En su día, no hace mucho, fuimos algunos los que mostramos públicamente reticencias sobre las verdaderas intenciones de esas mesas de convergencia ciudadanas que un grupo de personas vinculadas a movimientos sociales y a organizaciones de izquierda propuso como fórmula eficaz y novedosa de combate contra el neoliberalismo rampante.

Nuestras críticas iban dirigidas a una especie de falta de
legitimidad de origen, puesto que en el manifiesto fundacional no se
hablaba de anti-capitalismo ni de ecología, y a que en la
presentación de dichas mesas acudieron como protagonistas dirigentes
del PSOE, como el ex fiscal general del Estado Eligio Hernández,
afín al gobierno que ha llevado a cabo con mano de hierro esas
contrarreformas neoliberales dictadas por los mercados que las mesas

Nuestras críticas iban dirigidas a una especie de falta de
legitimidad de origen, puesto que en el manifiesto fundacional no se
hablaba de anti-capitalismo ni de ecología, y a que en la
presentación de dichas mesas acudieron como protagonistas dirigentes
del PSOE, como el ex fiscal general del Estado Eligio Hernández,
afín al gobierno que ha llevado a cabo con mano de hierro esas
contrarreformas neoliberales dictadas por los mercados que las mesas
refutan. También porque entonces se pasó por alto la lógica
referencia a los sindicatos CCOO y UGT que se plegaron como mal menor
al “pensionazo” y callaron cuando se bajó el sueldo a los
funcionarios.

Pero aquello
tiene enmienda. Ahora a la deriva neoliberal del gobierno socialista
se unen otros factores más demoledores que ofrecen una magnífica
ocasión para que las mesas de convergencia ciudadanas manifiesten
todo su potencial contestatario anti-neoliberal. La necesidad de una
moratoria nuclear inmediata tras los graves sucesos de Japón y una
decidida repulsa ante la guerra de Libia que el ejecutivo que llegó
al poder con la divisa de “No a la Guerra” ha emprendido con una
ardor guerrero tan inusual que se ha lanzado al combate antes de su
ratificación por el parlamento español, teórica sede de la
soberanía nacional, son sus nuevos desafíos.

Yo
particularmente estoy desde este mismo momento dispuesto a rectificar
si las mesas de convergencia ciudadanas se estrenan contra esas dos
muestras del mayor neo-liberalismo que pueda darse. No me dolerán
prendas, y supongo que como yo otros muchos discrepantes de primera
hora. Ya sé que las direcciones de CCOO y UGT, abanderadas en su día
del “No a la Guerra” de Irak promovida por el PP de Aznar, y
algunos artistas e intelectuales que entonces lideraron ante la
opinión pública la cultura del pacifismo, ahora se muestran a favor
de esa intervención. Pero eso hace todavía más meritoria, y
difícil, la apuesta por la resolución pacífica de los conflictos
de las mesas de las convergencia.

La ocasión
la pintan calva. ¿Qué mayor manifestación de anti-neoliberalismo
que promover otro “No a la guerra” y exigir un Referéndum
Nuclear? Si no, la historia se lo demandará. ¡¡Allons enfants!!

Rafael Cid