El día 1 de agosto se publicaba en el BOE la última reforma de las pensiones. Los grandes rotativos no le dedicaron ni una sola portada, relegaron a las lejanas palnes de economía el recorte más importante de los últimos 30 años de las prestaciones de la Seguridad Social, y la norma entrará en vigor en 2013 entre un sorprendente desconocimiento general .

La última de las grandes reformas del gobierno Zapatero ya a primera vista destaca por su extrema complicación. Incluso los más avezados en la materia necesitan días, calculadora en mano, para entenderse en un mar indescifrable de formulas matemáticas y disposiciones adicionales.

La última de las grandes reformas del gobierno Zapatero ya a primera vista destaca por su extrema complicación. Incluso los más avezados en la materia necesitan días, calculadora en mano, para entenderse en un mar indescifrable de formulas matemáticas y disposiciones adicionales. A nadie se le escapa que la Seguridad Social es una materia ya de por sí con merecida fama de pesada, pero el esfuerzo que ha puesto en complicar al máximo los cálculos de jubilación dejará aún más indefensa a la población ante una ley que , si la llegaran a leer, seguramente lo entenderían más o menos como si lo hubieran redactado en latín.

La otra característica es que está destinada a durar poco. Sorprendentemente, la reforma determina que en los próximos años habrá «estudiar» nuevamente si con los recortes aplicados al sistema aún es sostenible, o si aún se deben rebajar más las pírricas pensiones que ha dejado. Este hecho, añadido al apoyo sumiso de los sindicatos CCOO y UGT, y sumado a que el PP ya está anunciando que tiene nuevas propuestas en esta materia, hace muy probable auguró que, desgraciadamente, en los próximos meses, tendremos que publicar un nuevo artículo para explicar más recortes en la Seguridad Social.

Finalmente, y de manera muy importante, la reforma ataca allí donde más duele social y rebaja las pensiones más pequeñas entre las pequeñas, en un contexto donde el 58% de los y las pensionistas ni siquiera llegan a los 700 euros mensuales. En cambio, quien haya cotizado durante 40 años se jubilará a la misma edad y prácticamente con la misma prestación que antes de la reforma, concesión que explica, en parte, el apoyo de los sindicatos oficiales.

Pero, ay de las precarias, aquellos y aquellas que han caído en los contratos mierda, en los temporales y en la economía sumergida, ya que toda la nueva norma está pensada y repensada para recortar sus pírricas pensiones. A partir de 2013, la pensión mínima de 600 euros ya no está garantizada ni por quien haya cotizado 15 años, y se rebaja sino paupérrimos 350 euros.

Desde los despachos del Ministerio de Trabajo también se han roto los cuernos para diseñar mil y un cálculos que reduzcan las cuantías finales, y, al mismo tiempo, muchos de los que hasta ahora podían llegar a jubilarse a los 61 años tendrán que esperar ni más ni menos que a los 67 años. En el punto de mira, claro, las ya pequeñas pensiones de mujeres, inmigrantes y precarios en general.

El gobierno español y la patronal llaman bien alto que todo este proceso es «imprescindible» para salvar las pensiones, mientras CCOO y UGT afirman que es un mal menor. Pero la realidad es que se está cambiando radicalmente el reparto del pastel de la riqueza social, en detrimento, de nuevo, de una gran mayoría.

* Alex Tisminetzky es abogado laboralista del Colectivo Ronda


Fuente: Alex Tisminetzky