Turquía entera se ha encendido en poco más que un fin de semana. El pasado lunes 27 de mayo, un grupo de personas, de todas las edades y sin ninguna ideología particular más allá de la de conservar y proteger los espacios verdes de la ciudad, se instalaron en el Parque Gezi, una zona verde donde hay proyectada la construcción de un centro comercial.

El jueves siguiente, este colectivo de gente se situó con decisión entre los árboles centenarios y las máquinas demoledoras, contexto en el que entraron en juego las fuerzas policiales del Estado. El gas lacrimógeno, los cañones de agua y la persecución policial han hecho que aquella protesta de decenas de personas se haya convertido en un movimiento de lucha de cientos de miles de turcas movilizadas en todo el país. Varias televisiones lo retransmiten en directo por internet .

El jueves siguiente, este colectivo de gente se situó con decisión entre los árboles centenarios y las máquinas demoledoras, contexto en el que entraron en juego las fuerzas policiales del Estado. El gas lacrimógeno, los cañones de agua y la persecución policial han hecho que aquella protesta de decenas de personas se haya convertido en un movimiento de lucha de cientos de miles de turcas movilizadas en todo el país. Varias televisiones lo retransmiten en directo por internet .

Desde el jueves por la tarde, las calles de Estambul no han descansado ni un minuto. La plaza Taksim se ha convertido en el epicentro de una protesta constante que se ha multiplicado en decenas o quizás cientos de pueblos y ciudades en todo el país, como la capital Ankara, Esmirna o Adana, y que ha pasado a reivindicar mucho más que la no construcción de un centro comercial en el Park Gezi. Personas de todas las edades, de todos los grupos étnicos, mujeres y hombres, llaman en una misma voz «Tayyip istifa!», Reivindicando así la dimisión de Recep Tayyip Erdogan, primer ministro turco desde el año 2003. Exigen demandas concretas a nivel nacional, pero también se respiran gritos anti-capitalistas y anhelos de libertad e igualdad que van más allá de las fronteras de su país.

Desde un primer momento los medios de comunicación del país no han dado ningún tipo de cobertura ni a las protestas ni a la represión policial, cuando a estas alturas ya hay al menos dos muertos, más de un millar de heridos y 1.700 detenidos según Amnistía Internacional. Erdogan tiene el control de la mayoría de medios del Estado y sólo un canal público ha retransmitido finalmente este fin de semana la exaltación de Turquía.

«No queremos este sistema a nivel mundial, no sólo luchamos por lo de aquí»

Golkapts Turkdonmez, un joven turco de 30 años que ha pasado la mayor parte de los últimos 3 días en la plaza Taksim, cuenta que incluso las redes están siendo controladas y filtradas. El viernes colgó en facebook una fotografía de dos hombres en medio de la protesta que incitaban al resto de manifestantes a la violencia, advirtiendo que se podía tratar de policías de paisano provocadores de disturbios. Pasados ​​dos minutos, la foto había sido bloqueada y censurada. Golkapts explica que esta no es la que algunos medios ya han llamado «primavera turca». Asegura que la situación es muy diferente a la de Egipto o Túnez. Aunque los ciudadanos sientan que su gobierno ya no los representa, en momentos en que está aprobando decretos y aplicando restricciones, dentro de una progresiva reforma legislativa de conceptos musulmanes, él piensa que la situación es muy diferente. «Tenemos una buena economía, tenemos una industria fuerte, hay gente que viene hacia aquí en busca de trabajo, tenemos garantizadas muchas libertades, todavía no nos han impuesto la sharia», comenta. «No vivimos en una dictadura, pero ya estamos hartos de este gobierno. Pero esta protesta no es sólo eso, el mundo tiene un problema, no queremos este sistema a nivel mundial, ¡no sólo en nuestro país! «.

El primer ministro Erdogan, visto como un hombre de gran ego y actitud soberbia, ha sido acusado entre la opinión popular de condicionar el voto de los habitantes de zonas agrarias menos educadas, regalando carbón y otras materias primas a cambio del voto a la AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo), el partido conservador que él lidera.

Gökalp no es una persona que a menudo salga a las manifestaciones, suele viajar, suele hacer fotografías y, en general, busca estar tranquilo. Aún así, esta chispa de revolución lo ha cogido en su país y esta vez ha querido salir a la calle, sin ningún tipo de duda. En video conferencia desde un barrio cercano al centro de Estambul, el joven turco ha abierto la ventana desde donde se podían ver pequeños grupos de gente en la calle, pero sobre todo te aturdia una mezcla de ruidos palpitantes; se mezclaban la cacerolada que se ha convocado diariamente a las 9 de la noche en todo Estambul, las sirenas y los gritos de la gente. Se respiran aires de grandes eventos e incluso de victoria, debido seguramente a dos motivos. Por un lado, el pasado sábado la policía dejó temporalmente los cañones, las armas y los gases, y se apartó del conflicto, que se celebró en la plaza Taksim con danzas y cantos llenos de alegría. Por otro lado, parece que Erdogan, en declaraciones a los medios convencionales, se haya hecho un poco atrás en su posición, aunque en ningún momento ha hablado de detener la construcción del centro comercial y, por supuesto, no ha dado respuesta a un pueblo que está exigiendo su dimisión.

Una lucha que ha comenzado defendiendo algo tan básico como los árboles podría convertirse en la defensa de una sociedad más libre y democrática, desde una misma voz que acoge decenas de culturas, religiones e ideologías bajo una misma bandera, esta vez la turca. La conciencia de lucha social se ha hecho extensiva a todo el país en menos de una semana y la respuesta de la gente ha sido decisiva. «No sé qué pasará, ojalá haya un gran cambio», dice Golkapts antes de colgar.

http://directa.cat/noticia/turquia-defensa-del-arbres-lluita-social

La revuelta social en Turquía en fotografías : http://occupygezipics.tumblr.com/

# OccupyGezi

http://cgtcatalunya.cat/spip.php?article9181#.UbWauOfwkVA


Fuente: CGT Catalunya