Asistimos con pasividad, como por hipnosis, al desmantelamiento de una compañía, la Telefónica, cuyo largo recorrido se exten­dió a lo largo de dos siglos de nuestra reciente his­toria. En nuestros puestos de trabajo, en silencio, vemos como nuestras y nuestros compañeros, uno a uno, se van dando de baja acogiéndose a este tercer y último expediente. compañía los dos años de paro de cada desvincu­lación pues, aunque la ley está aprobada, el regla­mento que lo regulará sigue sin redactarse.

Perjudicados
también quienes después de más de 20 años en la compañía vemos
que, en la mayoría de los casos, nos reducen la actividad, que somos
menos personas para defendernos, con más des­contento y menos
motivación. Encima nuestra la legislación en materia fiscal y de
pensiones es cambiante y de que la oferta no es ninguna panacea si se
compara con el dinero que se ganaría de estar en activo hasta la
edad de jubilación.

Perjudicados
también quienes después de más de 20 años en la compañía vemos
que, en la mayoría de los casos, nos reducen la actividad, que somos
menos personas para defendernos, con más des­contento y menos
motivación. Encima nuestra la legislación en materia fiscal y de
pensiones es cambiante y de que la oferta no es ninguna panacea si se
compara con el dinero que se ganaría de estar en activo hasta la
edad de jubilación. Pero sería de mojigatos no reconocer que en la
nueva situación no se trabajará (ganarás el pan con el sudor de tu
frente) con la certidumbre de que la desaparición de la compañía,
tal y como la conocíamos, está cercana.

Pero
no está de más recordar que, en lo económico, el máximo
perjudicado será el estado y, por tanto, quienes más necesitan de
sus servicios. Y será así por el dinero que dejará de recaudar
tanto por la hacienda pública (las personas desempleadas reci­birán
casi la mitad de la renta durante todos estos
años
y con una fiscalidad menor) como por las infe
­riores
cotizaciones a la seguridad social, amén de que todavía no se sabe
como compensará nuestra de quienes nos quedamos? ¿No es paradójico
que
sea
la garantía de empleo la que justifique, una vez
más,
esta situación? Una garantía de empleo par­cial, ya que deja
las posibles segregaciones condi­cionadas a nuevos pactos
sociales.

Somos
sabedores de que será la indignación el úni­co camino posible
para la recuperación de nuestros derechos. Y lo sabemos porque en la
calle, fuera de nuestra burbuja telefónica, somos ya muchas y muchos
los que apostamos por la movilización y no nos quedamos de brazos
cruzados frente al escándalo de que el capital quiera que su crisis
la paguemos nosotr@s. Por eso, sólo trasladan­do nuestra
indignación dentro de nuestro ámbito seremos capaces de plantarle
cara a la dirección y a quienes parapetados en las excusas les hacen
el
caldo
gordo
.

Salud
y Libertad

Tarragona,
27 de Octubre de 2011, Sección Sindical Telefónica TARRAGONA


Fuente: CGT Telefónica Tarragona