Artículo de opinión de Rafael Cid

Un partido surgido de una coalición radical de izquierdas. Y una crisis económico-financiera injustamente repercutida sobre las clases populares. Esas eran las dos variables que preludiaban un cambio sistémico en Grecia que a la vez sirviera de faro a otras sociedades igualmente atrapadas en la trituradora del austericidio. Pero Syriza ha retrocedido ante la troika que ahora se hace llamar “las instituciones”, y parte del Programa de Salónica, cuyas mieles hizo que las gentes le auparan al poder, ha quedado relegado ad calendas griegas.

Un partido surgido de una coalición radical de izquierdas. Y una crisis económico-financiera injustamente repercutida sobre las clases populares. Esas eran las dos variables que preludiaban un cambio sistémico en Grecia que a la vez sirviera de faro a otras sociedades igualmente atrapadas en la trituradora del austericidio. Pero Syriza ha retrocedido ante la troika que ahora se hace llamar “las instituciones”, y parte del Programa de Salónica, cuyas mieles hizo que las gentes le auparan al poder, ha quedado relegado ad calendas griegas. Con el pacto del Eurogrupo para lograr liquidez financiera hasta agosto, Tsipras dice si a las privatizaciones, frena la subida del salario mínimo, posibilita el incremento del IVA y admite el adelgazamiento de la administración pública.

Tras una arrancada de caballo por parte de Varufakis y una sentada de burro por Tsipras, en poco menos de un mes, el país que fuera la gran esperanza blanca de los denostados PIGS, acaba de empezar a replegarse, sacrificando la estrategia a la táctica. Aunque como ocurre con el desfase entre el relámpago y el trueno en las tormentas, las últimas encuestas siguen dando al gobierno griego un gran apoyo ciudadano. La realpolitik tiene esa rara virtud: quedamos deslumbrados por su fuego. Porque también aquí la velocidad de la luz es mayor que la del sonido.

De esta forma, algunas de las medidas prometidas para paliar la emergencia social podrán ser aplicadas gracias precisamente a haber aceptado la prórroga del rescate del que Syriza renegara de plano al considerarlo como una línea roja infranqueable. Lo que es tanto como mentar la soga en el caso del ahorcado, porque la satisfacción de esas necesidades básicas se hará a costa de mayores sacrificios futuros. Al final, se ha impuesto la dialéctica de la ideología dominante. La reflexión en estas circunstancias es ¿si estamos condenados sin remisión a someternos a los intereses de los poderosos; si nunca hay un punto de ruptura democrática que evite la barbarie cotidiana?

El camino que está empezando a recorrer Syriza con su viraje suena a dejà vu. A esa rutina consistente en que los partidos políticos nos golosinen con todo tipo de ofertas y buenaventuras para en cuanto llegan al poder recular con la burda excusa de que las circunstancias han cambiado. Así fue como el Pasok y Nueva Democracia en el país heleno, y el PSOE y el PP en España, se hundieron en el descrédito y la desconfianza de los votantes. Una demagogia que lejos de limitarse al bipartidismo turnante, con la rectificación de Syriza parece consolidarse como el mal de piedra de la partidocracia. Habrá que esperar unos meses aún para ver cómo hace Podemos, que no es ni de derechas ni de izquierdas, para zafarse de esa funesta manía de maniobrar.

Si el casero de Bruselas ha terminado dando una segunda oportunidad al atribulado inquilino griego sin vencedores ni vencidos, como parece, tendremos que analizar cuáles han son en esencia las razones que han hecho convenir a uno y a otro que es preferible seguir malavenidos a definitivamente divorciados. Y ese elemento que permite la cohabitación in extremis puede ser la conciencia por parte de la Unión Europea (UE) de que si falla Syriza como alternativa al bipartidismo el recambio electoral caerá en manos de Amanecer Dorado (AD), el partido neonazi alistado en el tique antieuropeista con otras formaciones ultranacionalistas que, como el Frente Nacional (FNT) en Francia, están arrasando en las urnas de países clave de la UE. O sea, al riesgo de cebar la desintegración de la UE.

Es aquí donde seguramente anida el epicentro de esta dolorosa renuncia ex post y de su casi nula contestación por las bases de Syriza, hecho al que puede buscársele un referente hispano en la coalición de gobierno que en su día establecieron en Andalucía el PSOE e Izquierda Unida, un partido este último que es lo más parecido a Syriza en nuestro ámbito político. Me refiero a la circunstancia de que las críticas que han surgido desde el ala más radical de Syriza tras el acuerdo con Bruselas, parecidas a las que IU esgrimió ante los socialistas por adelantar unilateralmente las elecciones, ostentan un hándicap de origen por haber silenciado estos mismos sectores la entente contranatura con el ultranacionalista y xenófobo ANEL como socio de gobierno. A veces, no siempre ni en todas las circunstancias, también en política lo que empieza con tropiezos suele avanzar a coscorrones.

Rafael Cid


Fuente: Rafael Cid