Sábado 14 de mayo, 19.00h En esta ‘velada literaria’ que los autores llaman filandón postmoderno como homenaje al filandón de sus antepasados, tres de los más significativos narradores españoles actuales –Luis Mateo Díez, José María Merino, Juan Pedro Aparicio- leen sus propios relatos breves en un clima de cercanía, intensidad y el acoplamiento cómplice de tres voces diferentes.

En Librería asociativa Traficantes de Sueños  - C/Embajadores 35 local 6

Palabras en la nieve, palabras de la nieve, pueden ser designaciones metafóricas muy expresivas del paisaje del filandón.

Los narradores toman el pulso a lo que alguien denominó la intimidad del frío, esa atmósfera interior que es como el refugio donde nos guardamos de la adversidad que la vida siempre impone, la atmósfera del relato que prende en la sensibilidad de quien cuenta y quienes lo escuchan… El hilo de la existencia, la trama de la realidad, el esfuerzo de la palabra narrativa que contiene el placer de la invención.


Palabras en la nieve, palabras de la nieve, pueden ser designaciones metafóricas muy expresivas del paisaje del filandón.

Los narradores toman el pulso a lo que alguien denominó la intimidad del frío, esa atmósfera interior que es como el refugio donde nos guardamos de la adversidad que la vida siempre impone, la atmósfera del relato que prende en la sensibilidad de quien cuenta y quienes lo escuchan… El hilo de la existencia, la trama de la realidad, el esfuerzo de la palabra narrativa que contiene el placer de la invención.

Filandón es una vieja palabra dialectal leonesa de etimología latina, derivada de filum, hilo, que designa las reuniones nocturnas en que las mujeres hilaban, mientras los asistentes se contaban historias. Eran reuniones vecinales, invernales, en las cocinas de algunas casas, y el escenario fácilmente remite a esa imagen de lo que se cuenta al amor de la lumbre. Reunirse para contar, acudir a la espontánea convocatoria para escuchar esos cuentos de la vida, esos cuentos del mundo, tenía un componente ritual en los filandones, y en tantos ámbitos parecidos derivados de las culturas campesinas.

En el escenario del filandón, en las reuniones vecinales nocturnas, invernales, la palabra oral, la de la infancia de la literatura, la que se perpetúa en la repetición que ahorma la memoria comunal, brilla como un bien primigenio que cuenta el mundo, que inventa, consuela, perturba, emociona, entretiene. Es la palabra que nos defiende de la muerte en su apuesta por la explicación del hecho de vivir, de poder entender lo más insondable y misterioso de lo que somos o, al menos, de poder percibirlo.

Esas formas de la reunión narradora se expanden, además, casi como arquetipos de lo que la palabra narrativa concita, y es prueba de ello su reflejo en las grandes colecciones que van comunicando las sucesivas culturas, desde los cuentos egipcios a los cuentos griegos y latinos, desde el Pantchatantra y el Somadeva a Las mil y una noches, ese fluir narrativo que llega desde la baja latinidad al Renacimiento y que acaba fructificando en colecciones como El libro de Patronio y el conde Lucanor, el Decamerón o Los cuentos de Canterbury.

En esta ‘velada literaria’ que los autores llaman filandón postmoderno como homenaje al filandón de sus antepasados, tres de los más significativos narradores españoles actuales –Luis Mateo Díez, José María Merino, Juan Pedro Aparicio- leen sus propios relatos breves en un clima de cercanía, intensidad y el acoplamiento cómplice de tres voces diferentes.

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