Artículo de opinión de Juan Mari Arazuri.

El modelo económico en el que estamos instalados es generador de una creciente desigualdad e injusticia. La precariedad es una de las formas de aumentarlas.

El modelo económico en el que estamos instalados es generador de una creciente desigualdad e injusticia. La precariedad es una de las formas de aumentarlas.

Como todo, nos venden la precariedad como un factor corrector provisional, como un mal necesario para salir de la “crisis”, para generar empleo y acabar con el paro. Pero La precariedad no genera de por sí empleo; la mayoría de los empleos precarios se corresponden a puestos de trabajo normalizados y estables. La precariedad es una decisión “política”, es la opción elegida por los poderes económicos y políticos para mantener su dominación y su capacidad de imposición. Una persona con un empleo eventual estará en una posición mucho más débil para defender derechos y condiciones laborales. Esa decisión convierte en norma lo que aparentemente era provisional.

La precariedad laboral no es solo eventualidad en la contratación: las dobles escalas salariales, son precariedad; las externalizaciones de parte de la producción y todos los procesos de subcontratación, son precariedad; la facilidad de despido y las sucesivas Reformas Laborales, son precariedad. Hoy todxs somos un poco más precarixs y buena parte del trabajo con contrato indefinido ha caído en la precariedad extrema, con consecuencias drásticas en la condiciones laborales y salariales.

Valgan un par de ejemplos: la Administración y las empresas auxiliares del entorno de VW. En la Administración casi la mitad del empleo es eventual, y no por las condiciones de los puestos de los trabajos a cubrir sino por decisión del empleador, una situación que no se palia con las sucesivas ofertas de empleo público anunciadas a bombo y platillo. Y es cierto que en la Administración, con unas condiciones laborales y de contratación más blindadas, los efectos de la precariedad se amortiguan, pero esa precariedad ayuda a su trasvase a la empresa privada, donde sus efectos son más drásticos. En las empresas auxiliares del entorno de VW, el eslabón más débil de la fabricación del VW POLO, entre otras cosas, están peleando por la SUBROGACIÓN de las plantillas y condiciones, en caso de pérdida de las adjudicaciones de la obra y servicio.

Tampoco la precariedad es algo que solo afecte al campo laboral, se extiende a todos los ámbitos de la vida. Dada la centralidad que el trabajo tiene como factor de normalización social y generación de derechos, esa precariedad laboral repercute directamente en otros ámbitos vitales que, además, también van generando sus propias dinámicas precarizadoras: las concertaciones y descapitalización de los sistemas sanitarios y educacionales, pese a que sean campos todavía garantistas, son factores de precarización; lo son los recortes en pensiones y subsidios de desempleo; también el encarecimiento de la vivienda, facilitado por la especulación permanente del sector y la desregularización legal de los alquileres son factores generadores de precariedad; como el incremento de precios de los suministros básicos (agua, gas y electricidad) y los incrementos de los precios de los alimentos.

Por eso cuando hablamos de precariedad no podemos pensar solo en lo laboral, la precariedad afecta a todas las facetas de nuestras vidas y se traduce en una especie de recorte vital, nuestras vidas quedan reducidas en sus posibilidades, instaladas en el corto plazo de la mera supervivencia, con menor capacidad de consolidar un proyecto de vida autónomo, no dependiente de entornos familiares o de la beneficencia. La precariedad es el quedar instalados en una situación de imprevisibilidad y provisionalidad, de riesgo, de debilidad. En ese sentido, es un paso en el camino a la exclusión, como si nos soportaran provisionalmente para acabar por decirnos con rotundidad que sobramos.

¡Precarixs nos quieren!, falta ver si nosotros nos resignamos a esa situación o si, por el contrario, estamos dispuestxs a combatirla, sin centrarnos solo en su aspecto laboral/sindical, sino procurando abarcar lo social y todos los campos vitales.

Y tampoco basta con intentar paliar cada uno de los efectos. Trabajar contra la precariedad significa hacerlo por otro modelo de sociedad: en el que nuestras necesidades no estén sometidas a la libre especulación de los mercados, sino que haya medidas políticas que los regulen; significa creernos e impulsar que el trabajo esté destinado a satisfacer nuestras necesidades y no a la competitiva obtención de beneficios, y, a la vez, impulsar un reparto del empleo necesario; significa recuperar unas políticas de impuestos progresivas y suficientes para que lo público, lo de todxs, sea capaz de ejercer ese papel paliativo y corrector de los mercados y la especulación; sobre todo, requiere caminar hacia una sociedad menos desigual, la desigualdad es el problema principal de nuestra sociedad, es la riqueza de unxs la que encarece todo y hace imposible la vida de todas las personas.

Y todo eso no lo lograremos sin romper nuestra comodidad y sin una intervención sindical y social colectiva, sin la participación de cada unx de nosostrxs. Es por eso que la CGT el día 26 de diciembre se concentrará a las 19:00 frente a la Diputación (Avd. Carlos III) porque sin hacer nada, no podemos esperar que nada cambie.

Juan Mari Arazuri



Fuente: Juan Mari Arazuri