Con el penúltimo escándalo político-financiero/financiero-político del partido del Gobierno en pleno fragor, podemos volver a mesarnos los cabellos y esperar que escampe (para volver a más de lo mismo) o tomar buena nota del affaire Bárcenas para obrar en consecuencia. Es decir, dejar sentado de una vez por todas que el sistema no tiene enmienda. O más concretamente, que la corrupción es la razón de ser del sistema.

Al margen del color ideológico del malhechor de turno y sus cuotas de responsabilidad, lo reiteradamente constatado es que el latrocinio supone el ADN del capitalismo monopolista de Estado surgido de la “sagrada” transición. No hay partido político mayoritario,ni sindicato a otra escala, que no tenga un rosario de desfalcos en su haber. Una sencilla enumeración de las fechorías perpetradas por el aparato político dominante en los últimos años lo atestigua.

Al margen del color ideológico del malhechor de turno y sus cuotas de responsabilidad, lo reiteradamente constatado es que el latrocinio supone el ADN del capitalismo monopolista de Estado surgido de la “sagrada” transición. No hay partido político mayoritario,ni sindicato a otra escala, que no tenga un rosario de desfalcos en su haber. Una sencilla enumeración de las fechorías perpetradas por el aparato político dominante en los últimos años lo atestigua. Ahí están los casos Palau (CiU), Pretoria (Cid+PSC), Gürtel (PP), Campeón (PSG+PP), EREs (PSA), Pokemon (PSG+PP+BNG), Marea (FSA), Mercurio (PSC), Pallerols (UDC), Noos (Casa Real) y Bárcenas (PP), por citar sólo a los que han trascendido.

Así que visto lo visto, y que no se atisba el menor propósito de enmienda, que no lo puede haber porque sería un suicidio para el sistema (los escándalos de hoy se inspiran en los expolio de ayer: Banesto, Javier de la Rosa, Nasseiro, Sanchís, Palop-Urbaser, GAL, Fondos Reservados, Roldán, Urralburu, Banca Catalana, etc.), lo que toca ahora es decir adiós a todo eso. Mandarlo al carajo. No existe regeneración posible del sistema porque se basa en la aplicación legal de la Ley del Embudo, estricta y angosta para los humildes (recortes, ajustes y políticas de austeridad a todo trapo) y generosa y amplia para los pudientes (vergonzosos indultos, amnistías fiscales, impuestos low cost, abuso de posición dominante, nepotismo, etc.).

Nada nuevo bajo el sol. Ya sabemos que roban porque pueden, pueden porque mandan y mandan porque les elegimos. Y aquí está el meollo de la mafia que mece la cuna del sistema. Somos nosotros mismos, cándidamente, quienes damos cuerda a la cometa que se convertirá en nuestra soga. Afirmaba Rousseau que la autonomía del elector dura lo que tarda en depositar su papeleta en la urna. “Si les votas, luego no te quejes”, suele pregonarse desde posiciones de izquierda para denunciar a la caverna aupada al poder por la gente corriente. Pero la experiencia nos dice que actuar de otra forma tampoco nos libró de los Robin Hood al revés. Unos y otros siempre alardean de obrar por el interés general, pero ocultan que llevan un Plan B en la chequera. El pez grande siempre se come al pequeño, aunque la pecera la vistan de seda.

Además, en España el ciudadano no vota a favor de un partido, opta por una formación porque quiere impedir que gane la otra, es un voto a la contra, de protesta, no de conformidad con el elegido. Se votó contra Felipe González y llegó Aznar en represalia por la saga corrupta de los Gal, Fondos Reservados, Filesa, Roldán, etc. Aznar fue relevado por Zapatero, por temas como el Prestige, la inmunda guerra de Irak y su careto reaccionario. Y finalmente ha vuelto el PP a La Moncloa por la traición del PSOE al plegarse al golpe de los mercados para cargar la crisis sobre las espaldas de los trabajadores.¿A quién vamos a encumbrar ahora para que Mariano Rajoy pague por el inhumano desguace de lo que quedaba de Estado de Bienestar? Una opción, según la gramática política convencional, sería Izquierda Unida. Pero sin cambiar la Ley Electoral, cosa imposible sin los votos de los dos partidos dinásticos mayoritarios, sus posibilidades legislativas en asuntos de verdadera trascendencia son remotas. Además tienen un talón de Aquiles. Acaba de formar gobierno en Andalucía con el PSOE del escándalo de los EREs, precisamente el partido que siempre ha canibalizado electoralmente a IU con el sucio argumento del “voto útil”.

El sistema es antropofágico por naturaleza. Esquilma cualquier atisbo de ética democrática. Cuantos resultan ungidos para la política profesional (salvando las honrosas excepciones de siempre) quedan reos del sistema. Lo reproducen. El poder tiene reglas de obligado cumplimiento. Reglas que, aunque sea a través de esa impostura del “imperativo legal”, hacen a los abajofirmantes de costumbre dóciles guardianes del templo. Este enemigo no hace prisioneros. El virus se trasmite con la misma sintaxis alienante y deshumanizadora que el sistema provee. Y si alguien entra en su recinto con ínfulas reformistas, la torva realidad suele convertirle en acólito.

No hay servidores públicos ni gaitas. Todo está controlado autoritariamente, de arriba abajo, desde lo privado a lo estatal, y el resto se asume a beneficio de inventario. ¿Cuántos obreros hay en parlamento español a pesar de que el primer partido de la oposición se denomina Partido Socialista Obrero Español? ¿Y cuántos en el gobierno? ¿Cuantos currantes que entran en política se despiden del hemiciclo como currantes? La inmensa mayoría de nuestros representantes proceden de la actividad privada y profesiones liberales. Vienen del mundo de los negocios y cuando dejan el escaño o la cartera ministerial, con la agenda repleta de contactos, vuelven donde solían pero crecidos por su acopio de influencias y conocimientos. Lo llaman política de puertas giratorias.

Lo practica todo quisqui. Desde Felipe González a Aznar. Hagan ustedes mismos el repertorio de la infamia, yo me sofoco. Porque existe, sí, un papel que llaman Ley de Incompatibilidades que en teoría impone una moratoria a los ex altos cargos para zambullirse en actividad privada. Pero en realidad se trata de una Ley de Compatibilidades, por su manga ancha. Ahí está la ex ministra socialista de Economía, Elena Salgado, cobrando de la multinacional eléctrica Endesa, a la que vigiló durante su mandato. Y el ex consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, el popular Juan José Güemes, en el consejo de administración de la empresa Unilbas, perteneciente al todopoderoso Grupo Capio, mercantil a la favoreció con la privatización de todos los análisis clínicos de la región.

Por eso la regeneración es misión imposible. Tanto si se es cabeza de ratón como si cola de león. Nadie queda a salvo del contagio. Aunque las responsabilidades sean distintas y distantes, todos, en mayor o menor grado, devenimos cómplices del sistema. Lo somos cuando en nuestro papel como empleados de banca (por ejemplo) contribuimos al timo de “las preferentes” para cobrar una comisión en la venta. Lo somos cuando cuando como jueces o intérpretes de la legalidad hacemos caer todo el peso de leyes injustas sobre los más débiles (caso desahucios). Y lo somos, aunque en posición yacente, cuando contribuimos al sostenimiento del Estado con nuestros impuestos para que el gobierno liquide inversiones sociales con una mano mientras con la otra derrocha recursos jugando a la guerra preventiva por esos mundos.

Además, ahora no cabe la excusa de haber tenido que actuar por “fuerza mayor”. Como cuando había que jurar Los Principios Fundamentales del Movimiento para acceder a un puesto público (pocos tuvieron la dignidad de ejercitar la insumisión, por ejemplo en la universidad). Vivimos en democracia. Dicen. Teóricamente cada cual es libre de actuar como le plazca, teóricamente. Pero ir contracorriente, tiene un precio. Y esperar que la izquierda en el poder nos saque las castañas del fuego es pedir demasiado. La “tangentópolis”, socializar los crímenes contra el pueblo entre tirios y troyanos, se inventó para tener a la casta política en el bote. Quien más quien menos posee un muerto en su armario. Ahora mismo, al aflorar el caso Bárcenas, se ha sabido que la Fundación Ideas del PSOE ficha sus proveedores entre familiares de los directivos y personas afines ideológicamente. Y si en la sede pepera de Genova huele a podrido, en la de Ferraz ven patriotico su nepotismo, a pesar de que la fundación se financia mayoritariamente mediante subvenciones públicas.

El paradigma de la delincuencia al por mayor es el “caso Noos”, la utilización de una ONG para drenar de todos hacia los bolsillos particulares mostrando la chapa de la Familia Real. Una genialidad. Hasta le han salido imitadores. Al último portavoz del Partido Popular en el Parlament valenciano, Rafael Blasco, se le investiga judicialmente por enajenar fondos públicos recolectados para Tercer Mundo. Aunque en este episodio no hay sangre azul por medio, sino roja intensa, como corresponde a un antiguo revolucionario que recorrió todo el escalafón de la izquierda, desde el PCE al FRAP, pasando por el PSV, antes de dar con la religión verdadera. El Dios de los delincuentes aprieta pero no ahoga.

Desde dentro y desde arriba el sistema nunca tendrá enmienda. La política sin valores humanos es puro negocio, un mercado tarifado por la ley de la oferta y la demanda. Los políticos ofertan lo que los ciudadanos demandan. Hasta que logran el poder. Entonces olvidan sus promesas y las sustituyen por falsas demandas para su propio beneficio, levantando un pesebre donde debería existir una sociedad entre libres e iguales. Lo cuenta mucho mejor hablando de la economía real William Kapp, el autor de Los costes sociales de la empresa privada : ”En otros términos, aquellos bienes para los cuales no hay demanda,no tienen utilidad, es decir, no son riqueza”.

Salta a la vista. Con un crisis económica obstinadamente recesiva, que se manifiesta en cifras de paro de auténtica emergencia social y desplome del consumo por la caída del nivel de renta, la Marca España propone medidas de “relanzamiento económico” basadas en bajar los salarios y y aumentar la jornada de trabajo ¿El imperio del crimen o un atajo de imbéciles? Tanto da. El sistema esta diseñado para destruir la conciencia democrática. Lo público auténtico sólo se construye desde la base, horizontal y democráticamente. Lo estatal es el simulacro con que lo privado controla lo público. El derecho a decidir no es tal, sino mera retórica para reafirmar el continuismo, si se ejerce desde arriba. El derecho a decidr siempre es un ejercicio de soberanía exclusivo y excluyente de los de abajo.

Rafael Cid


Fuente: Rafael Cid