Artículo de opinión de Maura Rodrigo, afiliada a CGT-Nafarroa

Qué culpa tienen sirias, guineanas, marroquíes….. de haber nacido en sus respectivos países. Y qué responsabilidad de que sus países se estén desangrando por el hambre, las guerras y la injusticia. Cuál es su responsabilidad en que el sistema económico mundial esté cimentado en la desigualdad y el expolio. Que los recursos de sus países se destinen a pagar la deuda que tienen con el FMI, pagos que ya han superado cuatro veces lo prestado, aunque todo lo devuelto ha ido para pagar los intereses que el FMI ha impuesto. Negocio redondo para el capital. Ahora le llaman mercado.

Qué culpa tienen sirias, guineanas, marroquíes….. de haber nacido en sus respectivos países. Y qué responsabilidad de que sus países se estén desangrando por el hambre, las guerras y la injusticia. Cuál es su responsabilidad en que el sistema económico mundial esté cimentado en la desigualdad y el expolio. Que los recursos de sus países se destinen a pagar la deuda que tienen con el FMI, pagos que ya han superado cuatro veces lo prestado, aunque todo lo devuelto ha ido para pagar los intereses que el FMI ha impuesto. Negocio redondo para el capital. Ahora le llaman mercado.

Qué responsabilidad en las guerras y en la industria armamentística tienen nuestras compañeras bolivianas, colombianas senegalesas… Ellas son tan culpables o responsables, como lo somos nosotras de vivir en las condiciones en el que se ha vivido en el primer mundo; esto es NINGUNA. Y es que al final, que vivamos rodeadas de más o menos miseria, pobreza, violencia… depende básicamente de en qué parte del mundo hayamos nacido.

Ahora parece que a Europa se le rompe el corazón al ver la ingente cantidad de refugiadas sirias que después de andar durante días, pasando hambre y sed, se encuentran con alambradas y policía que les tratan como delincuentes, que les impiden el paso a países que no los aceptan, que no les quieren y les abandonan a su suerte. Se le rompe el corazón a Europa especialmente después de ver la fotografía de un niño ahogado en una playa de Turquía, punto final del periplo que inició con su familia.

Pero no hay que olvidarse que las muertes en el mediterráneo, en ataúdes-patera atestados de personas que huyen de la miseria, la guerra , la esclavitud, es algo que viene de lejos. Así como las alambradas en Melilla, el recibimiento a emigrantes en la playa con pelotas de goma, su posterior internamiento en centros para extranjeros (CIE), y cuando en el mejor de los casos, llegan a salvar todos esos obstáculos, están condenados a ser y vivir como «ilegales».

Y francamente la respuesta a estos atropellos ha sido bien escasa y en eso sí que empezamos a tener ciertas responsabilidades. Porque no elegimos dónde nacemos pero sí que elegimos cuando consumimos, cuando no exigimos unas relaciones internacionales más justas, cuando no rompemos con la inercia que hace que el bienestar en el primer mundo se base en el expolio del resto del mundo.

Lo cierto es que la inmigración se vive en Europa con inquietud. Lo vivimos como un peligro, como competencia para acceder a un puesto de trabajo, a prestaciones sociales y sanitarias… y de ahí nace el rechazo, que en realidad tiene otro nombre: RACISMO.

Así, no nos damos cuenta de que estamos todas en el mismo barco, unas igual están en camarotes un poco mejores, pero nuestra condición no deja de ser insegura. En cualquier momento podemos ir en la bodega. Y si no os lo creéis, pensad en los desahucios, en las familias que no pueden alimentar adecuadamente a los suyos, en el auge de los bancos de alimentos, al que han tenido que acudir personas que siempre se han ganado la vida con su trabajo….

Hasta que no demos un paso más y ese dolor lo convirtamos en indignación y rabia; hasta que no podamos ver que este estado de cosas no es más que la consecuencia del sistema económico y social que imponen los lobbys económicos, un estado de cosas en el que todo está supeditado a la rentabilidad económica. Rentabilidad que por otra parte cada vez revierte en un sector de la población cada vez más pequeño. Hasta que no tomemos conciencia de que el problema es el modelo económico, productivista, que esquilma los recursos naturales, que provoca desigualdades e injusticias, y hasta que no luchemos contra ello, seguirán muriendo niños en las aguas del Mediterráneo.

Hoy son niños sirios, no sabemos si en un futuro serán nuestros nietos, o los hijos de nuestros nietos. No lo llegaremos a ver, pero las generaciones futuras se merecen que les dejemos un mundo más justo de lo que hemos recibido.

Maura Rodrigo


Fuente: Maura Rodrigo