TESTIGO DIRECTO / ISLA DE JERSEY
(Publicado en el diario El Mundo. ANA ROMERO. Enviada especial). Por primera vez desde la llegada de la democracia, el Gobierno español rinde homenaje a los republicanos empleados como trabajadores forzosos en la isla de Jersey durante la II Guerra Mundial
TESTIGO DIRECTO / ISLA DE JERSEY

(Publicado en el diario El Mundo. ANA ROMERO. Enviada especial).
Por primera vez desde la llegada de la democracia, el Gobierno español rinde homenaje a los republicanos empleados como trabajadores forzosos en la isla de Jersey durante la II Guerra Mundial

Al final del acto, el embajador Carlos Miranda se acerca a Fernando de la Torre para saludarle. De la Torre, un hombre de 79 años que durante casi una hora ha enarbolado solemnemente una bandera roja, amarilla y morada, estrecha con fuerza la mano del funcionario español, que con idéntica seriedad ha escoltado simultáneamente la enseña rojigualda constitucional. Durante varios minutos, el viejo republicano y el embajador hablan con las manos cogidas.Ya no median banderas y el tiempo transcurre lento, de forma interminable casi por la emoción que contiene. « Gracias, gracias desde el fondo del alma », le dice De la Torre, un madrileño que se exilió en Cambridge en 1939 y acude a la isla de Jersey cada año para homenajear a un grupo de españoles maltratado primero por la Historia y después, simplemente, olvidado.

En esta pequeña isla -apenas 116 kilómetros cuadrados frente a la costa normanda- tuvo lugar ayer una historia pequeña y, a la vez, extraordinaria. Por primera vez desde la llegada de la democracia, el Gobierno español reconoció la existencia de los 1.500 republicanos españoles obligados por los nazis a trabajar aquí durante la II Guerra Mundial. Perdedores que cruzaron los Pirineos en 1939, estos españoles fueron internados por los alemanes en la Francia ocupada y después trasladados a construir fortificaciones y túneles en Jersey, el único trozo del Reino Unido ocupado por los alemanes, entre el 1 de julio de 1940 y el 9 de mayo de 1945.

« Hoy quiero rendir tributo a su sufrimiento y a su paciencia porque, a pesar de la liberación europea del nazismo, los que sobrevivieron tuvieron que seguir en el exilio por no someterse a la dictadura de Franco », dijo Miranda dirigiéndose a una silenciosa audiencia formada, entre otros, por algunos de los descendientes de esos españoles, apenas una veintena de ellos que acabó casándose y quedándose aquí.

Ese fue el caso del segoviano Inocente Martín, de 86 años, el único superviviente de los llamados españoles de Jersey. A Martín la cabeza le juega malas pasadas, y ya no sabe muy bien lo que dice. Le ayudan su mujer, Joan, y su única hija, Juana Dolores.Juntos depositan una ofrenda floral en un discreto monumento de ladrillos bajo un castaño. En él hay una placa que recuerda a los republicanos españoles, además de a los rusos, los ucranianos, los judíos, los argelinos y los belgas que trabajaron aquí.

Estamos en el crematorio, situado en lo más alto de la isla.Gary Font, de 43 años, hijo de otro español ya fallecido -Francisco Font- hace de maestro de ceremonias. Desde hace cinco años, se ocupa de la organización de este sencillo acto. « La visita de Zapatero a Mauthausen y del Rey a Toulouse nos hizo pensar que las cosas estaban cambiando en España », explica Font, quien como el resto de los hijos de republicanos apenas habla español. Como Maureen García, de 53 años, hija del granadino Cristóbal Antonio García, ya fallecido. O como Tony, su hermano mayor, que aguarda con una corona de flores combinadas con los colores republicanos.« Mi padre dijo que nos quedábamos aquí y que no hacía falta que aprendiésemos español », explica Maureen.

A Inocente, a Francisco, a Cristóbal y a muchos más españoles conoció Robert Le Suer, un isleño de 85 años que sí aprendió un español perfecto. Lo sigue hablando, y le encanta. « Los domingos salíamos juntos, pero no había mucho que hacer », recuerda Le Suer. « Apenas tomar un café hecho con zanahorias secas que daba un tremendo dolor de estómago ». A diferencia de los rusos, los judíos y los argelinos, a los que consideraban üntermenschen (subhumanos), los alemanes sí pagaban a los españoles, a los que además permitían descansar los domingos.

En 1985, cuando De la Torre se enteró de lo que había ocurrido aquí y comprobó que el único portador de una bandera republicana era un agregado ruso, decidió poner manos a la obra. Escribió al Gobierno de Felipe González en Madrid. Diez años más tarde, volvió a insistir en la embajada en Londres. Nada. Hasta ayer, el Gobierno español prefirió mirar para otro lado. « No les interesábamos », explica De la Torre, cuyo padre, Silverio, fue director de Obras Públicas con el último Gobierno republicano. « Pero mi vida es esto : mi mujer, mis tres hijas y la memoria de España ». ¿Vendrá el año que viene con la bandera constitucional ? « No. Mi bandera es ésta », responde sujetando la republicana. « Pero eso no quiere decir que esté en contra del Rey o de la Constitución. Simplemente yo no perdono ni olvido ».

Y así concluyó el embajador Miranda, para quien el acto de ayer es lo más emotivo de una larga carrera diplomática que comenzó hace 40 años. « Hay un punto de encuentro entre el exilio y la monarquía parlamentaria de la España de hoy en día. Ese punto común se llama democracia. Estoy convencido de que quienes en los años 30 en España, y luego en el exilio, lucharon por una España democrática saben, o sabrían si estuvieran aún en vida, que la España de hoy en día se parece a aquélla por la que ellos lucharon, padecieron y murieron. Su sacrificio no fue, pues, en vano ».


Fuente: Cecilio