En España existe una representación de la figura del becario como este entrañable joven que pasea por la oficina haciendo cosas aburridas y poco importantes pero que sin embargo está cargado de ilusiones. Es la renovación del mito del aprendiz que pasa a la madurez a través del trabajo y de algún que otro golpe.

Esta asimilación, excepto en la honorable excepción del viñetista Forges, ha representado al becario como figura sumisa y asustada ante el mundo del trabajo. Esta visión, que parte de una concepción paternalista del mundo del empleo, es responsabilidad directa de un modelo de relaciones laborales que sigue siendo anacrónico con la realidad productiva.

Esta asimilación, excepto en la honorable excepción del viñetista Forges, ha representado al becario como figura sumisa y asustada ante el mundo del trabajo. Esta visión, que parte de una concepción paternalista del mundo del empleo, es responsabilidad directa de un modelo de relaciones laborales que sigue siendo anacrónico con la realidad productiva.

El mensaje que se les da a los becarios, los cuales tienen estudios de FP o universitarios, es que el mundo del trabajo es muy duro y que gracias a aquellos que tienen empresas o aquellos que han ganado empleos fijos-obviando que la falta de personal técnico permitió un acceso directo y rápido de los profesionales formados durante los años ’70 y ’80-podrán adaptarse después de sus años (inútiles) de formación en el entorno laboral.

Los becarios son una figura que se sostiene mediante la legislación creada por el anterior Gobierno del PSOE (Reales Decretos 1543/2011 y 1707/2011), pero no debería ser aplicada, pues contraviene las normas establecidas por el Estatuto de los Trabajadores y ratificadas por la jurisprudencia respecto a la laboralidad-básicamente: cuando se entiende, en derecho, que existe una relación laboral o no la hay-. En resumen, pueden llamarse becarios pero son trabajadores.

En estos momentos, cuando el paro juvenil supera el 50%, observamos como la figura del becario sirve como válvula de escape para las aspiraciones juveniles de encontrar un empleo, y sobre todo de encontrar una renta con la que sobrevivir. Situación que viene aprovechada por la clase empresarial de este país para poner por el suelo los costes laborales-pensamos que hablamos de salarios siempre inferiores a los determinados por convenio colectivo, cuando hay salario, además de la falta de pagos a la Seguridad Social-.

Esta forma de contratación no está radicada en un solo sector, se aplica del sector industrial al financiero, pasando por turismo, comunicación, etc., Y en empresas de cualquier titularidad-empresa privada, pública, administración autonómica, administración general del Estado, etc. – La becarización se ha convertido en una forma general de ingreso al mercado laboral para todos aquellos trabajadores que tengan títulos formativos.

Con los datos que estamos recopilando con la campaña «No más becas por trabajo» estamos comprobando que son muchos los becarios que sostienen o son parte fundamental de la actividad productiva de sus empresas, realizando turnos y funciones ordinarias del resto de empleados . Es a ellos a quienes nos dirigimos, ya que además son conscientes de la situación, y por eso queremos que asuman su rol, que se apoderen y reconozcan que si se les exigen los deberes de un trabajador deberían conquistar sus derechos.

Por eso queremos abrir el campo del Derecho al conflicto y es precisamente en el orden social en el que más claramente se puede realizar esto, pues es en los juzgados sociales donde el conflicto empresario-trabajador puede empezar a delinearse. De un lado los becarios-sin derechos, con baja o ninguna remuneración, invisibles en las estadísticas, etc. -, Por el otro el empresario: quien aprovecha la falta de la condición de trabajador para eliminar los derechos, quien garantiza la invisibilidad y quien se enriquece del trabajo infraremunerado, etcétera.

El conflicto jurídico ha de servirnos para concienciar a un grupo de trabajadores que lo son para que, posteriormente, comiencen a reivindicar y luchar por los derechos de todos. Para ello será necesario que todos los trabajadores reconozcan que no estamos ante pobres recién titulados que no saben nada sino ante compañeros que están obligados a favorecer la caída salarial que la austeridad nos impone.

Es necesario visibilizar a los becarios para fortalecer la lucha contra la precariedad y el paro, y la Oficina Precaria se dispone a hacer eso.

* Artículo de Ignacio Martín Pina, abogado y miembro de la Oficina Precaria, publicado en la revista Diagonal.

https://www.diagonalperiodico.net/panorama/no-son-practicas-es-trabajo.html

http://cgtcatalunya.cat/spip.php?article9244#.UcFzWefwkVA


Fuente: Ignacio Martín Pina