control de los flujos emigratorios a pie de frontera, sin paralizar completamente la entrada de inmigrantes «irregulares», que por otra parte tan necesarios y oportunos resultan.

Para ejercer ese tipo de control, las muertes, los naufragios, el gemido labios adentro del sobreviviente, las pieles de sal quemada, el ronco grito de la gaviota sobre el ahogado, son un elemento decisivo, pero a condición de que su dramatismo no derive en denuncia. Que quienes pueden, callen. Que el aparato de propaganda del régimen mortífero -el tinglado periodístico y televisivo- se silencie y silencie a quienes osadamente requiramos : ¿Por qué este crimen ? ¿Hasta cuándo esta mortandad ? …

Integrar en la normalidad cotidiana esa mortandad es el empeño de los medios de comunicación. De ahí la necesidad de relegar a la página 25 de un día cualquiera, el despreciado dolor de 30 muertes. De ahí el provocado naufragio de la humanidad, de la solidaridad y la razón humanas, que representa semejante actitud. De ahí nuestro desasosiego, pues no podemos sino rebelarnos ante el envilecimiento de quienes aseguran estar en nuestra misma orilla, pero matan a nuestros amigos, que buscan digna y desesperadamente alimentar a sus familias, cueste lo que cueste.


Par : La Campana