Siglos atrás, la condición de pobreza normalmente iba unida a la de inocencia de los que la padecían.

Siglos atrás, la condición de pobreza normalmente iba unida a la de inocencia de los que la padecían.

Esa manumisión, se decía, lo que denotaba era la desigualdad de cosmovisión en la estructura de la dominación entre víctimas y victimarios, fruto de un entorno vital de indigencia y escasez generalizada. Sin embargo, la actual crisis económica, nacida del seno de la sociedad de la abundancia por excelencia, demuestra que esas pautas, aunque solapadas, siguen vigentes y determinan el comportamiento social. Solo desde una mentalidad colonizada por la absoluta inconsciencia se puede comprender la beatífica pasividad con que los pobres del siglo XXI aceptan el infortunio programado por los amos del mundo. El dios proveerá ha sido sustituido con eficacia redoblada por el Estado proveerá. Y los nuevos sometidos son como aquellos bienaventurados que ponderaban las sagradas escrituras para dar un sentido celestial a su resignación. Por eso, un catecismo sobre la crisis de hoy podría rezar así :

1. Bienaventurados los pobres que se dejan esquilmar por los ricos porque así los mangantes podrán seguir amasando grandes fortunas con las que dar empleo a los millones de parados que cíclicamente producen.
2. Bienaventurados los pobres a los que el piadoso gobierno sube los impuestos (IVA) mientras se los baja a los ricos (patrimonio, sociedades, cuota empresarial), porque de esta forma ayudarán a refundar el capitalismo.
3. Bienaventurados los pobres que permiten que el gobierno entregue su dinero al sistema financiero, porque con ello premiaran a los causantes de la crisis para que sigan obteniendo beneficios y los partidos que les amparan vean perdonadas sus deudas por los banqueros.
4. Bienaventurados los pobres que votan a la izquierda insocial porque con su papeleta legitiman leyes de derecha, como la reforma de la ley de extranjería, que limita la reagrupación familiar y aumenta el periodo de detención, y el recorte del principio de Justicia Universal, sin que nadie les llame malhechores a la cara.
5. Bienaventurados los pobres que consideran el paro una catástrofe natural y que en el mundo siempre habrá ricos y pobres, porque contribuirán a la impunidad de los poderosos y a que ganen su pan con el sudor y la cartera del de enfrente.
6. Bienaventurados los pobres que piensan que el problema del paro se solucionará cuando los que ya tienen trabajo prolonguen la edad de jubilación hasta la tumba, porque es la dieta que recomiendan los ricos para que su España vaya bien y ellos también.
7. Bienaventurados los pobres que están convencidos de que para atajar la crisis es preciso que los trabajadores ganen cada vez menos, porque de ellos será el reino de la desdicha y la precariedad y de los ricos las ganancias del capital.
8. Bienaventurados los pobres que creen que es mejor malvivir trabajando para una central nuclear caducada que currar dignamente, porque las eléctricas se lo agradecerán en el recibo de la luz y medicinas.
9. Bienaventurados los pobres que se ponen ciegos de televisión porque iluminados por el circo canalla comprenderán mejor los enormes sacrificios que hacen los ricos y poderosos para cultivar los valores del espíritu, el sentido común y la solidaridad.
10. Bienaventurados los pobres que confían en que las centrales sindicales lideren otra “operación rescate” para impedir que el diálogo social capitule con más empleo precario, peores condiciones laborales, más recortes sociales y nuevas y multimillonarias subvenciones para sus dirigentes.
11. Bienaventurados, y siempre bienaventurados, los pobres que financian a los ricos para que hagan como el señor Juan de Robes, que con caridad sin igual mandó hacer un hospital pero antes hizo a los pobres.


Fuente: Rafa Cid