Réplica de “Balance” a Octavio a propósito de los ministros anarquistas y la lección del 36

Nada más violento y autoritario que una revolución. Las revoluciones son totales y totalitarias o son aplastadas.
No hay nada más violento ni autoritario que derrotar al ejército, y eso lo hicieron los anarcosindicalistas y el pueblo de Barcelona en julio de 1936. No hay nada más violento ni autoritario que arrebatar las armas de los cuarteles y armar al proletariado, y eso es lo hicieron los anarcosindicalistas en julio de 1936. No hay nada más violento ni autoritario que arrancar las fábricas a sus propietarios, y eso es lo que hicieron los anarcosindicalistas y el proletariado catalán en julio de 1936.

Octavio Alberola. Respuesta al artículo de BALANCE, "Ministros anarquistas"

Réplica de “Balance” a Octavio a propósito de los ministros anarquistas y la lección del 36

Nada más violento y autoritario que una revolución. Las revoluciones son totales y totalitarias o son aplastadas.

No hay nada más violento ni autoritario que derrotar al ejército, y eso lo hicieron los anarcosindicalistas y el pueblo de Barcelona en julio de 1936. No hay nada más violento ni autoritario que arrebatar las armas de los cuarteles y armar al proletariado, y eso es lo hicieron los anarcosindicalistas en julio de 1936. No hay nada más violento ni autoritario que arrancar las fábricas a sus propietarios, y eso es lo que hicieron los anarcosindicalistas y el proletariado catalán en julio de 1936.

Octavio Alberola. Respuesta al artículo de BALANCE, «Ministros anarquistas»

Aunque hay quien dice, como Víctor Alba (POUM), que la colectivización fue fruto del abandono de las fábricas por sus dueños, olvidando que si éstos habían huido era porque comités de hombres armados habían ido antes a buscarlos a sus domicilios. No hay nada más violento ni autoritario que disolver el gobierno y destruir el aparato estatal, pero eso NO lo hicieron los anarcosindicalistas, que optaron por colaborar con el resto de fuerzas políticas (incluso las burguesas, como ERC y Estat Català), con el gobierno de Companys y con las instituciones estatales. Ese fue el error de los anarquistas en julio de 1936 : no destruir el Estado y colaborar con el gobierno de Companys.

El error anarquista, en julio de 1936, no fue el de matar curas, quemar iglesias, formar milicias y patrullas, tomar las fábricas o crear comités por doquier. El error fue dejar en pie el gobierno de la Generalidad, y colaborar con él mediante el Comité Central de Milicias Antifascistas (CCMA). El error fue no dar la patada de gracia a la Generalidad, sustituyéndola por una Junta Revolucionaria, representante de los comités. Una Junta capaz de centralizar el poder del proletariado en armas y coordinar los comités locales. Una Junta capaz de plantearse y resolver, desde esa centralización y coordinación de los comités, entre otras muchas labores necesarias, la dirección de la guerra y de la economía, la represión de la quinta columna y de los ladrones y asesinos con carné o sin carné, y sobre todo la de sustituir a los funcionarios y altos cargos derechistas, que como denunciaba Peiró, saboteaban la producción y la guerra desde el gobierno de la Generalidad. Joan Peiró llegó a decir que mejor hubiera sido matar menos curas y más altos cargos y funcionarios ; aunque lo realmente revolucionario quizás hubiera sido dejarlos a todos en el paro, destruyendo el Estado hasta los cimientos como se hizo con la iglesia de Puigcerdà.

Octavio no puede comprender, ni “aceptar”, la evidente existencia histórica de esa violencia “autoritaria” y revolucionaria del proletariado barcelonés ; pero es que las revoluciones no se mendigan, ni se piden “por favor”, ni se someten a votaciones, ni se hacen nunca por unanimidad de toda la Humanidad. NO hay nada más autoritario que una revolución que arrebata fábricas a sus propietarios, armas al ejército y se propone destruir el Estado.

Octavio habla de una revolución no autoritaria : ¿y eso qué es ? Desde luego no está hablando de lo que realmente sucedió en la España de 1936. Cuando la ideología y los dogmas, aunque sean ácratas, anidan en el cerebelo a la gente se le nubla la vista y ve visiones ¡Una revolución no autoritaria ! : eso es lo mismo que una tortilla sin huevos, una bruja buena, un tirano amable y un pirata honrado, esto es, el mundo al revés. Una revolución antiautoritaria es una contradicción insuperable entre las fantasías ideológicas y la práctica social o histórica : o se abandona el dogma o se abandona la realidad. Algo de eso vivieron los anarquistas en 1936, en la vorágine de la guerra ; pero setenta años después aún es un tema tabú y sigue sin resolverse la contradicción, que queda aparcada entre las sedas y neblinas de la Idea, porque resulta más cómodo y fácil que enfrentarse a la dura y diáfana realidad.
¿Qué es el poder, qué es y qué no es autoritario, qué es una revolución proletaria ? Antiauroritarios contra el Estado y contra la explotación capitalista, por supuesto. Pero cuando hay que dar la patada al viejo mundo y acabar de una vez con el Estado y el capitalismo : ¿renunciaremos porque esa patada es un acto AUTORITARIO ?

“Balance” no se ha sacado del sombrero de copa lo de revolución total y totalitaria : lo dijeron en 1937 los anarquistas que militaban en la Agrupación de Los Amigos de Durruti cuando después de mayo del 37 analizaron y criticaron la colaboración gubernamental de la CNT-FAI. “Balance” pone esos textos a disposición de cualquiera que los solicite al correo electrónico chbalance@wanadoo.es

La lección a sacar del 36 es que hace falta un programa y fusiles. Y esa es la lección que sacaron Los Amigos de Durruti, que por supuesto eran anarquistas que también fueron calificados de trotskistas por los líderes de la CNT-FAI, como hace Octavio con “Balance”. Un programa y fusiles. Sólo fusiles lleva a poner ministros en el gobierno. Los fusiles sirven para defender el programa de la revolución proletaria, a no ser que creamos, como parece creer Octavio, en la posibilidad de hacer una revolución por unanimidad de toda la Humanidad, incluidas las quinientas personas que acaparan hoy el cincuenta por ciento de la riqueza del planeta. Porque imponer “algo” autoritariamente a esas quinientas personas es impensable para un antiautoritario, entendido como lo entiende Octavio. Ni aunque cuatrocientas noventa y nueve de esos potentados se convirtieran en esquizofrénicos santos dadivosos podría proclamarse aún el comunismo libertario. Si sólo uno de los quinientos dijera “no quiero”, da igual que fuera la Reina de Inglaterra, Gates, o el Papa, todo el planeta habría de renunciar al paraíso en la Tierra, porque sería ¡una revolución autoritaria !

No hay fórmulas mágicas, pero sí experiencias históricas de las que poder aprender, siempre y cuando los dogmas no le cieguen a uno. Y la lección del 36 es que una revolución ha de ser total, no sólo reducida a la gestión de la economía, mientras se deja el control financiero y político a la burguesía. Total en cuanto no deja la dirección de la guerra en manos de la burguesía democrática. Total en cuanto lo abarca todo, en todos los ámbitos, desde el social, político y económico al cultural y cotidiano, y se propone destruir el Estado. Y totalitaria como decían Los Amigos de Durruti en 1937, con el significado de dictadura de clase, esto es, imponiéndola a fascistas y contrarrevolucionarios con los fusiles, sin mendigarla, sin poner una instancia debidamente sellada con pólizas y timbres, sin solicitarlo siquiera “por favor” al amo, al cura o al militarote de turno.

¿Qué en 1936 no era posible una revolución ? Entonces para que se hizo un 19 de julio en Barcelona : ¿para defender a Companys y la Generalidad, para defender a Azaña y la República ? Y si no era posible había que intentarlo, porque las derrotas son la escuela del proletariado.

Existe un abismo insalvable entre las posiciones de “Balance” y las de Octavio Alberola. Pero antes de levantar acta es necesario poner los puntos sobre las íes y dejar muy claro qué es lo que sucedió realmente en Barcelona durante los primeros meses posteriores al 19 de Julio de 1936.

LA AUTORITARIA VIOLENCIA REVOLUCIONARIA DEL 19 DE JULIO DE 1936 EN BARCELONA

El Estado, en la sociedad capitalista, pretende siempre el monopolio de la violencia, con el objetivo manifiesto de mantener a raya a la clase explotada. A la violencia no controlada por el Estado, y que se ejerce fuera de ese monopolio, se la califica de delincuencia y es perseguida en nombre de la ley y el orden capitalistas. Los principales aparatos del estado ERAN, en 1936, el Ejército, para la defensa frente a otras naciones o la expansión imperialista (Marruecos) y como garantía última del orden establecido ; la Policía, para prevenir la subversión y reprimir al movimiento obrero ; una Hacienda para financiar, mediante tributos, los distintos aparatos estatales y la burocracia ; el Parlamento, para resolver pacíficamente los intereses de las distintas fracciones de la burguesía, e incluso institucionalizar al movimiento obrero en la sociedad capitalista. Iglesia, Escuela, Policía-Ejército, Sindicatos, Partidos, Tele-radio-prensa, Corrupción, Mafias, ONGes y afines, Alternativa antiglobalización “Otro mundo (capitalista) es posible” y Prisión SON, hoy, instituciones estatales y paraestatales destinadas a controlar, deformar, reprimir, vigilar, CON-vencer, manipular, dirigir, tiranizar, desviar, desorientar y castigar a la clase obrera. El Estado es pues el formidable instrumento de dominación de la clase poseedora sobre la clase explotada. El antagonismo de clase, en las sociedades capitalistas, era y es de tal magnitud que jamás el proletariado ha podido, ni puede, ejercer el poder estatal conjuntamente con una fracción de las clases poseedoras, sin favorecer la contrarrevolución burguesa. Las fracciones de las clases explotadas que entren en una coalición gubernamental, por las circunstancias más imperiosas que se quieran, o la razón que fuere, con alguna fracción de las clases poseedoras acabarán siendo, SIEMPRE, cómplices de los inevitables actos de represión contra la clase obrera, que irremediablemente conllevará el proceso contrarrevolucionario. SIN DESTRUCCION DEL ESTADO NO HAY REVOLUCION PROLETARIA.

En 1936, en España, la Iglesia y el clero, con importantes intereses terratenientes, financieros y educativos, eran la poderosa institución coordinadora de la derecha militar y fascista, opuesta al progreso material y social de las clases populares, con una presencia económica, ideológica y cultural, tiránica, omnipresente, inamovible y abrumadora en la vida cotidiana de campesinos, clases medias y trabajadores. Durante todo el período republicano la Iglesia fue vista como el primer obstáculo para alcanzar el progreso y el bienestar social. La alianza de la Iglesia con la derecha más reaccionaria y brutal presentó a esa Iglesia como diana de todas las movilizaciones sociales, progresistas y republicanas.

La sublevación militar y fascista, apoyada, incitada, ansiada, bendecida y amparada por la Iglesia, fracasó en casi toda España, creando como reacción una situación revolucionaria. La derrota del ejército por el proletariado en la “zona roja” había dinamitado el monopolio estatal de la violencia, brotando de la explosión una miríada de poderes locales, directamente asociados al ejercicio local de la violencia. Violencia y poder estuvieron íntimamente relacionados. Por otra parte, las llamadas “fuerzas de orden público” habían desaparecido de la calle, acuarteladas a la espera del momento oportuno de apoyar a la contrarrevolución. Esa situación revolucionaria común fue la que hizo surgir espontáneamente, sin consignas de organización alguna, ni centros de dirección de ningún tipo, en todos los lugares donde la sublevación fascista había sido derrotada : comités ; armamento del proletariado ; barricadas ; milicias ; patrullas de control ; desaparición de sombreros, trajes y corbatas, sustituidos por monos y pañuelos rojinegros ; quema de iglesias ; pases emitidos por los comités de defensa ; saqueos de casas de la burguesía ; juntas revolucionarias de ámbito regional o comarcal en Málaga, Barcelona, Aragón, Valencia, Gijón, Madrid, Santander, Sama de Langreo, Lleida, Alicante, Almería… ; persecución, encarcelamiento o asesinatos “in situ” de fascistas, militares sublevados, patrones y clero ; incautación de fábricas, cuarteles y locales de todo tipo ; comités de control obrero y un largo etcétera en el que el ejercicio de la violencia ERA EN SÍ MISMA la manifestación del nuevo poder obrero. En las semanas posteriores al 19 de julio se vivía una situación revolucionaria, nueva y desconocida, festiva y salvaje, en la que la ejecución del fascista, del amo o del cura ERA la revolución. Violencia y poder eran lo mismo. El torrente revolucionario lo arrasaba todo con su éxtasis furioso, liberador, autoritario, redentor e imparable.
Pero las instituciones estatales siguieron en pie, y la CNT-FAI decidió entrar en un gobierno de coalición con partidos burgueses, para aplastar PRIMERO al fascismo allí donde había triunfado.

Los comités, surgidos por doquier, intentaron ordenar e imponer la nueva realidad social y económica surgida de la victoria insurreccional obrera sobre el fascismo, en Cataluña. Y por supuesto, surgieron los arribistas de la revolución, aquellos que buscaron el beneficio personal a toda costa, en una situación todavía confusa y revuelta, ladrones y asesinos que, sin carné o con carné de cualquiera de las formaciones sindicales y políticas existentes, desde la FAI hasta el PSUC o POUM, pasando por ERC y Estat Català, desprestigiaron la labor revolucionaria en curso. Esos delincuentes fueron denunciados, certera y apasionadamente, por Joan Peiró en “Perill a la reraguarda”. Sin embargo, no confundamos a esos arribistas, que los hubo, no sólo en la FAI, con los incontrolados. Nada tan arbitrario, ni arrojadizo, como los múltiples significados que cada cual dio a la palabra “incontrolado”. La CNT-FAI la utilizó el 28 de julio en un manifiesto, como amenaza contra aquellos que utilizaran la violencia en provecho propio y no se sometieran a los dictámenes, controles y consignas confederales o del CCMA. El gobierno de la Generalidad la utilizó contra los revolucionarios que expropiaban los bienes de la burguesía y ponían en práctica la justicia proletaria. ERC contra toda actividad ácrata. El PSUC contra toda acción que atentara contra la autoridad gubernamental, el fortalecimiento de las instituciones estatales y la centralización militar. Después de mayo del 37 la CNT-FAI calificó de incontrolados a Los Amigos de Durruti. Con la conquista del Estado por los estalinistas, y la instauración del omnipotente terror del Servicio de Información Militar (SIM), todos los revolucionarios del 19 de Julio se convirtieron en incontrolados, desde el ilegalizado POUM hasta los sectores críticos o descontentos de la CNT-FAI.

Así fue y así pasó.

LOS CAMINOS DIVERGENTES DE “BALANCE” Y OCTAVIO.
Octavio no hace un análisis aceptable de la situación revolucionaria, creada en Barcelona a partir de la victoria armada del proletariado sobre los militares sublevados contra el régimen republicano, y contra el nuevo gobierno de Frente Popular, surgido en las elecciones de febrero de 1936.

Ante todo una afirmación tajante : sin los anarcosindicalistas en la calle, no habría habido Guerra civil, por la sencilla razón de que la sublevación fascista y militar habría triunfado inmediatamente en Barcelona y el resto de España. Y otra afirmación tan tajante y cierta como la anterior : la CNT-FAI desautorizó desde los primeros días los saqueos y asesinatos indiscriminados, cometidos por delincuentes con carné o sin carné. Ejecutó “in situ” a militantes cenetistas o no cenetistas que, en la situación creada por la sublevación militar y el vacío de poder, habían delinquido, o se habían tomado la justicia por su mano, con fines privados.

Por otra parte, debe quedar muy claro que la CNT-FAI, en la situación revolucionaria creada el 19 de Julio, no condenó TODAS las ejecuciones y expropiaciones, porque como dijo el propio Peiró, tan merecidamente citado como azote de la violencia indiscriminada, era necesaria una justicia revolucionaria popular de carácter COLECTIVO, inmediato y espontáneo.

Y el 19 de Julio matar un fascista, fusilar un cura, o saquear e incendiar una iglesia era hacer la revolución. Quizás no lo fuera ya en octubre o noviembre, porque los avances de la contrarrevolución en marcha desfiguraban el carácter festivo, glorioso, igualitario, excitante, gozoso, anónimo, purificador, lúdico, salvaje, entusiasta, justiciero, popular, liberador, erótico, solidario y maravilloso que había tenido en Julio el uso de las armas.

Violencia y poder iban juntos. Una vez destruido el monopolio de la violencia por el Estado, porque se había derrotado al ejército en la calle, y armado el proletariado, se abría una situación revolucionaria que imponía su violencia, su poder y su orden. El poder y la autoridad de una clase obrera en armas.

En el fondo entre Octavio y “Balance” sólo hay una diferente perspectiva en el análisis. Octavio analiza los hechos históricos y la realidad social desde sus inamovibles postulados ácratas ; “Balance” pretende sacar lecciones útiles para el proletariado desde el análisis de los hechos históricos y de la realidad social. Octavio privilegia el dogma ácrata, y si la historia no se ajusta a la Idea mal le va a los hechos históricos. “Balance” privilegia el estudio de las experiencias históricas del proletariado revolucionario, sin importarle las etiquetas que quieran ponerle sus censores a modo de insulto : “trotskista” para los anarquistas, o “anarquista” para los marxistas.
Los caminos de Octavio y “Balance” son caminos divergentes. Hay que constatarlo debidamente, con todo el respeto y consideración que nos merece la militancia de Octavio, pero también con todo el rigor y dureza que requiere el aprender de unas experiencias históricas que el proletariado ha pagado con tanta sangre y sufrimiento. Y la lección del 36 es que las revoluciones son totales y totalitarias o son aplastadas.

Balance. Cuadernos de historia (septiembre 2005)
http://es.geocities.com/hbalance2000
chbalance@wanadoo.es


Par : BALANCE. Cuadernos de historia



Fuente: Balance. Cuadernos de historia