Artículo de opinión de Rafael Cid

Donald Trump y Vladimir Putín han hablado largo y tendido por el “teléfono rojo”. Y cosa insólita en los anales de la reciente historia de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia, se han puesto de acuerdo en buscar “una cooperación constructiva”. Lo que resulta ya más difícil es desentrañar el significado exacto de esos dos términos ensamblados. Entre el cúmulo de interpretaciones que dicha entente admite sobresalen dos.

Donald Trump y Vladimir Putín han hablado largo y tendido por el “teléfono rojo”. Y cosa insólita en los anales de la reciente historia de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia, se han puesto de acuerdo en buscar “una cooperación constructiva”. Lo que resulta ya más difícil es desentrañar el significado exacto de esos dos términos ensamblados. Entre el cúmulo de interpretaciones que dicha entente admite sobresalen dos. Una, la realmente positiva, sería que ambas potencias derogaran su presente belicista y depredador y sacaran las armas de destrucción masiva de Siria; que ratificaran los acuerdos de la Cumbre del Clima; que acordaran el total desmantelamiento del arsenal nuclear y bacteriológico como reclama insistentemente Naciones Unidas; que caminaran hacia una Justicia Universal (ni Estados Unidos ni Rusia han suscrito el pacto del Tribunal Penal Internacional); y que cesara definitivamente el embargo a Cuba (Trump) y la anexión forzada de Crimea (Putin). Esa sería una “cooperación constructiva” que el mundo sin duda agradecería.

La otra posibilidad, anclada en la turbia trayectoria de ambos mandatarios, nos situaría en un reparto de los beneficios de la globalización capitalista, de la que ambos autócratas son eximios representantes, a costa de los países que orbitan en su área de influencia. Esa salida endogámica supondría un mazazo para cualquier proyecto internacionalista que pivote sobre la justicia, la libertad, la solidaridad y los bienes comunes. Y podría iniciarse con mutuas y dolosas concesiones en esa esfera. Por ejemplo, que el imperio norteamericano se lavara las manos respecto a la ocupación violenta de una parte del territorio soberano de Ucrania, sanciones inclusive; y que el mastodonte ruso hiciera otro tanto respecto al pueblo de Cuba, dejándole al socaire de cualquier ególatra. El propio Edward Snowden no descarta que Trump y Putin se pongan de acuerdo para extraditarle. Entonces el Eje de la Trumputinlogia imitaría al que en los años veinte del pasado siglo sellaron Mussolini y Hitler, y sólo nos quedaría Europa para reinventar una sociedad civilizada que realmente merezca tal nombre.

Confiemos en que la sensatez se imponga, pero no nos hagamos demasiadas ilusiones para que los acontecimientos no nos cojan desayunando. Por lo que ya sabemos, nuestros populares y aclamados reaccionarios no están dispuestos a dar su brazo a torcer, sino todo lo contrario, a sostenella y no enmendalla. Sobre todo ahora que se sienten como mentores áulicos de toda una tribu de políticos hechos a su medida, dispuestos a emularlos por el viejo continente. Para empezar, Trump ha confirmado en su primera entrevista televisada que expulsará a tres millones de emigrantes “con antecedentes” (¡todavía hay quien celebra que ya no hable de doce millones de deportados!), y Putin, nada más ser relegido hace unas semanas, ha decretado la anulación del acuerdo sobre eliminación del plutonio de uso militar. Malas prácticas que no anuncian nada bueno.

Claro que algunos practicantes del “cuanto peor mejor” ponen de su parte para que sea la segunda opción la que cabalgue de nuevo como los Jinetes del Apocalipsis de Blasco Ibáñez. Adictos a la “Trumputinlogía”, creen que la catarsis en que ahora se encuentra abismado el gigante yanqui es una oportunidad que no pueden dejar escapar por eso de “la revolución pendiente”, caiga quien caiga. Una demostración de esa paranoia nos la acaba de ofrecer el grupo mediático iraní Hispantv difundiendo una información que rezaba (uso el término con alevosía al tratarse de una teocracia): “Wikileaks revela papel de George Soros en protestas anti-Trump

Por descontado que la presunta y repicada noticia (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=219146) no contiene un solo dato de rigor en qué basar la aseveración del titular. Eso sí, pre-condiciona al lector para que lo voceado en la cabecera parezca cierto. Para ello otorga al magnate húngaro la condición de ser “el padre de las revoluciones de colores”, e inmediatamente, como si sacara un conejo de la chistera, convierte la fuente primigenia (Wikileaks) en un sucedáneo de un medio bajo el control del Kremlin. De esta guisa: “así indica la nueva revelación de Wikileaks citada el sábado por la cadena televisiva rusa RT en un informe, en el marco de la filtración de una serie de correos electrolíticos de John Podesta, el jefe de campaña de la demócrata Hillary Clinton”.  Porque el acrónimo RT, cuya plena identificación como lanzadera del notición oculta Hispantv, es Rusia Today, el canal al servicio de los intereses de Putin que con tanta prodigalidad acogen algunos digitales alternativos que nunca osarían basar sus comentarios e informaciones en la propaganda que emite el Pentágono estadounidense. Semejante adoctrinamiento es lo que hizo que en su momento muchos de estos voceros afirmaran que el derribo de un avión comercial con 300 personas sobre el cielo de la región prorrusa de Ucrania había sido una “maniobra de la CIA”, sin que hasta la fecha ninguno haya pedido disculpas por la manipulación (también Trump, en declaraciones a la CNN,  exoneró a  Rusia de cualquier responsabilidad en los hechos).

Y en esa línea iba el resto del citado artículo. Denunciando hechos que solo existen en el interés de quien los fabrica. Como cuando más abajo y como prueba de autoridad dice que “este apoyo se enmarca en un informe del diario estadounidense The Washington Post, según el cual MoveOn recibió en 2004, 1,46 millones de dólares por parte del magnate multimillonario y su esposa Suzan Weber Soros”. Ignorando (¿o no?) que las donaciones  privadas (corporativas o personales: fondos plutocráticos) en las campañas electorales estadounidenses son públicas y forman parte de una tradición legal desde 1974.  Pero lo más chocante es que toda la exclusiva de la televisión de las ayatolas para el mundo de habla hispana, con el preciso minutado del gobierno ruso, está construida para demostrar que las manifestantes anti-Trump que se han echado a la calle en diferentes ciudades norteamericanas al grito de “no nos representa” tienen detrás al imperio Soros. Lo mismo, mutatis mutandis, que esos medios dijeron de las primaveras árabes antes de volcar todo su poder de persuasión y de desinformación en favor del bestial golpe militar de Al-Sisi en Egipto. Porque, aunque hubiera un mínimo de verdad en la especulación sobre Soros, ¿no parece lógico y altamente aconsejable que un financiero judío vea con suma preocupación la llegada de un xenófobo convicto y confeso a la presidencia de la primera potencia mundial?

Así se documenta la historia en estos confusos momentos. Primando el sinsentido de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” más que favoreciendo la verdad de los hechos. Utilizando banderas de conveniencia (la fuente de la fuente: la oficialista Rusia Today, el canal más visto en You Tube en el planeta) y sin importar lo más mínimo que el anfitrión ostente todas las peores credenciales de lo que cínicamente pretende denunciar. Este es el balance que hace Amnistía Internacional de lo sucedido en Irán entre 2015 y 2016: “Las autoridades restringieron severamente el derecho de libertad de expresión, asociación y reunión, y detuvieron y encarcelaron a periodistas, defensores y defensoras de derechos humanos, sindicalistas y otras voces disidentes por cargos imprecisos y demasiado generales. La tortura y otros malos tratos bajo custodia continuaban siendo práctica habitual y se cometían con impunidad; las condiciones de reclusión eran duras. Continuaban celebrándose juicios injustos, en los que se imponía a veces la pena de muerte. Las mujeres y las minorías étnicas y religiosas sufrían discriminación generalizada en la legislación y en la práctica. Las autoridades aplicaban penas crueles, como ceguera, amputación y flagelación. Los tribunales imponían la pena de muerte por diversos delitos; se llevó a cabo un número elevado de ejecuciones, incluidas al menos cuatro de personas condenadas por delitos cometidos cuando eran menores de edad”.

Por cierto, Hispantv es la televisión que aloja el programa “Fort Apache” dirigido y presentado el secretario general de Podemos Pablo Iglesias, el mismo que con toda razón acaba de criticar la prevista visita del rey Felipe VI a Arabia Saudita, al tratarse de un país donde las mujeres ni siquiera pueden conducir, se reprime a los defensores de los Derechos Humanos y se ejecuta a condenados”.

Rafael Cid


Fuente: Rafael Cid