No es fácil entender la multiplicidad de mensajes no siempre coherentes que recibe la ciudadanía cando de la reforma de las pensiones se trata. Desde algunas fuentes la reforma de las pensiones y el aumento de la edad de jubilación es necesaria para hacer viable a largo plazo el actual modelo de pensiones que desde hace más de medio siglo este país, prácticamente descubrió. (Aclarando, eso sí, que no está en riesgo ni para hoy ni para mañana ni para 2030…).

No es fácil entender la multiplicidad de mensajes no siempre coherentes que recibe la ciudadanía cando de la reforma de las pensiones se trata. Desde algunas fuentes la reforma de las pensiones y el aumento de la edad de jubilación es necesaria para hacer viable a largo plazo el actual modelo de pensiones que desde hace más de medio siglo este país, prácticamente descubrió. (Aclarando, eso sí, que no está en riesgo ni para hoy ni para mañana ni para 2030…).

Desde otras fuentes la reforma de las pensiones es imprescindible que se acometa sin tardanza para insuflar credibilidad a los “Mercados”. Dicho así suena como si algo tuviera que ver nuestro sistema de pensiones con el inmenso desequilibrio financiero que ha generado este Gobierno. ¿Realmente tiene relación una cosa con otra ? ¡Que nos lo expliquen ! Porque suena a que “aprovechando que por Valladolid pasa el Pisuerga”, le encajamos otro gol a “esta tonta ciudadanía que todo se lo cree”.

Ni siquiera los ojos entornados, la encorvada espalda rematada con una calvicie evidente y las barbas del Sr Rubalcaba, acaban de transmitir confianza en este binomio que, por mucho que pretendan repetirlo de forma machacona, no se acaba de ver su esencia. No es cierto que las dificultades de refinanciación de la deuda Española estén relacionadas con nuestro sistema de pensiones.

Tampoco es cierto que haciendo “esto” o “aquello”, los mercados quedarán tranquilos y sosegados. A estas alturas nada de lo que hagamos, no sólo nosotros, sino un montón de países, frenará ni un milímetro las ansias depredadoras de los “mercados”. Estos días pasados asistimos a la escenificación más evidente de la barbarie de los llamados mercados, donde el diferencial de la deuda de Portugal superó con creces los 400 puntos y el de España se acercó a los 300. Pues bien para comprender algo el sistema especulador de los “mercados”, esto se hizo vendiendo los bonos, que a corto plazo expiran, de la deuda pública de estos países, para producir el pánico bursátil y recomprarlos en mayor cantidad y a menor precio al día siguiente, forzando un interés más alto para en próximas fechas obligar a los estados endeudados a pagar un interés más alto.

El gran peligro, (podríamos decir el único) al que nos enfrentamos es la existencia de los “mercados”. Ese es el gran mal que aqueja a la economía mundial y de hecho los bancos centrales, conscientes del enorme riesgo, compran deuda pública en un vano intento de evitar la especulación capitalista nunca antes vista a escala planetaria. Hasta el Banco central chino, el principal acreedor de Estados Unidos, compra deuda española, y de otros países europeos en un vano intento de frenar la banca rota que nos ronda y que afectaría muy negativamente a sus exportaciones (todo hay que decirlo).

Hora es de identificar el mal y de atajarlo. Es imprescindible y urgente una reforma de los Mercados. Para ello urge suspender la actividad de los mismos, de forma que aquellos compromisos de devoluciones y renegociación de las deudas se suspendan, hasta que la economía vuelva a tener pulso y aprendiendo de los efectos de las crisis combinadas (energética, ecológica, financiera, poblacional, alimentaria) podamos como especie redefinir nuestros modelos sociales y económicos desde dimensiones humanas y naturales.

Dicho esto alguien puede explicarnos qué relación tiene con esta debacle, la reforma de las pensiones y el pretendido aumento de la edad de jubilación. Porque si por jubilarme a los 80 años los mercados se tranquilizaran diría aquello de que ¡No hay mal que por bien no venga !

Fdo. Rafael Fenoy Rico Secretario de Jurídica y Comunicación CGT