Efectivamente, “ el 11-M de 2004 un gobierno de derecha engañó a la población haciendo creer que el atentado en los trenes de cercanías había sido obra de ETA porque eso reforzaba sus posibilidades de mayoría absoluta en las inmediatas elecciones generales”, y hace unos días “el 30-D de 2006, otro gobierno, en este caso de izquierda, se autoengañó al declarar públicamente un pronta solución del proceso de paz la víspera de que ETA, ahora sí, colocara una furgoneta con 500 kilos de explosivos en el parking de la T4 del aeropuerto internacional de Barajas, el complejo de transporte público más concurrido del país en esas fechas.”

Efectivamente, “ el 11-M de 2004 un gobierno de derecha engañó a la
población haciendo creer que el atentado en los trenes de cercanías
había sido obra de ETA porque eso reforzaba sus posibilidades de
mayoría absoluta en las inmediatas elecciones generales”, y hace unos
días “el 30-D de 2006, otro gobierno, en este caso de izquierda, se
autoengañó al declarar públicamente un pronta solución del proceso de
paz la víspera de que ETA, ahora sí, colocara una furgoneta con 500
kilos de explosivos en el parking de la T4 del aeropuerto internacional
de Barajas, el complejo de transporte público más concurrido del país
en esas fechas.”

Pero, más allá de si las políticas antiterroristas de Aznar y Zapatero
“se juntan en el infinito ” y si les es común la “ flagrante
incompetencia de la investigación policial ”, no creo que, frente a la
estrategia “ leninista ‘cuanto peor, mejor’ ”, sea válida y eficaz la
alternativa que Rafael Cid avanza al final de su artículo :
“O Zapatero se remanga y desbloquea el proceso con auténticas medidas
como la localización de presos en su demarcación penitenciaria natural,
y se toman medidas jurídicas para que la fórmula independentista vasca
pueda concurrir a las próximas municipales, o verdes las han segado
para el PSOE.”

Y no lo creo porque esas medidas sólo son (y eran) viables
políticamente en ausencia de violencia, sin el chantaje del terror. No
sólo porque el PP está ahí para exigir, en nombre de las víctimas y de
sus 9 millones de votantes, que no se debe pagar un “precio político a
la paz”, sino también porque el ceder al chantaje no es garantía de que
éste cese, y Zapatero , en su ingenuidad, no podía serlo tanto ayer ni
hoy, ni los poderes fácticos se lo habrían permitido ni se lo
permitirían.

No se le puede pues reprochar el no haber puesto en marcha tales
medidas si no se reprocha también a ETA y a Batasuna el no haber
renunciado definitivamente a la violencia.
Dígase lo que se diga, el problema no es “ el ejercicio del legítimo
derecho de autodeterminación ” de los pueblos, pues bien sabemos que
los que mandan en nombre de esos pueblos no permiten ese derecho (y
también lo califican de traición) a sus súbditos cuando estos disienten
y quieren autodeterminarse. Tenemos memoria histórica y por algo somos
anarquistas.
La situación en el país vasco es también el resultado de un conflicto
de poder. Sólo que allí, además de los que han escogido la vía de la
“legalidad democrática” para alcanzarlo, hay los que quieren alcanzarlo
con la pistola sobre la mesa… Y ese conflicto existe desde hace muchos
años sin que los de las pistolas alcanzaran su objetivo. Al contrario…

Con la derrota del PP en 2004, la llegada de los socialistas al poder
en España creaba condiciones ideales para la “pacificación dialogada”,
con rentabilidad electoral compartida : tanto para los socialistas como
para Batasuna. De ahí que unos y otros se declaran partidarios del
“proceso”… y que Batasuna se pronunciara (aunque sin condenar
explícitamente la violencia) por la vía democrática. De ahí también
(parece lógico pensarlo) el “alto el fuego permanente” decretado por
ETA.

En tales condiciones era evidente que, para el avances del “proceso”,
se debían dar pasos… El primero tenía que ser la declaración de
renuncia definitiva a la violencia, ya que eso habría permitido a
Zapatero (inclusive frente a la hostilidad del PP) comenzar a dar pasos
para poner en marcha las “medidas”…
La lógica y la esperanza era que Batasuna y ETA declarasen el fin
definitivo de la violencia para hacer posible la paz y la búsqueda de
sus objetivos políticos por la “vía democr1atica”.
Era lógico esperarlo porque los réditos políticos y electorales habrían
sido enormes. La derecha en España y en Euskadi habrían visto alejarse
por mucho tiempo la posibilidad de volver al poder y los problemas
sociales habrían vuelto a estar al orden del día…

Pero no fue así, ni Batasuna ni ETA dieron ese paso, ni -claro está-
Zapatero pudo hacer otra cosa que seguir aplicando la Ley y seguir
ingenuamente apostando, privada y públicamente, por el “proceso”. Y
lo que es peor, recomenzó el chantaje de la violencia (primero de baja
intensidad) y Batasuna cayó en la trampa de creer obtener concesiones
por ese camino… Y así hasta el bárbaro pulso del 30-D : “ Para gozo de
quienes desde el 11-M sostienen la errática teoría de la conspiración y
quieren recuperar la arqueología de España, una, grande y libre.
Este amago de ETA no hará avanzar el “proceso” ; al contrario,
debilitará a Zapatero y le obligará a seguir más a la defensiva ante el
PP, alejando la perspectiva de la puesta en marcha de esas esperadas
“medidas”.

Entonces, cabe pues preguntarse el por qué del “amago” de ETA…
Pero sea cual sea la respuesta, lo urgente, desde una posición de
izquierda, es exigir a la izquierda abertzale que se desmarque de esta
estrategia “cuanto peor, mejor” y exija a sus dirigentes que la
denuncien para que Batasuna vuelva a ser considerada democrática y de
izquierda ; pues está clarísimo que no busca a unir a los explotados del
Capital, en Euskadi y en España, para luchar por su emancipación.


Fuente: Octavio Alberola