El Tribunal Supremo (TS) ha condenado al Obispado a pagar una indemnizar de 10.385 euros, más los intereses de demora, a la maestra
María del Carmen Galayo, la profesora de Religión que fue despedida de la docencia por el vicario de la diócesis de Canarias "por vivir en pecado" con un hombre distinto a su marido, ha ganado su pulso a la Iglesia. El Tribunal Supremo (TS) ha condenado al Obispado a pagar una indemnizar de 10.385 euros, más los intereses de demora, a la maestra. El TS confirma, en su sentencia, la pena ya impuesta en su día por el Tribunal Superior de Justicia de Canarias que, en julio de 2007, condenó a la Iglesia por vulnerar el derecho fundamental a la intimidad de la profesora.
El Tribunal Supremo (TS) ha condenado al Obispado a pagar una indemnizar de 10.385 euros, más los intereses de demora, a la maestra

María del Carmen Galayo, la profesora de Religión que fue despedida de la docencia por el vicario de la diócesis de Canarias «por vivir en pecado» con un hombre distinto a su marido, ha ganado su pulso a la Iglesia. El Tribunal Supremo (TS) ha condenado al Obispado a pagar una indemnizar de 10.385 euros, más los intereses de demora, a la maestra. El TS confirma, en su sentencia, la pena ya impuesta en su día por el Tribunal Superior de Justicia de Canarias que, en julio de 2007, condenó a la Iglesia por vulnerar el derecho fundamental a la intimidad de la profesora.

La odisea de María del Carmen Galayo se inició en el año 2000, cuando la diócesis le comunicó que estaba despedida. El Obispado, que había empezado a investigar la vida privada de la docente, descubrió que la mujer mantenía una relación sentimental con un compañero.

Galayo se había separado de su marido hacía tres años, al descubrir que éste pertenecía a una secta autodestructiva. Según Galayo, todo empezó con una llamada del vicario Hipólito Cabrera. «¿Quién es ese hombre que vive contigo ? ¡Tú no eres una maestra adecuada para dar clases de Religión», le espetó.

«Me encerró bajo llave en su despacho y acto seguido me dijo que iba a dejar de ser profesora de Religión, porque vivía en pecado», recuerda la mujer. Y prosigue : «Pero ¿por qué ?, le pregunté llorando, pidiéndole algún tipo de explicación. ¡Lárgate de aquí ! ¡Búscate la vida !, me contestó». Tras este episodio, la maestra visitó al obispo para pedirle explicaciones. Según su relato, la autoridad eclesiástica nunca la recibió y siempre la remitió a las notificaciones que le llegarían por escrito. A partir de ahí, la docente inició un largo procedimiento judicial que le ha dado la razón. Ahora, el Obispado podría recurrir ante el Constitucional.


Fuente: Publico.es