Caravana Abriendo Fronteras pone el foco en las trabajadoras transfronterizas y los menores no acompañados en la frontera de Ceuta.

Etapa Estrecho

La Caravana Migrante denunció esta mañana junto a colectivos locales en Ceuta, la vulneración grave y sistemática de los derechos de las personas migrantes en la frontera con Marruecos. Trabajadoras transfronterizas y menores no acompañados fueron el punto fuerte en este paso de la Caravana por la frontera sur.

Etapa Estrecho

La Caravana Migrante denunció esta mañana junto a colectivos locales en Ceuta, la vulneración grave y sistemática de los derechos de las personas migrantes en la frontera con Marruecos. Trabajadoras transfronterizas y menores no acompañados fueron el punto fuerte en este paso de la Caravana por la frontera sur.

Es en estos márgenes donde se hace más evidente la acumulación desigual de poder y la violencia que ejercen desde las posiciones de privilegio. Se produce el encuentro entre dos realidades: las mujeres trabajadoras, sostenedoras, racializadas y resilentes, frente al poder de la autoridad, el capital, el patriarcado y la militarización de las fronteras.

En el primer caso, las mujeres porteadoras cruzan la frontera cada día cargando con fardos de hasta 80 kg de peso para llevarlo al otro lado de las fronteras de Ceuta y Melilla. Mientras pueda considerarse «su equipaje», estas mujeres cargan con mercancías de multinacionales de todo el mundo hasta llevarlo al otro lado del paso fronterizo.

El llamado ‘comercio atípico’ es un trabajo de contrabando tolerado que genera en Ceuta un nivel de negocio de 400 millones de euros, y estas mujeres tratan de cruzar hasta 3 ó 4 veces en una mañana a cambio de unos 4€ por viaje, sin contar el pago del soborno a la Gendarmería. El objetivo de las multinacionales y de los comerciantes que negocian con el traslado de la mercancía es eludir el pago de aduanas propio de las empresas exportadoras e importadoras.

APDHA reclama el porteo como actividad laboral y una gestión de la frontera respetuosa con los derechos humanos. Y la alternativa legal a este negocio no parece tener muchos adeptos en los organismos de poder, pues podría provocar la desaparición de las ciudades autónomas del mapa comercial transfronterizo.

La frontera criminaliza y provoca un efecto amplificador de la desigualdad y la desprotección de derechos. Así lo denuncia también DIGMUN con el caso de las mujeres transfronterizas, que se desplazan diariamente a la ciudad autónoma para trabajar. Cerca de 8000 mujeres que cruzan a Ceuta como trabajadoras del hogar. Su salario oscila entre 250€ y 400€ al mes y sólo el 20% de ellas cuenta con un contrato laboral.

En el encuentro con la frontera de cada día las mujeres son colocadas bajo sospecha y dinámicas arbitrarias. La ausencia de contrato y permiso de trabajo provocan cortes en el tránsito y deben convencer de que efectivamente están empleadas para que las dejen pasar. Un conflicto con el control fronterizo puede generar la suspensión temporal del derecho de paso y la pérdida del empleo.

Menores no acompañados

En el caso de los y las menores no acompañadas que llegan hasta Ceuta y esperan continuar su ruta hacia el continente europeo, colectivos locales como ELIN y MAAKUN denuncian la violación sistemática de derechos fundamentales y de la infancia.

Sobreviven en las calles, mientras tratan de cruzar el Estrecho, y son vulnerables a las redes de trata y tráfico de personas. El ‘risky’ es como llaman al ‘juego’ de saltar la alambrada, recientemente reforzada en Ceuta, para entrar al puerto y esconderse en alguno de los barcos que viajan a la península, e incluso lanzarse al mar para alcanzar los navíos que ya han zarpado. Esta práctica se ha cobrado numerosas vidas de menores en los últimos años.

 


Fuente: Caravana Abriendo Fronteras