El debate y la denuncia de la violencia machista en el ámbito familiar están en la primera plana de los medios de comunicación. Existen muchas razones para que esto sea así : una, que las mujeres plantamos cara y denunciamos más y que el asesinato no sólo no remite, sino que está creciendo de forma alarmante. Otra, que este tipo de violencia se visibiliza más.

El debate y la denuncia de la violencia machista en el ámbito familiar están en la primera plana de los medios de comunicación. Existen muchas razones para que esto sea así : una, que las mujeres plantamos cara y denunciamos más y que el asesinato no sólo no remite, sino que está creciendo de forma alarmante. Otra, que este tipo de violencia se visibiliza más.

La sociedad, aunque lentamente, va tomando conciencia de ello, exceptuando la Conferencia Episcopal, que considera que la violencia doméstica es el «fruto amargo de la liberación sexual» y otros recalcitrantes del mismo pelaje. En 2003 ha habido 50.000 denuncias por malos tratos y se han dictado 7.800 órdenes de protección. Esto sólo es la punta del iceberg : la violencia contra las mujeres comienza desde que la niña nace. Se trata de un problema de desigual distribución del poder en nuestra sociedad, de una manifestación de la dominación masculina y de la discriminación y subordinación que sufren las mujeres.