Artículo de opinión de Juan Ramón Ferrandis publicado en Levante-EMV

Hace solo unos días, el Ministerio de Fomento anunciaba la continuidad de las OSP, Obligaciones de Servicio Público, o lo que es lo mismo, el mantenimiento de los trenes que explota renfe, y que, bajo criterios economicistas, no son rentables. Una buena noticia, sin duda, pues ciertas líneas y trenes de la Comunitat tenían muchas posibilidades de sufrir reducciones de servicio, incluso cierres parciales de la infraestructura. Aunque haber mantenido este servicio, pero no apostar por él, por su rehabilitación y adecuación, no hace más que prolongar su agonía y aplazar su clausura por motivos de seguridad. Además, ampliar las OSP a servicios de alta velocidad que sustituyen las medias distancias, pero que evidentemente no dan servicio a las localidades intermedias, también es suprimir servicio de manera velada, y si, además, se subvencionan estos servicios, siendo mucho más baratos para las usuarias (que no para la sociedad) que el establecido anteriormente, en precario y sin bonificaciones económicas, entonces, podríamos hablar, incluso, de competencia desleal, para llegar a la excusa perfecta de supresión del servicio convencional actual.

También, con solo un par de días de diferencia, el propio ministro anunciaba en València un pretencioso Plan de Cercanías que dejaba una lluvia de millones en València y alrededores anticipándose al Gordo de Navidad, una apuesta por el tren de cercanías, indudablemente, pero con tantos claroscuros e inconcreciones que nos hacen dudar. En primer lugar, vemos obras de envergadura, «inversiones», tal como les gusta denominarlas a Gobiernos y entes empresariales, pero pasan por alto las pequeñas intervenciones en las líneas que podrían mejorar la calidad, regularidad y seguridad del transporte ferroviario por muy poco dinero, y que están olvidados en el cajón de sastre de algunos despachos, precisamente porque no necesitan inversión económica sustanciosa, como prolongar la línea C3 a Camporrobles, o acondicionar las limitaciones de velocidad por deterioro de las diferentes líneas, e incluso, rematar el andén de Silla, en obras y paralizado desde hace tres años.

También detectamos varios brindis al sol en nuevas propuestas, donde no se especifican los plazos y las partidas presupuestarias para realizarlos, pero que habrá que esperar para juzgar. Lo que sí nos atrevemos a determinar es que la falta de personal en las Cercanías de Valencia, sobre todo maquinistas, condiciona la calidad del servicio. Con un déficit actual de más de 50 trabajadores, y casi 2000 trenes de cercanías suprimidos en 2017, vemos una falta de respeto anunciar el aumento inmediato de circulaciones entre Castelló de la Plana y Vinaròs, que sin tener en cuenta el déficit actual de personal, necesita 24 agentes más, entre intervención y conducción, y teniendo en cuenta que los procesos de selección, formación y movilidad interna de este personal, no pueden ser inferiores a un año.

Por último, y ya que las bonanzas del plan se han publicado en la prensa de manera entusiasta, quedaría mencionar otra laguna, como será la nueva reducción de servicio de cercanías entre València y Castelló de la Plana, debido al comienzo de las obras del nuevo e innecesario tercer carril. Otro que desmontará e inutilizará nuevamente una vía con apenas un año de vida, con el despilfarro económico que ello supone, y las nuevas afectaciones a las personas usuarias en cuanto a supresión de servicio y retrasos de los trenes en este trayecto. De un plumazo han encontrado al personal que necesitaban para llegar a Vinaròs, y reducir las supresiones de trenes, desde ahora, todas serán a Castelló, y los empresarios y políticos, tendrán sus inversiones, aunque no sirvan, en muchos casos, para nada realmente útil.

Juan Ramón Ferrandis

 


Fuente: Juan Ramón Ferrandis