En el desaforado y tortuoso enredo incesante de la alta velocidad, ocurre algo parecido a la escena del tren en film los Hermanos Marx en el Oeste, en la que se desarrolla una frenética carrera para llegar al registrador de la propiedad y sellar la valía de las escrituras de ciertos terrenos por los que se va a trazar el corredor que conectará ambos océanos. La revalorización especulativa. Escena en la que al grito de: ¡Es la guerra. Traed madera, más madera!

En el desaforado y tortuoso enredo incesante de la alta velocidad, ocurre algo parecido a la escena del tren en film los Hermanos Marx en el Oeste, en la que se desarrolla una frenética carrera para llegar al registrador de la propiedad y sellar la valía de las escrituras de ciertos terrenos por los que se va a trazar el corredor que conectará ambos océanos. La revalorización especulativa. Escena en la que al grito de: ¡Es la guerra. Traed madera, más madera! Groucho, Harpo y Chico se afanan en destrozar el tren en el que viajan, con el fin de alimentar la caldera de la locomotora que dirige el convoy. Excelente alegoría de la gestión endeudadora del crecimiento en pos del progreso, cuyas consecuencias directas continuamos soportando y que un gran porcentaje seguirán formando parte del convoy traccionado por la locomotora especulativa.

Tiene gracia, que después de años anunciando la llegada del ultra veloz tren, permanezcamos en el andén de la incertidumbre sin conocer exactamente de qué narices nos están hablando. Obviamente hablamos de rentabilidad y viabilidad real del modelo ferroviario que nos quieren imponer; con un nivel informativo tal que prácticamente el 98% de la población no sabe de qué tren se trata, y algo más grave: sus limitaciones. A día de la fecha las tácticas de la desinformación para implantar cualquier megaproyecto, no han variado mucho respecto a épocas pretéritas, y se afianzan en una total falta de necesidad, por parte de los grandes grupos constructores y financieros, de trabajar la imaginación y el marketing, dominando el sistema de los Hermanos Marx de a “mar revuelta ganancia de pescadores”, que continúa dando réditos inmejorables.

Corredor ferroviario, ancho de vía, altas prestaciones, etc… corresponden a un argot técnico que no se domina y emana engaño. Por ello el esfuerzo necesario por contextualizar lingüísticamente sobre lo que a todas luces y, si no le ponemos remedio, nos va a hipotecar por generaciones. No es un privilegio el derecho de la ciudadanía a ser informada en unos términos claros, de manera que pueda discernir la conveniencia o no de endeudar al presente, y sobre todo al futuro, con una infraestructura que no va a poder ser amortizada; que no responde a necesidades, y que con toda probabilidad supondrá un importante lastre económico a sumar al 70% que ya tenemos y que nos arrastra para sostener servicios básicos. Lejos de esto, la táctica de secuestrar el debate y la huida hacia adelante, tan implantada en estas latitudes de la política de hechos consumados y el que venga detrás que arree.

UPN, haciendo gala de un espurio interés, echa mano de Buster Keaton, y como en el maquinista de la general para demostrar su valor a Anabelle, su presidente se sube en otra locomotora persiguiendo al comando yanqui que le ha robado y raptado sus amores: la locomotora y gran pasión, “La General”, y su amada Anabelle. El ministerio de fomento ha ejecutado el acuerdo con el maquinista para activar el inicio del asalto al poder perfectamente diseñado al final de la primavera de 2016. Maniobra que ahonda mucho más en la duda del interés real por mejorar la red de una manera racional alejada de vías muertas, y mejor encuadrado en el interés de ciertos bolsillos.

Nadie duda de la conveniencia y necesidad de mejora que la infraestructura ferroviaria necesita, probablemente ese debiera ser el punto de partida del debate secuestrado, convertido en trifulca mediática donde en pocas ocasiones, muy escasamente, se ponen los números de manera clara sobre la mesa. La gran pregunta del quién y cómo se va a pagar sigue sin ser respondida por la parte defensora de la modernidad y el desarrollo. Que gracia tienen. A tenor de lo conocido, y aunque se insista en la quimera de la recuperación económica, lo cierto es que este proyecto tal y como está convenido pone en evidencia su propia viabilidad. Partiendo del parón del proyecto en 2014, y que tan solo se ha ejecutado un 10%, tratan de vender su falsa capacidad de ejecución, por costos, del proyecto. La indefinición, de dónde a dónde, también lastra el propio proyecto que además no puede plantear una conexión con Aquitania al menos hasta 2030, al posponer Francia la inversión en este medio y corredor. Evidente también es la inviabilidad del plan urbanístico con el que se pretendía financiar la nueva estación. No hace falta ahondar igualmente que la financiación a través del inestable sistema financiero bancario, no pasa por su mejor momento, y que un escenario futuro no diferirá mucho de lo actual.

¡Es la Guerra. Traed madera, más madera! El sistema necesita elementos de combustión para poder mantener su marcha. La especulación como método económico nos condiciona en el presente y para el futuro, gravando sobre las economías domésticas y locales para continuar alimentado las arcas de ese 1% elitista que nos utiliza y exprime.

Joseba Santesteban

Grupo de comunicación

CGT-LKN Nafarroa


Fuente: Joseba Santesteban