Tres años después de visualizarse públicamente la crisis financiera, un balance somero podría ser este : la banca cleptómana ha sido rescatada con dinero público y millones de trabajadores andan con el agua al cuello. Los “brotes verdes” que algunas economías como la francesa o la alemana cacarean, representan el canto de cisne de una oportunidad perdida para los movimientos sociales.

Tres años después de visualizarse públicamente la crisis financiera, un balance somero podría ser este : la banca cleptómana ha sido rescatada con dinero público y millones de trabajadores andan con el agua al cuello. Los “brotes verdes” que algunas economías como la francesa o la alemana cacarean, representan el canto de cisne de una oportunidad perdida para los movimientos sociales.

La salida de la crisis, falsa porque durará muchos años para los más humildes, se vislumbra como una derrota histórica para el ciudadano-trabajador-mundo. Al final del túnel habrá más desigualdad, mayor concentración monopolista de las empresas multinacionales, mayor duopolio político y más poder para la gran banca-Estado. Porque el Estado, regulando o desregulando siempre en la dirección del poder, está inclinando definitivamente la suerte hacia el capital al reclamo de la voz de su amo.

Más desigualdad y mayor impunidad. Volveremos al espejismo de finales del siglo XX y comienzos del XXI, cuando España era el país que mayor número de nuevos millonarios aportaba, mientras en el informe especial 2006 de la ONU sobre las drogas aparecía como la primera potencia mundial en consumo de cocaína (una importante economía sumergida que necesita abrevar en los paraísos fiscales amigos). Un auténtico país Jauja – en 2007 era el socio de la zona euro con más billetes de 500 euros- para algunos poderosos que alfombró el camino del negocio fácil, especulativo y exponencial que nos metió de bruces en una crisis que tendríamos que pagar nosotros endeudando a las generaciones futuras y comprometiendo el ya raquítico Estado de bienestar.

Esta debacle ha sido posible por el esfuerzo combinado y contradictorio de dos fuerzas que se mueven en la misma dirección pero en sentido contrario : el interés del capital y el desinterés de la parte “placeba” de la sociedad. El primer sector ha continuado su larga marcha a través de las instituciones, comprando prebendas, sobornando voluntades, adormeciendo conciencias, fidelizando a la opinión pública y publicada y subordinando a la clase política y sindical para conseguir poner toda la estructura del Estado y la Administración a su servicio. De esta forma se entiende la destrucción del litoral por el efecto avasallador del negocio del ladrillo, la falta de control del riesgo inversor en activos tóxicos por bancos y cajas, la corrupción como estilo de vida pública y la condonación regular de créditos a los partidos políticos. Son vasos comunicantes. David Taguas paso de ostentar la jefatura de la Oficina Económica del Gobierno a la presidencia de SEOPAN (la patronal de la construcción) y algunos de nuestros más galardonados deportistas venden su imagen a la publicidad de los bancos al tiempo que se les investiga por evasión de impuestos.

Todo ello sin discriminación de color o etiqueta. Todas las cúpulas de las formaciones políticas representativas y de las centrales sindicales bailaron al mismo son, formando un tándem de hecho que necesitaba para su correcta asimilación por la ciudadanía del simulacro de un cierto grado de discrepancia virtual. Zapatero y la estrella teocons Sarah Palin coincidieron en el mismo mensaje en el congreso de sus respectivos partidos, el 37 del PSOE y la Convención Nacional Republicana 2007, cuando rubricaron sus intervenciones con un inefable ¡a consumir !. Vasos comunicantes, también.

El famoso “remar juntos” que recomendó el rey en su último discurso navideño tiene su mejor reflejo en la posición adoptada por el Banco de España respecto al control bancario, explicitada por su gobernador Miguel Ángel Fernández Ordoñez en la conferencia “Construyendo Basilea II”, de marzo de 2007, un año antes de las elecciones generales, a cuya campaña contribuirían generosamente los dueños de la llave de los créditos. Esta pieza magistral de la copulación político-financiera, rescatada a la luz pública por el grupo Taifa de economía crítica en su número 06 “Apuntes teóricos para entender la crisis”, ponía en valor “una nueva filosofía de lo que debe ser la intervención pública a través de sus organismos independientes” consistente en dejar en manos de las entidades “usar sus propias medidas de riesgo para calcular sus requerimientos de capital”. No hay que ir a Salamanca para saber lo que eso significa y a quién beneficia.


Vasos comunicantes

No era cierto, como blasonaban el gobierno y la AEB (la patronal bancaria que dirige un subgobernador del Banco de España) a pies juntillas que tuviéramos la mejor banca del mundo, ni tampoco que nuestro sistema de control estatal fuera modélico. La prueba está en los ratios de morosidad (que el Banco de España sigue intentando maquillar para justificar haber rebajado -des-regulado- las partidas de provisión por entidad), los casos de “infección” por activos tóxicos que han salpicado a grandes del parquet como el Santander (productor Madoff y Lehman Brothers) y estallidos tipo Caja Castilla La Mancha, cuya intervención a toro pasado ha supuesto inmovilizar 9.0000 millones de euros de las arcas públicas para tapar sus agujeros y desvergüenzas ( sin que hasta la fecha nadie haya ido a la cárcel a diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos, quizás por una presión social que en España no existe). Hablamos de una banca que, según el Informe Cecchini cobra los servicios financieros más caros de toda la unión Europea.

Y por si fuera poco, la purga que supone la crisis va a servir para que la gran banca salga reforzada por el abuso de posición dominante que significa invertir los enormes beneficios generados por sus apuestas de usura hipotecaria, desbocando el precio de un bien básico como la vivienda, en unos momentos de zozobra general de las cajas. Gratis total, porque el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), dotado por el gobierno con unos recursos acordeón que oscilan, ¡ahí es nada !, entre los 9.900 millones de euros y los 99.000 millones, servirá para captar el mercado que tienen que dejar las cajas en su retirada. Y no conviene olvidar que, aunque las cajas de ahorros no son precisamente unos angelitos y están mayoritariamente al servicio de los partidos de turno, son instituciones de crédito que destinan parte de sus recursos a fines sociales. O sea, que como el dicho : una patada en nuestro propio culo.

Del lado contrario está esa oposición que nunca se opone y cuenta con la alidada de una ciudadanía autista a todo lo que no sea corto plazo y consumismo-basura, esa masa marioneta que tiene pavor a perder lo que tiene sin darse cuenta que en realidad le tienen a ella, hay poco que esperar, son mileuristas en deudas (el 63 por 100 de la población) con falsa conciencia de casero. De existir respuesta vendrá de determinadas minorías activas, interclasistas, inclusivas, que han visto reforzadas sus ideas, experiencias y prácticas de vida solidaria por la deslegitimación del sistema que la crisis ha evidenciado con toda crudeza. No parece posible ya que el crac solapado desemboque en una edad de oro de los movimientos sociales, pero si cabe esperar que esa inmensa minoría tenga una capacidad capilar en su interacción ciudadana mucho mayor que hasta ahora. Aunque su concreción en formas de calado de autoorganización cívica no será fácil. La salida de la crisis será también autoritaria y darwinista, no descartándose la posibilidad de que un sector de población vinculado al funcionariado, a los propietarios o a los que disfrutan de empleo estable, se convierta en guardián de las esencias. El fenómeno italiano de los vigilantes de barrio y el despliegue del ejército para combatir le inmigración ilegal, junto con las caceroladas contra la reforma sanitaria en Estados Unidos, no presagian precisamente una refundación democrática.

El éxito del Estado-cleptómano rescatando a la banca con deuda pública que pagarán las generaciones futuras incuba el crac social para la actual ciudadanía trabajadora, aunque aún retenga cierto apoyo social por parte de un sector de las alienadas clases medias que se resiste a aceptar su declive. Es el fracaso de una economía que asigna recursos para necesidades virtuales, consumo espoleado por la publicidad, mientras escatima la satisfacción de necesidades vitales. Al principio, el sistema (la casta política, el mundo de los grandes negocios y los medios de comunicación) negó la crisis tachándola de simple ajuste cíclico, Año y medio más tarde, cuando todos los indicadores económicos en España se han dado la vuelta, con un 19 por 100 de paro real que llega a más del 35 por 100 en los jóvenes, una recesión estadísticamente asentada y una deflación sostenida, hablan de brotes verdes y de que lo peor ya ha pasado. Auténticas mentiras de destrucción masiva. Cuando no se dan las batallas, ¿por quién doblan las campanas ?