"No contesta, no contesta", exclamó uno de ellos. Su amigo no respondería nunca más a su llamada. Minutos más tarde se confirmó que no había más supervivientes entre los escombros.


  •  Apenas nadie se dio cuenta del derrumbe porque no hubo estruendo
  •  Los trabajadores culpan al jefe de obras

    Los rostros angustiados y cubiertos de polvo de un puñado de obreros que observaban la operación de rescate fueron una de las trágicas postales que se vieron ayer en la acera de enfrente de la antigua Unión Metalúrgica del Poblenou.

  •  Cinco trabajadores muertos y un herido tras caer el muro de una casa en obras en Barcelona
  •  Sube el 43% la cifra de muertes en accidentes laborales en Catalunya
    «No contesta, no contesta», exclamó uno de ellos. Su amigo no respondería nunca más a su llamada. Minutos más tarde se confirmó que no había más supervivientes entre los escombros.

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    Entre ellos estaba un joven de no más de 25 años que vio cómo la tierra se tragó a sus compañeros de trabajo. «Yo estaba subido a una escalera y de no ser porque vi cómo cayó el muro, nadie de fuera se habría enterado de nada en ese momento. El derrumbe fue en absoluto silencio», señaló.


    Atención inmediata

    Aún con la mirada perdida en busca de respuestas, este joven comentó que fue el primero en llegar a socorrer a quienes segundos antes habían sido sepultados por una tonelada de tragedia.
    «Empecé a cavar y, con los colegas que llegaron después, logramos sacar a uno hasta la cintura. Luego encontramos a dos más, pero ya no había nada que hacer. Estaban muertos», se lamentó.

    A su lado, otro compañero de trabajo algo mayor que él opinó que «se veía que el muro se iba a caer, porque se movía cada vez que la máquina excavaba. Había que haberlo apuntalado antes de que bajaran los compañeros». Tanto él como el resto de los obreros que esperaban atentos cualquier novedad apuntaron como responsable de la tragedia al jefe de la obra.

    «La seguridad aquí siempre fue muy buena. Lo que pasó es que el encargado no hizo caso a un obrero que le alertó de que eso se iba a venir abajo», señaló otro trabajador, que agregó que seguramente varios de los accidentados se hubieran marchado hoy de vacaciones.
    Posteriormente llegaron los padres de una de las víctimas. Los acompañaban cuatro amigos de su hijo, que no dejaban de marcar su número de móvil para que contestara a sus desesperadas llamadas o pudiese ser ubicado bajo los escombros por el sonido del teléfono.

    «No contesta, no contesta», exclamó uno de ellos. Su amigo no respondería nunca más a su llamada. Minutos más tarde se confirmó que no había más supervivientes entre los escombros.


    Fuente: AURELIO MAIRA/El Periodico