Un iraquí cuyos restos fueron fotografiados junto a soldados norteamericanos sonrientes en la base de Abu Ghraib, murió cuando era interrogado por la CIA mientras estaba suspendido por sus muñecas, que a la vez habían sido esposadas a su espalda, según afirman documentos examinados por The Associated Press.

Un iraquí cuyos restos fueron fotografiados junto a soldados
norteamericanos sonrientes en la base de Abu Ghraib, murió cuando era
interrogado por la CIA mientras estaba suspendido por sus muñecas, que a
la vez habían sido esposadas a su espalda, según afirman documentos
examinados por The Associated Press.

La muerte del prisionero, Manadel al-Jamadi, se divulgó el año pasado
en momentos en que estallaba el escándalo de los abusos de reos en Abu
Ghraib. Los militares estadounidenses dijeron en aquel momento que había
sido declarada un homicidio. Pero las circunstancias exactas del
incidente no fueron divulgadas hasta ahora.

El prisionero murió en una posición conocida como «colgar al
palestino», según indican los documentos revisados por la AP. No pudo
determinarse si esa posición, que los grupos de Derechos Humanos
califican de tortura, fue aprobada por el gobierno del presidente George
W. Bush para su uso en los interrogatorios de la CIA.

La agencia de espionaje, que es sometida a una pesquisa del congreso
en torno al arresto y la interrogación de sospechosos de terrorismo en
la prisión de Bagdad y otros puntos, declinó hacer comentarios al
respecto, al igual que el Departamento de Justicia. Al-Jamadi era
uno de los «prisioneros secretos» de la CIA en Abu Ghraib, de cuya
existencia no se informaba oficialmente. Su muerte se dio a conocer en
noviembre del 2003, cuando se divulgaron fotos de los guardias de Abu
Ghraib que hacían una señal de victoria sobre su cadáver golpeado y
conservado en hielo. Uno de esos guardas fue el cabo Charles Graner, que
el mes pasado fue condenado a diez años en una cárcel militar por abusar
de prisioneros en Abu Ghraib. Al-Jamadi murió en una ducha de
esa cárcel durante un interrogatorio de media hora, antes de que los
investigadores pudiesen extraer de él información alguna, según los
documentos, que son declaraciones de guardias de la cárcel del Ejército.
Las declaraciones fueron formuladas ante investigadores del Ejército y
del inspector general de la CIA.

Un guardia del Ejército, el sargento Jeffery Frost, afirm que los
brazos del prisionero estaban estirados detrás de él de una manera que
no había visto nunca antes, y que se quedó sorprendido de que los brazos
del reo «no se saliesen» de sus articulaciones en los hombros, según un
sumario de su entrevista.

El patólogo militar que examinó el cadáver y dictaminó que se trataba
de un homicidio descubrió que el preso presentaba varias costillas
fracturadas y murió debido a presiones en el pecho y dificultades para
respirar. Un patólogo civil, el doctor Michael Baden, dijo en una
entrevista que la posición en que se había suspendido a al-Jamadi podía
haber contribuido a su muerte. El doctor Vincent Iacopino, director de
investigaciones del grupo Médicos en favor de los Derechos Humanos dijo
que la extensión de los brazos detrás de la espalda es un caso de
«tortura simple y clara».