Los controles de identidad que realiza la policía en los espacios públicos de los barrios y municipios de Madrid con el fin de detener a las personas inmigrantes en situación irregular, constituyen una práctica de hostigamiento sobre aquellas personas prejuzgadas como no europeas y pertenecientes a la clase trabajadora.

Los controles de identidad que realiza la policía en los espacios públicos de los barrios y municipios de Madrid con el fin de detener a las personas inmigrantes en situación irregular, constituyen una práctica de hostigamiento sobre aquellas personas prejuzgadas como no europeas y pertenecientes a la clase trabajadora.

Mientras que las redadas producen miedo e inhibición sobre las personas a las que se dirigen, para muchos viandantes que no son interpelados por la policía forman ya parte del paisaje y quedan justificadas por el permanente estado de sospecha que parece haberse instalado sobre “los otros”. Frente a estos efectos, que envenenan las relaciones vecinales, se están tejiendo respuestas de resistencia colectiva. Una de ellas pretende afrontar el acoso policial que suponen las redadas apelando a la práctica de la solidaridad. Las Brigadas Vecinales de Observación de DD.HH. surgen a partir de la reflexión de distintas organizaciones sociales que buscan articular una respuesta contra la proliferación de los check points en los barrios.

Su presencia en los espacios públicos pretende incidir sobre los controles selectivos de tres formas distintas y complementarias : visibilizando en los barrios la sistemática violación de derechos que se ejerce sobre una parte del vecindario, recogiendo información válida para la elaboración de informes de denuncia sobre su carácter racista y extendiendo el conocimiento sobre los propios derechos entre los vecinos y vecinas.

Esta propuesta confronta directamente la sensación ampliamente difundida de que la ciudadanía solicita más policía para protegerse del “inmigrante”. Así, frente a las recientes patrullas callejeras de corte fascista promovidas por los partidos en el gobierno italiano, y las prácticas parapoliciales y de limpieza social de algunos grupos de ideología nazi en el Estado español, las Brigadas cuestionan un discurso de la inseguridad imprescindible para legitimar las políticas de control y pretenden ser una herramienta que contribuya a construir la solidaridad vecinal.

Situándose en los lugares donde la policía realiza controles o redadas (salidas de metro, puertas de colegios y centros de salud, locutorios, etc.), las Brigadas observan y documentan la actuación, denuncian lo que allí ocurre e informan sobre distintos derechos y recursos. Esta forma de acción política se inspira en ejemplos como las brigadas de observación y acompañamiento a comunidades amenazadas en países como México, Guatemala o Colombia, en las que resulta clave el aval de algunas organizaciones de Derechos Humanos. Además, en varias ciudades de Estados Unidos funcionan las Cop Watch, con veinte años de trayectoria en la denuncia pública de la violencia policial. La aplicación de estas experiencias a nuestros barrios rompe con la idea de que la violencia estatal siempre está en otro sitio.

Con su acción, las Brigadas intentan invertir la lógica del control social para neutralizar sus consecuencias en la reproducción de desigualdades sociales. Vigilando a los vigilantes, buscan detener las actuaciones discriminatorias por parte de las autoridades y sus efectos de criminalización y estigmatización sobre la población migrante. Su visible “uniforme” con chalecos naranjas evidencia el rechazo social a ciertos discursos mediáticos y a la presencia de los dispositivos de “seguridad ciudadana” en las calles. Se trata de una respuesta colectiva que cuestiona mediante la acción directa no violenta la proliferación de políticas represivas que afectan al conjunto de la sociedad.

Las Brigadas Vecinales constituyen en definitiva un llamamiento a la desobediencia y al ejercicio activo de la resistencia civil en una confrontación directa contra esta especie de apartheid que se ha instalado en nuestras calles. Las personas que las integran esperan poder construir una red amplia, diversa y horizontal en la que participen compañeras y compañeros del “ámbito militante” y que, sobre todo, sea capaz de incorporar a vecinos y vecinas indignadas con el racismo institucional. Pese a que todavía no se han puesto en marcha plenamente, su lento proceso de gestación (elaboración de objetivos, protocolos de actuación, talleres de autoformación, comunicación con otras organizaciones, etc.) ha ido incorporando apoyos entre individualidades y colectivos con una larga experiencia en las luchas contra los CIEs, la Ley de Extranjería o las propias redadas. El proyecto es una aportación más que se suma a las denuncias públicas y acciones de solidaridad vecinal que vienen realizando otras organizaciones como el Ferrocarril Clandestino, SOS Racismo, etc.

Aunque sus zonas de actuación no están delimitadas, por el momento existen Brigadas en Aluche-Carabanchel, Estrecho-Tetuán y Lavapiés. A partir de su presentación pública el 30 de enero en el CSOA La Mácula, sus integrantes esperan que vecinos y vecinas de distintos barrios decidan poner fin a la indiferencia frente a los controles de identidad y hagan de esta acción directa no violenta una herramienta eficaz para luchar contra el régimen de fronteras de nuestra ciudad.

Para contactar con las Brigadas puedes escribir a

brigadasvecinales_ddhh@nodo50.org o visitar su blog

http://www.brigadasvecinales-ddhh.blogspot.com.