Editorial Rojo y Negro 204
El silencio es siempre invisibilidad, ocultamiento, realidad vivida intramuros, introspectiva, íntima, congelada en un tiempo y en un espacio circunspectos, restringidos. Una realidad no-pública que usualmente está compuesta de sufrimientos, de pérdidas, de soledades, de miedo. Ante todo el miedo tangible, concreto e hiriente de la represión, de la fuerza disuasoria, de la violencia socialmente permitida en pro de falaces ideas de orden, seguridad, paz social… Orden para mejor organizar la explotación económica de las mujeres que mantienen los cuidados de los demás, de los jóvenes que mueren como moscas en el tajo, de inmigrantes que malviven en viviendas ruinosas de propietarios ruines. Seguridad para que las multinacionales hagan y deshagan aquí y en el resto del mundo lo que marque su tabla de beneficios, sin importar las personas que oprimen o los ecosistemas que devastan. Paz para justificar una guerra permanente contra “enemigos ocultos” que virtualmente podemos ser cualquiera. Es el miedo a la pérdida de una libertad siempre limitada, expresada en los silencios de una música callada que grita de corazón a corazón cuando no puede ser de boca a oído.
Editorial Rojo y Negro 204

El silencio es siempre invisibilidad, ocultamiento, realidad vivida intramuros, introspectiva, íntima, congelada en un tiempo y en un espacio circunspectos, restringidos. Una realidad no-pública que usualmente está compuesta de sufrimientos, de pérdidas, de soledades, de miedo. Ante todo el miedo tangible, concreto e hiriente de la represión, de la fuerza disuasoria, de la violencia socialmente permitida en pro de falaces ideas de orden, seguridad, paz social… Orden para mejor organizar la explotación económica de las mujeres que mantienen los cuidados de los demás, de los jóvenes que mueren como moscas en el tajo, de inmigrantes que malviven en viviendas ruinosas de propietarios ruines. Seguridad para que las multinacionales hagan y deshagan aquí y en el resto del mundo lo que marque su tabla de beneficios, sin importar las personas que oprimen o los ecosistemas que devastan. Paz para justificar una guerra permanente contra “enemigos ocultos” que virtualmente podemos ser cualquiera. Es el miedo a la pérdida de una libertad siempre limitada, expresada en los silencios de una música callada que grita de corazón a corazón cuando no puede ser de boca a oído.

El miedo es el alimento de todo silencio. Es el silencio que grita “justicia”. Y este estado llamado Reino de España sabe bien, demasiado bien, de su historia reciente, demasiado atiborrada de silencios cómplices, desmemoriados, olvidadizos, porque nuestros próceres se empeñan en colocarnos en un estado en permanente transición política. Quizás otros 40 años son necesarios para hacer justicia a quienes sufrieron la represión de la dictadura franquista, nacida y mantenida a sangre y fuego contra quien pensaba distinto al nacionalcatolicismo atávico, retrógrado e inquisitorial que parece resurgir de sus cenizas.

Pero la justicia en nuestro “estado de derecho” no es la justicia para quienes necesitan un vivienda accesible y digna, no es la justicia para quienes fallecen en accidentes de trabajo, no es la justicia que reparta la riqueza ; es más bien la justicia de los presupuestos generales del estado, de las empresas y su competitividad, del capital hipotecario, de la industria militar, de una iglesia católica privilegiada por los gobiernos ; es la justicia que da más crédito a las fuerzas de seguridad del estado que a quienes se ven maltratados por ellas, es la justicia de las privatizaciones, de las deslocalizaciones y de los cierres empresariales…

Por ello, frente a la “justicia” del miedo y del silencio, hay que romper sus silencios y revolucionar la sociedad. El movimiento madrileño Rompamos el Silencio es hoy el movimiento de acción directa y de autogestión social más veterano y más consolidado en suelo español, junto con otros como la Caravana contra las vallas de Ceuta y Melilla o V de Vivienda. El propio nombre es una proclama que invita a sumarse. Romper el silencio significa visibilizar lo que ha sido forzado a estar invisible, romper el silencio pactado por partidos políticos, instituciones, corporaciones y medios de comunicación sobre lo que ellos saben e intencionalmente ocultan, porque son hechos que molestan su paz, su orden, su seguridad.

En la actual sociedad de la información globalizada, enunciar una información veraz es un arduo ejercicio detectivesco, que permanentemente debe reiniciarse, pues el ocultamiento, el mercadeo y la maraña de noticias -expuestas de igual modo que anuncios publicitarios- es una de las armas más usadas por el actual capitalismo del “conocimiento”. Romper el silencio para poder enjuiciar críticamente la realidad, éste es el cometido.

Pero enjuiciar la realidad es ya una primera forma de actuar sobre la misma. Y en la sociedad actual cualquier acción social crítica no puede ser sino una forma de revolucionarla. Revolucionar la sociedad no es equivalente a llevar a cabo la revolución social, sin duda, pero es su premisa necesaria, su antecedente nunca suficiente que constantemente debe ser renovado, para no caer en la desidia, en la apatía, en la complacencia, síntomas de todos ellos de la acomodación al pensamiento único del mercado, fetiche que atraviesa nuestras vidas con sus anuncios de felicidad pastiche.

Rompamos pues el silencio y revolucionemos la sociedad. Este mes de julio empezó con la Semana de Lucha de Rompamos el Silencio en Madrid y termina con las Jornadas para Revolucionar la Sociedad, en Ruesta. Son dos líneas que convergen porque ambas se alimentan mutuamente, en ideas, en acciones, en sugerencias para mantener un ideario de lucha desde y para la libertad, la autonomía, la búsqueda de nuevas formas de actuar y debatir, de reapropiarse realmente de los derechos formalmente enajenados. Desde la acción directa a la autogestión social de los derechos, visibilizando lo oculto de la explotación y la opresión, y siempre contra la represión de nuestras libertades, primer paso para hacer del silencio una institución necesaria al orden social : un saludo fraterno a Cándido y Morala por su recobrada libertad y un apoyo activo a Dani y Manu para que no la pierdan.

Desde la Confederación General del Trabajo apoyamos cuantas iniciativas de intervención social surjan desde la horizontalidad y la democracia directa de implicados y participantes y contra todo intento de acallar las voces de quienes intentan transformar esta sociedad de silencios impuestos y de esclavitud consumista. E invitamos a todas y todos a debatir y reflexionar sobre cómo seguir rompiendo los silencios para intentar revolucionar la sociedad.