Robin Hood al revés. Robar a los pobres para dárselo a los ricos. Con este desparpajo describió el Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, a la “operación rescate” consistente en dar dinero público a la banca norteamericana para salvarla de sus propios latrocinios.

Robin Hood al revés. Robar a los pobres para dárselo a los ricos. Con este desparpajo describió el Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, a la “operación rescate” consistente en dar dinero público a la banca norteamericana para salvarla de sus propios latrocinios.

ZP en España también usó está fórmula en un primer tiempo, con el añadido escabroso de que aquí fue para favorecer a una banca “ejemplar” que sigue dando escandalosos beneficios. Y ahora, cuando hay que buscar el dinero para pagar la enorme deuda contraída para sanear el sistema financiero privado, Zapatero se hace peronista. Dice que subirán los impuestos a las rentas del capital, lo que significa que de nuevo serán los ciudadanos-contribuyentes que apechugaron con la crisis quienes reciban el tijeretazo en sus economías. Aunque el gobierno y los sindicatos lo vendan como una política progresista a favor de la clase obrera, la medida implica otra variante del registro socializar las pérdidas de los de arriba a costa de los abajo.
Tanto la “operación rescate” como esta “operación contribución” son medidas regresivas que fomentan la desigualdad, aunque se vistan de seda. En ambos caos pagan los mismos, los que viven de un salario y de las rentas acumuladas (no gastadas) durante años de actividad profesional. Los VIPs, los bancos, las grandes fortunas y las multinacionales que han hecho del ERE una ruleta rusa y, con su habitual destrucción laboral, empobrecido al país, se van de rositas. Quien manda, manda. Aunque ya digo, con ayuda de los medios de intoxicación de masas y los voceros del sistema, la arremetida contra la clase media en proceso de proletarización y el ahorro popular se facturará como la hostia de izquierdista. ¿Recuerdan aquel “qué patada les hemos dado en nuestro propio culo” ?

Porque de lo filtrado hasta la fecha sobre la reforma impositiva del gobierno no se dice nada de luchar contra el fraude tributario o acabar con la evasión a paraísos fiscales, fórmulas que tan bien practica nuestra próspera oligarquía. Tampoco de la economía sumergida “capitalista” (España según la ONU es el principal consumidor de cocaína del mundo). Ni de aumentar el impuesto de sociedades. Nada hay sobre gravar a las grandes fortunas ocultas en las muy legales SICAVs tributando al 1%., esos 440.000 “grandes de España” que atesoran un capital mobiliario equivalente al de 17 millones de hogares. O, en fin, de subir el gravamen a ese 3% de altos cargos que gana más de 60.000 euros al año. Ni mucho menos de fiscalizar al alza los enormes excedentes de la banca. Por no hablar de la escasa voluntad política para cortar la sangría del paro, que ya es el doble de la media europea, o acabar con los contratos basura que hacen que un 63% de los trabajadores no superen los 1.300 euros brutos al mes. La solución peronista de ZP es meter mano a dividendos, fondos de inversión, plusvalías y depósitos bancarios (cuentas corrientes, depósitos, etc.), las “rentas de capital” atribuibles a un segmento de la población que, por edad o estabilidad laboral, ha podido “invertir” parte de su consumo potencial para garantizarse un futuro. Indiscriminadamente, dando lo mismo 5 que 5 millones.

O sea, que la clase media, que como el resto de los trabajadores ya se vio ex ante esquilmada con la “operación rescate”, será quien ex post “ahorre” para hacer frente a la deuda generada para sanear patrióticamente a la banca. Un programa absolutamente coherente con lo ya realizado durante esta legislatura “socialista” : la rebaja del impuesto de sociedades del 35% al 30%, la deducción genérica de 400 euros para todos los contribuyentes ; la subida de impuestos indirectos que afectan por igual al rico que al humilde. Le rectificada deducción sobre compra de segunda residencia que tanto fomentó la burbuja inmobiliaria y la oferta a la patronal de reducir 1,5 % la cuota empresarial (imposición negativa). Todo ello sin decir ni una palabra de la reducción del gasto del núcleo duro de la administración (ejército, Casa Real, clase política, etc.) y sí, por el contario, lanzando el globo sonda para una posible congelación salarial de los funcionarios. El neoperonismo es el Plan B del zapaterismo : un gobierno a pachas de seudosocialistas y cúpulas sindicales. Es decir, tolerancia con las grandes fortunas y mundo de las finanzas y guiños a “los descamisados” para que voten a sus “anticapitalistas” líderes.

No obstante, y ya propiamente en el terreno del estímulo económico, no se entiende muy bien la política de Zapatero. Sabiendo como sabe que la sicología también juega en la reactivación, como puso de manifiesto con su burda arenga ¡a consumir ! lanzada como colofón del 37 Congreso del PSOE, parece errático esa actitud de cañón giratorio con que amenaza a todo lo que se mueve. Acojonar a las clases medidas con tasa confiscatorias sobre sus rentas de capital y enajenarse a los 3 millones de funcionarios con un alocado ¡a por ellos !, cuando la demanda agregada está por los suelos (la de bienes de equipo ha caído el 28% el último trimestre) parece mentar la soga en casa del ahorcado. Ni el gasto elitista de los ricos sirve para tirar seriamente del consumo (Ley de Engel), ni con un horizonte de paro creciente los trabajadores con nómina abandonarán el statu quo hasta que pase la tormenta. De ahí, la marcha-fuga de ZP hacia el peronismo verbalizando ahora el Robin Hood bueno.

Rafa Cid