En este país de cuentos chinos, la clave está en un cuento de niños: Alicia detrás del Espejo, del matemático y en sus ratos de ocio escritor Lewis Carrol. Porque en la boca de un humilde huevo antropomórfico, Carrol definió la ley de la gravitación universal del poder. Tentetieso, nuestro minúsculo héroe, dijo las siete palabras mágicas.: “la cuestión es saber quién manda aquí”.

Pues bien,
la experiencia propia y la historia colectiva nos confirman que el
poder, los que mandan, también mandan porque mienten. Mienten todos
los días, a todas horas, como si fuera su propia naturaleza. Y
mienten porque así nos dominan. Va un ejemplo de rabiosa actualidad.


Pues bien,
la experiencia propia y la historia colectiva nos confirman que el
poder, los que mandan, también mandan porque mienten. Mienten todos
los días, a todas horas, como si fuera su propia naturaleza. Y
mienten porque así nos dominan. Va un ejemplo de rabiosa actualidad.

Tema papeles
de ETA sobre negociación con el gobierno a los pocos meses del
atentado de la T4. Rubalcaba quita hierro a la cuestión, con ayuda
de la consabida clac progre de los medios de comunicación que han
recibido secularmente favores del ejecutivo socialista (añadir
también periodistas y todólogos del régimen), y afirma que no se
puede hacer caso de lo que diga una organización terrorista.

Y en
principio la cosa suena bien, pero si lo analizamos mínimamente
acudiendo a las hemerotecas vemos que lo que ha hecho el
vicepresidente primero y ministro del Interior es pura demagogia.
Ignoremos que fue precisamente Rubalcaba el que en otra infausta
ocasión juró y perjuró que ETA mataba pero no mentía. Pasemos por
alto que esos llamados despectivamente papeles son una pieza de un
sumario judicial y que fueron incautados al jefe político de ETA,
que no los ha divulgado la propia ETA como factor propagandística.

Vale, pero,
hay un pero como una casa: si la memoria no nos es infiel todo el
mundo recordará que fueron precisamente otros papeles incautados a
ETA, donde se revelaba la existencia de un pacto previo a dos manos
entre ETA y el PNV, los que sirvieron para que el PSOE se cargara el
Pacto de Estella-Lizarra con que la organización armada pretendía
hacer un frente soberanista.

¿Aquellos
papeles de ETA eran la Biblia y estos de ahora, tan similares, son
basura? Ya digo, son las mentiras del poder para seguir siendo poder.
Y lo que es peor, es una rutina contagiosa. Fíjense lo que acaba de
declarar uno de los sedicentes negociadores del Gobierno con ETA:
“Las reuniones con ETA fueron una partida de ajedrez de medias
verdades”. Así que nuestros impuestos se los fuman al ajedrez.

Rafael
Cid